Jay Ward y Alexander Anderson, creadores de Rocky and Bullwinkle, estarían definitivamente orgullosos de la puesta en escena de Detectives y Ladrones en el Foro Lucera; una ridícula e irreverente comedia que hace de la bobería su bandera y de la parodia su razón de existir, transformándose en un franca caricatura sin pies ni cabeza en la que hasta los espías de Ward y Anderson, Natasha y Boris, podrían sentirse plácidamente acoplados.
Escrita en los 70 bajo el nombre Bullshot Crummond, Detectives y Ladrones pretende ser una parodia que raya en el absurdo de las novelas pulp de los años 30 de Bulldog Drumond, un veterano de la Primera Guerra Mundial convertido en aventurero. Pero el Capitán Justino Seguro (Mario Sepúlveda) tiene más en común con el Inspector Jacques Clouseau de Blake Edward que con un verdadero héroe de ficción.
Arrogante y sobrebio, Justino Seguro rara vez se da cuenta que todo lo que consigue resolver como detective es una mera casualidad, y que su torpeza en muchísimos casos lo pone a él y a la gente a su alrededor en peligro constante. Él es una mecha de dinamita, pero en su cabeza se cree escudo. Y bajo esos términos hay tanto más que Mario Sepúlveda pudo haber hecho con el personaje, pero a eso entraré más adelante.
Los villanos de Detectives y Ladrones son Otto (Rubén Branco) y Lenya (Majo Pérez) Von Brunno, una pareja alemana, insisto, perfectamente calcada a la Natasha y Boris, quienes en su búsqueda por la fórmula para hacer diamantes, secuestran al Profesor Robles, padre anciano de Rosita (Jimena Cornejo), quien a su vez acude con el Capitán Justino Seguro para rescatar a su «papi» de las garras de los villanos extranjeros.
La puesta funciona como un gran capítulo de Odisea Burbujas, y lo digo de la mejor manera posible. Con una escenografía intencionalmente acartonada para parecer de Los Cuentos de Cachirulo, utilería de peluche de feria (entre ellas aves que cuelgan de notorios alambres, una araña goliath y una gárgola en la que una actriz debe meter la cabeza por un agujero para completar el numerito), y actuaciones sobre-exageradísimas dignas de Scooby Doo, Detectives y Ladrones corre como una farsa a la que hay que treparse en segundos o entrar en peligro de perder el hilo del particular sentido del humor de la puesta.
Las escenas, unas más triunfales que otras, son casi pequeños sketches como cartones de periódico, que a mí personalmente me recordaron constantemente a personajes como Betty Boop y Tin Tin, y la dirección de Rafa Maza crea magia de caricatura con algunos de sus momentos y personajes, pero en otras ocasiones le falta empujar el chiste al momento correcto para lograrlo hacer brillar y no dejarlo desinflado en el suelo.
Grandiosas escenas como una en la que Rubén Branco va cambiando en segundos de Otto Von Brunno a un personaje italiano secundario, tan solo paseándose por una mampara para cambiarse de vestuario en un parpadeo; o Rafa Maza (al que le toca interpretar a varios personajes) conviviendo de manera engreída como mesero del Ritz con nuestros héroes sólo para acabar golpeado, secuestrado y aterrado son francamente hilarantes; y un ataque de risa protagonizado por Jimena Cornejo se lleva la obra completa y te tumba en tu asiento a carcajadas, mientras que una escena de persecusión de coches con un truco muy simplón se percibe desde el público como apantallante. Y todos esos momentos son magníficos y aplaudibles.
Pero otros son un intento de chuza que termina en el canal. Mario Sepúlveda usa un traje de gimnasta para hacer una broma sobre su gigantesco miembro, pero en vez de sentirse orgánica y natural, el chiste se ve forzado una y otra vez, y la dirección notoriamente trazada a modo que el momentum se rompe y cae en lo burdo; lo mismo pasa con varios de los personajes de Maza, su Igor, su rey del disfraz, y su Profesor Robles están escritos para ser más graciosos de lo que terminan siendo, y especialmente Igor raya en la línea, no del teatro del absurdo, pero de la comedia Televisa que le conocemos, dare I say it, a Eugenio Derbez y su Longe Moco.
Jimena Cornejo, Maza y Rubén Branco trabajan a sus personajes desde la corporalidad y atinan, en un montaje que hace uso continuo de la comedia física, a que la risa caiga donde tiene que caer. Rosita acaba siendo el personaje más encantador y divertido de todo el montaje, pero Jimena sabe usar lo que tiene desde el gesto, la voz, y la manera ridícula de moverse y llorar, para crear una damisela en peligro digna de Lucille Ball. No tanto lo consiguen Mario Sepúlveda y Majo Pérez, que se notan más preocupados por mantener la personalidad grandilocuente de los personajes que han creado, que de jugar con ella al absurdo, que es lo que la obra pide a gritos.
La voz y la intención en una obra que rebasa todos los límites de la comedia fársica, se tropieza con el vaudeville y sigue de frente hacia la televisión de botargas no resultan suficientes. Incluso para Majo que En La Obra Que Sale Mal ya probó que el ridículo le sienta perfecto y nos puede matar de risa cuando quiere, los manierismos de Lenya Von Brunno le acaban quedando chiquitos, porque Detectives y Ladrones juega en una liga propia que lanza por la ventana las reglas de lo que tenemos entendido como comedia de situaciones.
Para mí era imposible quitarme de la cabeza a Peter Sellers y preguntarme cómo habría hecho él al Capitán Justino Seguro. Una cosa es clara, no le hubiera jugado a la segura.
Los cinco actores en escena se notan divertidos y gozosos y eso es sin duda contagioso. Yo reí y fluí con su comedia y puedo decir de manera muy honesta que me pasé un muy buen rato con ellos; pero Detectives y Ladrones no es sencilla, y alienar público es uno de los obstáculos a vencer para ellos. A pesar de jugar con el «mal hechismo» como parte de su concepto, la realidad es que el montaje tiene que estar al cien, tiene que ser perfecto en su imperfección y cada gag físico practicado hasta el cansancio para que no haya un dedo gordo del pie fuera de su lugar, o la dinámica que se pusieron solitos en la boca cuando eligieron este peligroso reto de proyecto, les puede explotar fácilmente en la cara.
Detectives y Ladrones se presenta todos los jueves a las 20:30 en el Foro Lucerna.