El mismo Mentiras de siempre actualizado, revitalizado y empapado de referentes a la cultura queer que se convierte en una cosa completamente distinta, y espectacularmente fascinante, al tiempo que mantiene aquello que lo ha cimentado como el musical original mexicano más popular y taquillero de nuestra historia.
Menti-Drags es un homenaje, una aventura, un experimento y una delicia.
Las luces se prenden a contra luz para dejarnos ver cuatro siluetas mientras a lo lejos comienza a sonar Castillos. El opening de Mentiras lo hemos visto decenas de veces en cientos de variaciones, pero desde el momento en el que las voces de Fer Soberanes, Iker Madrid, Rogelio Suárez y Anuar empiezan a alcanzar los agudos gritos de Amanda Miguel es claro que la montaña rusa a la que acabamos de subirnos no va a bajar la velocidad.
La historia es la misma. Cuatro mujeres (Daniela, Dulce, Yuri y Lupita) reciben una llamada en la que se les avisa que el amante de todas ellas -y esposo de dos-, Emmanuel (Felipe Flores), ha muerto, y una vez llegadas a su velorio se enteran de que una de ellas lo mató y entre todas deben descrubrir quién ha sido.
Como la Mentiras de siempre, Menti-Drags se vuelve este recorrido por la década de los ochenta con sentidas canciones y diálogos que recuerdan atinadamente a la cultura pop del momento, mientras regresamos a manera de flashback a descubrir la relación de estas mujeres con el fallecido Emmanuel.
A pesar de ser hombres en maquillaje y vestidos, Menti-Drags no cambia su formato para reconocer el cambio de género, por el contrario, abraza la convención femenina y rápidamente el público entra al juego en el que los cuatro se materializan como mujeres de carne y hueso, una de ellas, de hecho, embarazada.
Ahora, no por eso significa que el montaje hace a un lado el concepto drag, por el contrario, a pesar de que la historia permanece idéntica, se llena de glitter y referentes a la cultura queer, desde vestuarios absolutamente extravagantes, como los que los drags han popularizado al representar la exageración de la femeneidad desde siempre, hasta la transformación de Emmanuel en una especie de gogo boy incapaz de usar camisa o quitarse los hot pants de estrella porno ochentera.
Arneses, pelucas hasta el suelo, vestidos más grandes que una cama (el de novia de Daniela merecería su propio código postal), maquillaje afelinado que recuerda a las muñecas Bratz, hombreras de armadura, juegos de voz entre graves y agudos, la demostración de la flexibilidad de Rogelio Suárez en medias y tacones, la adisión de «¿A quién le importa?» de Fangoria al megamix, brillantina cayendo del suelo, y la integración de nuevos chistes para cada uno de los personajes son sólo algunos de los elementos con los que Menti-Drags juega para hacer honor a su propio nombre. De manera fabulosa, habría que agregar.
Pero más allá del truco y la ilusión lo que resulta absolutamente impactante es el trabajo vocal y actoral de Fernando, Iker, Rogelio y Anuar, que no le piden nada a ninguna de las actrices que han pasado por las mismas partituras. Anuar en «Amiga Mía» tira el teatro alcanzando notas que no parecerían posiblemente humanas para una anatomía masculina, mientras Fer Soberanes deja muy claro desde un principio que no viene a jugar cuando le toca cantar las primeras notas de Él Me Mintió. Y juntos hacen de Es Ella Más Que Yo el número más divertido de la puesta.
Por su parte, Iker Madrid y Rogelio Suárez encuentran nuevas formas de brindarles comedia a Dulce y a Lupita, dos personajes que siempre han sido la parte ligera del montaje, pero que con ellos alcanzan novedosas dimensiones francamente de carcajada, y para Iker en especial, lo revelan no sólo como un gran músico y actor, pero como un excelente comediante que desde Cómo Te Va Mi Amor y hasta El Gato y Yo no deja de buscar nuevas formas de sorprender con su corporalidad y destreza falseando la voz.
Curiosamente la drag queen que se roba el crédito por gran parte de lo espectacular de la puesta no se encuentra en escena nunca. Letal, recultada por Mejor Teatro para hacer el Diseño de Imagen, Peluqería y Vestuario, es realmente la responsable de transformar y crear un nuevo mundo para el universo de Mentiras que abraza lo camp de la obra y el drag y lo devuelve sobre el escenario como una especie de Fábrica de Willy Wonka brillante, engrandecida, colorida y fascinante al que no le puedes quitar la vista de encima en cada detalle.
Lo dije en Twitter apenas salí de la obra y lo repito aquí, es un orgullo que en México, un país al que es fácil calificar de conservador y machista, se tenga en teatro una producción de este nivel que sea un franco homenaje a la cultura queer y a la audiencia lgbtq+ que por más de una década se ha mantenido fiel al musical de López Velarde y que año con año desfila para llenar las butacas de éste y otros tantos musicales. Menti-Drags es un regalo, y uno que con suerte, no terminará después de las cuatro únicas funciones que hasta ahora Morris Gilbert ha anunciado.
Aquí estaremos cruzando los dedos por una temporada larga como la que un proyecto tan valiente y poderoso como éste se merece.
Menti-Drags se presenta los miércoles en el Teatro México del Centro Cultural Manolo Fábregas.