Una nueva mirada al texto de John Cariani de 2004, presentada por una compañía joven que logra capturar el espíritu enternecedor y mágico de «Almost, Maine» con visuales que nos transportan Casi… al invierno blanco en -no precisamente, pero cerca de- Portland.
Si hay un texto moderno allá afuera que va a poder batallar las inclemencias del paso del tiempo, ése es muy probablemente «Almost, Maine» de Cariani. Nueve historias repletas de realismo mágico que hablan del amor romántico desde un lugar naif y conmovedor como si de un cuentito se tratara. Con las que late y se apachurra el corazón de la manera más linda, que se adaptan a muchas edades, géneros y momentos históricos sin fecha de caducidad.
En México, nombrada «Casi Un Pueblo», la hemos visto montada más de una vez, y ahora está de regreso en el Foro Shakespeare como Casi… con un elenco de tres mujeres y dos hombres, todos jóvenes y todos notoriamente generosos y amorosos con el proyecto que tienen entre manos, haciendo a varios personajes cada uno.
Destacan Fernanda Monroy, Paola Montes de Oca y Daniel Yáñez que buscan entregar cuatro personajes completamente distintos en los relatos en los que les toca participar, pero en realidad el ensamble completo funciona muy bien dentro de este universo donde los hombres son bobos y ansiosos, y las mujeres hablan a velocidad descontrolada y son más precavidas con el amor. Graciosos, emotivos y bien acoplados, los actores de Casi… son el elemento que sostiene la nueva puesta sobre los hombros.
Con una iluminación que juega a la combinación de opuestos, de frío con cálido, el escenario del Foro Shakespeare se pinta por un lado de azules y por el otro de naranjas para transportarnos inmediatamente a un lugar lejano. Una tierra invernal donde lo nocturno es probablemente la norma pero las luces cálidas de los hogares alumbran el paraje desde las ventanas. Donde se pueden ver auroras boreales y cielos estrellados. Un lugar donde la magia es posible.
Una elección creativa arriesgada por parte de Héctor López que bien pudo haber caído en un pintado chocante poco cohesionado, pero que con acentos en los lugares correctos logra dar vida a un invierno lejos del predecible eterno azul y blanco que, de hecho, se ha usado mucho precisamente para esta puesta en particular.
Visualmente lo arriesgado termina con el trabajo de iluminación, y he ahí el peligro de montar Casi… cuyos referentes anteriores en México y en el mundo vienen inmediatamente a la cabeza en cuanto vemos una chamarra inflada y un gorrito con borla. Los aspectos creativos vuelan hacia el lado obvio con una escenografía meramente funcional a manera de una banca, dos fachadas de cabañas sobre rueditas muy visibles y poca… muy poca nieve artificial cubriendo sólo ciertos rincones como si de decoración navideña en casa se tratara, y demasiado humo, que no termina de ser un recurso un poco escolar que llena de neblina un paisaje que pide a gritos claridad.
David Farji, director, se sabe trabajando en una obra mágica, pero no termina por aventarse por completo al ruedo y dejar volar la imaginación ahí donde el texto lo permite y le abre las puertas a lo irreal. Regresa a lugares seguros, no sólo en ciertos aspectos creativos que le dan un look visto y básico a la obra, pero en el hecho de que estando situada a kilómetros de Ottawa, Canadá, decide nombrar a sus personajes en castellano, tropicalizando sólo ese detalle de un texto que, fuera de eso, no intenta ocultar que está sucediendo en casi Maine, tierra de nieve, alces y extranjerismos.
Es sólo a momentos que lo vemos realmente jugar con Cariani, sacando a Daniel Yáñez en mameluco con orejitas, permitiendo que todo el teatro tenga entradas y salidas e incluso algunos momentos en butacas, y con música en vivo, composición de André Schwebel que, además de ambientar de manera bella el montaje, llega a formar parte de los gags en la obra. Y es justo ahí donde más brilla lo narrado.
Con Casi… el propio John Cariani no pretende tomarse en serio. Hace a sus personajes caer al suelo una y otra vez cuando «han caído perdidamente enamorados», y le otoroga un visual literal al amor que damos y recibimos a manera de sacos rojos. Si hay una obra que hace un llamado a salirse de la caja es precisamente ésta. Y pongo en duda si el nuevo montaje en el Shakespeare estira lo suficiente esa liga.
Ahora, una cosa es cierta. Casi… es hermosa. Una obra que debe ser vista y abrazada. Un texto para los románticos, los amantes, los de lagrimilla fácil y risa aún más suelta, para los fantasiosos, enamoradizos y creyentes en que la conexión es magia y que encontrar a su persona es un regalo fantástico, que el amor es un viaje lejano y el enamoramiento una taza de algo caliente y humeante. Y siempre será para agradecer tenerla de regreso en México.
Casi… se presenta los jueves a las 20:00pm en Foro Shakespeare hasta el 23 de febrero.