Lejos de la comedia kitsch que el poster promete, Quiero Volverme Supernova es un doloroso y genial estudio sobre el lado oscuro de la fama y sus repercusiones.
En una cabaña en medio del bosque, que bien podría ser el purgatorio, un bizarro limbo que mantiene a sus habitantes atrapados en un hogar que flota más allá del tiempo y la realidad exterior, cuatro ex estrellas famosísimas (¿o son cinco?) pasan sus días bebiendo Popsi (no Pepsi, pero casi), despejando cualquier tipo de emoción que se sienta verdadera, cantando Here Comes The Sun de Los Beatles, y aprentando un botón que les permite turnarse para recrear escenas de su pasado al estilo flashback.
Este espacio decadente, completo con tapiz floreado y muebles de abuelita que se sienten sacados por completo de época y tan plásticos y forzados como la ropa Wes Andersoniana que estas ex celebridades usan a diario, funciona como una especie de centro de rehabilitación que más bien parece una eterna serpiente mordiéndose su propia cola donde los cuatro (¿cinco?) se alimentan continuamente de sus propias falsedades sin dar ni medio paso hacia el progreso.
Eso hasta que un nuevo integrante llega a la isla. Uno perteneciente a la década de las estrellas por Internet y los músicos youtuberos que se aparece para cuestionar los paradigmas de la casa y a enfrentar a sus compañeros contra las realidades que insisten en mantener fuera de la burbuja, pero que, como todos ellos, en el interior guarda los arañazos de la fama que siguen frescos sobre su piel.
Como mucho del trabajo de Joserra Zúñiga (dramaturgo), Supernova hace inminente uso de un humor irreverente que durante gran parte de la obra te tiene riendo a carcajadas, pero que sabe en qué momento detenerse y dar estocadas para dar sentido a una historia que va mucho más allá de un chiste y una crítica superficial a la necesidad de atención del estrellato, y la forma en la que el foco de la fama termina por afectar a los que no saben cómo lidiar con él (especialmente los que la recibieron cuando aún eran muy pequeños), pero se convierte en un retrato de las obsesiones y los mecanismos de defensa que cualquiera, como seres humanos, construimos para poder seguir adelante pese a lo que la vida nos tire encima.
Y la dirección de Alonso Íñiguez, de pronto estridente y barroca, embona perfecto con una historia que requiere de una cierta plasticidad -como las obras de Warhol para el arte pop- para crear personajes que son justamente eso…personajes, no personas de carne y hueso porque ésas hace mucho que estos habitantes las dejaron encerradas en un cajón, pero versiones brutalmente maquilladas, enmascaradas y ensayadas de lo que ellos están dispuestos a presentar ante el mundo.
La extrañeza en la que Alonso se regocija para su obra se hace aún más evidente con transiciones musicales ciertamente robóticas y perturbantes, como un numerito de los osos del Showbizz Pizza visto con ojos actuales que solamente provocaría horror y agriedad, y el hecho de que los personajes hablan en guión, y dialogan en voz alta las acotaciones para hacer más evidente lo sumidos que están en su necesidad de ser impersonales. Y es brillante.
Y es el elenco, formado por Mariana Gajá, Pablo Perroni, Salvador Petrola, Joshua Okamoto y Angélica Bauter alternando con Adriana Montes de Oca, los que terminan de orquestar esta locura, en personajes perfectamente delineados en los que permanecen desde que se están dando las primeras llamadas y ellos ya están interactuando con el público y hasta la última nota que entonan en armonía. Mariana, en especial, como Nina -una niña atrapada en el cuerpo de una adulta- marcada por Huerfanita de mi Corazón, la telenovela que por años protagonizó volviéndose la estrella infantil más importante del país (y más porque hasta el Papa la conocía), la que hace de cada una de sus escenas un franco manjar de presenciar.
Tan bizarra que no puede ser sino genial, Quiero Volverme Supernova es definitivamente uno de los trabajos más brillantes, tanto de Joserra Zúñiga como de Alonso Íñiguez (recién salidito además de su increíble Noche de Reyes ya en segunda temporada) que los cimienta como dos de los creadores imprescindibles de nuestro tianguis teatral, y un montaje valiosísimo con un elenco espectacular que uno no puede dejar pasar.
Quiero Volverme Supernova se presenta miércoles y jueves en el Foro Lucerna.