Netflix ha lanzado la tan esperada adaptación del manga FullMetal Alchemist a una película de más de dos horas que, a pesar de que tiene momentos brillantes, en general resulta insípida, confusa y no tan complaciente ni con los fans ni con el público que se está adentrando a este mundo por primera vez.
FullMetal Alchemist es de esos pocos animes que tiene dos distintas adaptaciones del manga, una producida en 2003 y la segunda, llamada «Brotherhood» de 2010, tal vez ésa es la razón por la cual el director de la versión fílmica para Netflix, Fumihiko Sori, decidió mejor basarse en los 27 volúmenes del manga original y concentrarlos todos en una película de poco más de dos horas.
Y ese puede ser un error de base. Lo hemos visto en otras películas anteriormente, pero tratar de comprimir toda la información de compendios en apenas 130 minutos de película resulta en muchos momentos de confusión y la absoluta necesidad de cortar escenas y personajes que en el material original parecían fundamentales.
En FullMetal Alchemist, los hermanos Ed y Al rompen un tabú de la alquimia durante su infancia resultando en la pérdida del cuerpo de Al, al cual Ed se ve obligado a colocar dentro de una armadura de metal hueca (perdiendo él a su vez su brazo y pierna en el intento), evento que marca sus años por venir que dedican a buscar la famosa Piedra Filosofal para poder restaurar la humanidad de sus cuerpos.
La nueva adaptación de Netflix tiene momentos brillantes y una corrección de color que provoca querer vivir y respirar de ese mundo de fantasía. La primera pelea con la que abre la película que se asemeja, en cierta manera, a la que los hermanos tienen en Brotherhood contra Isaac McDougal (Freezing Alchemist) incluso en diálogos repetidos, pone en evidencia que estamos por ver una cinta de aventura de efectos visuales perfectamente logrados, y diálogos ingeniosos; pero para cuando nos empezamos a adentrar en la historia de los hermanos Elric el mood se va tornando gris y pierde toda la chispa que se nos había prometido en los primeros minutos (y que el anime mantiene durante todos sus capítulos) para volverse de pronto un drama telenovelero de mucho llanto a grito pelado.
La caracterización de varios personajes, sin embargo, está muy bien lograda, especialmente la de los tres homunculus, Lujuria, Envidia y Gula que son excelentes villanos dentro de este mundo de alquimia y corrupción militar. No tanto así resulta la de Ed, Ryosuke Yamada, en una incómoda peluca amarilla que lo hace ver francamente disfrazado en cosplay.
Al final, Fullmetal Alchemist de Netflix logra llevarnos a paisajes que se sienten de anime, con escenas que parecieran imposibles -a las cuales no se les nota el CGI y eso se agradece mucho- peleas dignas de cualquier película de héroe de comic, y villanos de carícatura de los que se aman odiar, pero no termina por transmitir el alcance del conflicto de Ed y Al en su verdadera magnitud, y al intentarlo se vuelve densa, confusa y larga. Un intento propositivo que hubiéramos podido recibir de mejor manera a manera de franquicia, pero que a comparación de la tan fallida Death Note (también de Netflix) se aplaude.
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