El Losers Club está de vuelta para terminar con lo que iniciaron en la primera parte de IT (2017), con un nuevo grupo de actores, muchos de ellos francas celebridades (James McAvoy, Jessica Chastain o Bill Hader), pero los mismos sustos de siempre, y tres horas de película que se sienten como cuatro.
IT tiene un problema clave, y lo tuvo desde la primera parte de esta nueva adaptación de la novela de Stephen King por Andy Muschietti: su director está enamorado del CGI y del factor «demasiado», en una película que hace mejor uso de los momentos perturbantes basados en actuación que de los sustos digitales (de los cuales exagera).
El Losers Club se reúne 28 años después de los eventos sucedidos en la primera parte de IT, ahora todos adultos exitosos, pero marcados inevitablemente por su encuentro con Pennywise, encuentro que en una mayor parte han olvidado, porque parte de la maldición que los acosa los ha dejado sin recuerdos de Derry, el pueblo en el que crecieron, se hicieron amigos y prometieron destruir el mal en forma de payaso.
Pero a pesar de no tener recuerdos, una fuerza mayor a ellos los reencuentra y los hace prometer nuevamente que deben acabar con IT antes de que este enemigo se vuelva a dormir por 28 años más.
La cinta en realidad es sobre ellos, sobre este grupo de amigos que se siente como una versión adulta de The Goonies, que se lanzan a la aventura enlazados por el cariño, con pocas oportunidades de salir victoriosos, y encuentran en el proceso que el poder de su amistad y sus creencias es más grande que el mal mismo.
Si la vemos desde ese lado, la película triunfa como una cinta de aventuras con un final feliz, y hasta cierto punto con moraleja; e incluso, la dinámica entre Richie (Bill Hader) y Eddie (James Ransone) que son los eternos comic relieves, se vuelve una de las protagonistas más simpáticas del proyecto que acaba llenando de carisma las 3 horas de película. Bill Hader es la verdadera estrella aquí, señores.
Pero como película de terror, IT insiste en llevarnos a lugares conocidos, retacados de efectos especiales que no logran realmente provocar miedo o angustia, pero más una sensación casi risible de incredulidad, y repetirse a sí misma en escenas deja vu que conocimos hace dos años con la primera parte de la duología.
Cierto, IT Chapter Two se abandera como una película de terror, pero es en el compañerismo que realmente encuentra una narrativa, y, curiosamente, en la comedia que se encarga de mantenerte atento. Como la culminación a una historia de siete inadaptados que encuentran comunión y amistad en una lucha David-Goliath, IT es entretenida y hasta cierto punto emocional; como una scary movie… Andy Muschietti nos deja con ganas de flotar.