Santiago Salazar plasma la experiencia de un hombre trans, Blanco Fácil para el amor violento, las relaciones tóxicas y la mirada juiciosa de la sociedad, en un monólogo con acentos de cabaret, con el que desnuda cuerpo y alma para mostrar cicatrices, reírse de sí mismo y en el proceso cantar un poquito en su mundo de bañera.

Santiago no siempre fue Santiago, hombre heterosexual con terrible ojo para las relaciones. Durante muchos años de su vida fue Carla, la que veía a los hombres guapos sólo como bonitos objetos decorativos de escaparate, pero no se le antojaban, y que durante mucho tiempo se identificó como mujer lesbiana, con el mismo problemita, de no saber escoger del todo bien a sus parejas. De no saber identificar las red flags.

Blanco Fácil teatro

Con Blanco Fácil, Santiago Salazar, que escribe este unipersonal para darle rienda suelta a contar su propia historia de vida, sí pretende narrar algo de su proceso de transición, pero no lo hace el tema central de su monólogo. En realidad, su despertar como hombre trans o su orientación como demisexual (es decir, su deseo sexual está invariablemente aliado a sus conexiones emocionales) son sólo detalles de los muchos elementos que forman su personalidad, pasado y presente. Blanco Fácil se centra en el amor. El propio, el fallido y el peligroso.

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Como narrador, Santiago se divierte retratándose a sí mismo desde el humor auto-referencial, sonriendo continuamente para acentuar la incomodidad de ciertos pasajes, postulándose con inseguridades y errores desde un lugar muy humano, muy vulnerable, y es absolutamente encantador, pero la dirección del montaje lo deja solo al momento de atinar a darle comedia a lo dialogado. Ahí donde Santiago tiene corazón para ofrecer, el timing y ritmo de su fraseo es inpreciso. No es su culpa, él está ahí para ser un relator y no un standupero, pero dado que juega con elementos de un modelo de comedia y cabaret, el fallo en atinar a soltar frases y gestos con momentum, que puedan caer en gracia, le tocaba dirigirlos a alguien. Moldearlos. Y la ausencia de ese apoyo se siente.

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La escena en el Espacio Urgente del Foro Shakespeare es un baño, completo con su escusado, su espejo, su bañera y patitos por doquier. Ese lugar donde nos arreglamos para salir, donde nos observamos. Donde vemos reflejada a la persona que queremos presentarle al mundo, y a veces, inclementemente a la persona que el mundo ve, que no nos encanta. Y los patitos que de pronto en una tina pueden ser el acompañante y el amigo de un niño, también están ahí como símbolo de ese juego de feria, donde uno con escopetas de balines dispara al blanco fácil, directo al centro, ahí donde es fácil pegarle al que no pretende ser dominante, ahí donde las personas trans viven con una marca conscientes de estar rodeados por francotiradores.

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Desde esa bañera, Mauricio Vidal y su piano le dan a Santiago la posibilidad de transformar su espectáculo en un cabaret musical, donde él va cambiando la letra de varias canciones que conocemos perfectamente para adecuarlas a su vivencia emocional, o de plano donde canta «El Aventurero» porque a él también, cuando una mujer le gusta, le gusta a pesar de todo. Y ese todo puede ser mucho: celos, violencia, control, posesividad. Un espiral de agresiones en el que Santiago admite, ha caído no una, pero varias veces. Su paradigma.

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Y ahí es donde el texto, del mismo Salazar, no termina de animarse a indagar en lo profundo. Santiago pasa de etapa en etapa saltando desde la superficie, como si estuviera jugando al avioncito, dando saltitos para hacer la parada correspondiente, exponer el panorama de un etapa específica de su vida, pintar el genérico de dicho paisaje, y luego saltar al siguiente recuadro. Hay una sensación de prisa, y de una capacidad mayor de desnudar su ropa (cosa que hace y la dinámica con su vestuario es juguetona y sensacional) con mucha más facilidad que con la que se quita las capas de su interior.

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La mención de sus relaciones tóxicas, violentas y problemáticas es precisamente eso, una mención, acompañada eventualmente de una canción parodia al Cell Block Tango de Chicago con la que expone una realidad de su propia incapacidad de conseguir un amor bonito y respetuoso, pero siempre desde la caricia a la superficie, nunca con intención de meter las manos en el lodo y ensuciarse hasta escarbar en esos lugares sensibles. Ahí donde realmente está la historia, los cómos, los porqués, y el corazón latente de un ciclo doloroso que no para de repetirse.

Blanco Fácil teatro

Blanco Fácil es tierna. Una obra fácil de ver y digerir con un Santiago Salazar que se esfuerza al máximo por mostrarse encantador y simpático. Y tal vez ahí yace el conflicto. Tal vez Santiago necesita soltarse ante sus demonios y matizar el monólogo para dejarnos ver más allá de la eterna sonrisa, el bailecito y las ganas de cotorrear. ¿Quién es él en verdad? Tal vez no requerimos todas sus anécdotas de vida, tal vez sólo dos o tres bastan, las dos o tres que iluminan de manera más integral la gama de blancos, grises y negros que conforman aquello que ha vivido y hoy lo conforman.

Blanco Fácil teatro

Historias de hombres trans por hombres trans no hay muchas en el teatro. Ni se diga en otros medios. Lo que vuelve a Santiago en realidad un pionero. Estas historias se tienen que contar, se tienen que exponer, igual que las cicatrices de una mastectomía que tenemos que acostumbrarnos a ver como un triunfo de la euforia de género. Santiago Salazar lo está haciendo muy bien en tomar ese lugar, en dar voz a una comunidad de la que escuchamos poco, en abrirse él de pies a cabeza para decir «esto soy, esto somos». Es precioso ver eso suceder en México con Blanco Fácil. Es necesario. De modo que el unipersonal podrá sentirse de pronto atinado, de pronto desequilibrado, pero al final del día, lo importante es que existe. Que allá afuera hay un teatrero con un texto y un montaje cuyo valor también radica en su contexto, invitándonos a su baño donde los patitos son un lugar seguro y amigable, y donde el blanco está pintando en su pecho, donde probablemente siempre ha estado y siempre estará, pero en ese lugar, en esa obra, es bandera y no estigma.

Blanco Fácil se encuentra actualmente fuera de temporada.