El musical inspirado en la novela de Jean Webster, Papi Piernas Largas, vuelve con nueva temporada casi siete años después de haber cerrado la última, con su elenco original, dos de las mejores voces del teatro musical en México, su tierna simplicidad, sus cálidas baladas, y un montaje que nos coloca en una era aparentemente salida de un cuentito donde una huérfana como ninguna otra le mueve el mundo a un distante millonario.

Regresar a Papi Piernas Largas después de tantos años que tuve oportunidad de verla por primera vez, se sintió de muchas maneras como un regreso a casa. Pero caí en cuenta que en realidad nunca había escrito de ella para esta página, y que es algo que les llevo debiendo desde hace ocho años, que abrieron por primera vez en el Teatro Hidalgo en 2017, con la dirección ni más ni menos que de Maru Daños, cuyo trabajo se sigue replicando, casi como homenaje, hasta hoy, 2025.

El musical nace de la novela (¿o serial de novelas?) «Daddy Long Legs» de Jean Webster publicada en 1912, posteriormente adaptada para el teatro por John Caird y el compositor Paul Gordon, que lo llevaron a West End en 2012, tal cual, cien años después. Un trabajo para dos actores que más que espectáculo busca intimidad. Es la historia de una huérfana, Jerusha Abbott, de pronto rescatada de una vida sin muchas posibilidades, por un millonario anónimo quién aparentemente de la nada decide pagarle la universidad y cambiar su entero estilo de vida con el propósito de que se convierta en una novelista publicada.

Papi Piernas Largas

El millonario, al que Jerusha apoda de manera juguetona «Papi Piernas Largas», porque la única noción que tiene de haber visto su figura a lo lejos, es que es alto… y probablemente viejo, pide un par de condiciones a cambio, entre ellas que ella le escriba cartas cada mes en donde no le pregunte cosas personales y de las que no espere respuesta. Claro que Jerusha rompe el acuerdo casi de inmediato con una verborrea encantadora, que provoca que «Papi» empiece a desarrollar sentimientos por ella, aunque se niegue rotundamente a romper su propio compromiso de jamás escribirle él de regreso.

La situación se complica cuando eventualmente se conocen, pero él se presenta ante ella como Jervis Pendleton, no su benefactor, pero el tío adinerado de su compañera Julia de la escuela. Y aunque la posibilidad de un romance comienza a florecer entre ellos, la realidad es que Jerusha no tiene idea que aquel hombre educado y simpático que incluso la lleva de viaje a Nueva York, es el mismo al que ella le cuenta su vida entera a través de cartas, que considera un osco viejito que la ha adoptado a la distancia y dolorosamente se niega a conocerla en persona, cosa que ella reciente más con el paso del tiempo.

Papi Piernas Largas

El musical que captura perfectamente la esencia de una novela que no pretende ser grandilocuente, sino rosa y romántica como el mero encuentro entre dos personas, se construye a partir de las cartas que escribe Jerusha. De modo que las escenas son más narradas que montadas, todas relatadas en flashback, y los números musicales nacen de las palabras que ella le dedica a él ilusionada. Casi toda la puesta, Jerusha y Jervis se intercalan para cantar en una especie de pin pon de respuesta tras respuesta, aunque lo que él tiene que decir, lo comparte a manera de monólogo interno, porque sabemos que él no está respondiendo nada por escrito. Y por tanto lo escucha el público, pero no ella.

Y sólo a momentos se juntan para cantar en armonías, nuevamente separados por la distancia, pero juntos en un mismo sentir. Cosa que permite a las voces de Paola Gómez y Óscar Acosta lucirse lo que quieren. Ella lleva el ritmo entero de la obra, y no para de soltar una melodía tras otras, tal cual como sus cartas que parecen adictivas. Y Paola las interpreta desde un lugar tan fantástico, tan evocativo, que te transporta a estos lugares que son primerizos para Jerusha y que ella recibe con total apantalle. Porque al final ella conoce poco del mundo, y es a través de las puertas que le abre «Papi» que se enfrenta, casi como niña chiquita, a un allá afuera que le resulta enormemente encantador y sorprendente. Todo eso transmite Paola Gómez cada que abre la boca para cantar.

Papi Piernas Largas

Y Óscar lo que tiene es un sonido fino y clásico que pareciera creado para un personaje como Jervis. Una voz suave pero potente que al juntarse con lo más ronquito de ella crean un sonido muy particular que francamente hipnotiza. Dan ganas de cerrar los ojos y simplemente dejarse llevar por estos coros, estas baladas, que aunque muy similares desde su hechura por Paul Gordon, acaban por formar un score muy conmovedor, muy alegre y muy tierno. Que pudiera obtener más matices, sin duda, pero que en lo que al oído respecta, es en definitiva una caricia.

Y ellos, que prácticamente nunca salen del escenario, sólo se recluyen cada uno en su hemisferio, para ella una recámara, para él un despacho, sostienen un montaje que aunque no es especialmente corto, jamás se ve necesitado de mayor alarde de bombo y platillo. Y lo hacen con una gran capacidad de ser enormemente relacionables. Creo fielmente en que si Papi Piernas Largas funciona es porque como público, es muy fácil saberse una Jerusha, tratando de hacerse paso en un mundo difícil, buscando conectar, haciendo lo posible por comerse la vida a bocanadas; o de pronto un Jervis, nervioso ante esa persona, incluso a veces petrificado, sin saber cómo proceder, cómo reaccionar cuando se trata de abrirle la puerta al amor. Y es justo así como se presentan Paola y Óscar. Como dos personas tratando de entender el mundo… a veces fallando.

Papi Piernas Largas

El otro elemento muy capaz de viajarnos a este otro tiempo, uno que definitivamente pareciera más fácil, más limpio, casi como una fantasía que hoy leemos como fuera de nuestra realidad, es el diseño de escenografía de Daniela Liébano. Un libro abierto, como lo es Jerusha en tantísimos sentidos, que lo engloba todo, como recordándonos que éste es un musical que nace del amor a la literatura, y en el que un librero se va llenando de las cartas que Jervis va coleccionando y colocando como pins en un mapa, como constelaciones de una historia que no deja de construirse. Es una cosa muy bella y onírica que hace del relato una fábula.

Papi Piernas Largas
Ilustraciones originales de Jean Webster

Y en conjunto con un vestuario sumamente efectivo y una iluminación que logra crear los diferentes espacios que se relatan en las cartas sin mayor movimiento, Papi Piernas Largas como puesta, logra ese look que de algún modo recuerda a las ilustraciones originales de la misma Jean Webster de su novela, que eran como de cuentito.

Y aunque sí, la adaptación ahora, más de cien años después, inevitablemente cae en anacronismos que resuenan alarmantes (nuestro querido Jervis, definitivamente no se porta bien, y acaba consiguiendo un final que no se ha ganado después de -básicamente- violar su intimidad) en general Papi Piernas Largas consigue meterse al corazón y hacer suspirar. Es esa historia para ir a ver y salir sintiendo que uno baila en las nubes, con canciones que son un apapacho y una Jerusha Abbott que más allá de todo, resulta estimulantemente inspiradora.

Papi Piernas Largas se presenta miércoles y jueves a las 8pm en Teatro Hidalgo.