Juan José Tagle entrega fantasía disco queer con su visión de Sueño De Una Noche De Verano en la que saca a Shakespeare del teatro para transportarlo a una escena inmersiva donde el sueño cobra vida con música dance, fluidez de género, arneses, glitter, tacones, tutús, y una sensación de estar en presencia de un montaje hecho por Club Kids en el Limelight de Nueva York a finales de los 80’s.
Esto no es tu clásico William Shakespeare, ni pretende serlo. Juan José Tagle (director) toma el Sueño De Una Noche De Verano de Shakespeare más como un pretexto para envolvernos en lo que realmente se siente como un sueño, una fantasía fuera de este mundo desde que pones un pie en ella, donde la audiencia es la primera en soñar y abrazar en su borrachera el sueño de un grupo de actores montando una obra sobre un sueño dentro de un sueño. Es una puesta en capas como paleta dulce. Y más importante quizá, un experiencia.
El Foro la Paz, que más que un teatro es una bodega de look industrial, abre sus puertas a una audiencia que entra y permanece de pie para vivir el montaje encima de los actores. Respirándoles cara a cara. Rompiendo con la noción de que el teatro es lejano y ajeno, envolvente, sí, pero más que sólo inmersivo, invitante. Sueño De Una Noche De Verano te llama a su fiesta, donde bebida en mano, te puedes parar (o sentar en un segundo piso) donde sea o caminar, mientras al fondo un escenario y al centro un dispositivo escenográfico rodeado de escaleras plegables son tomados por los personajes, no para contar una historia, no per se… sino para vivirla a tu lado.
El diseño de Adrián Martínez Frausto y Daniela García Moreno de ese espacio, no puede sino recordar al de Alex Timbers para Here Lies Love con el que cimbró Broadway recientemente y dio mucho de qué hablar, bola disco incluida, que al final del día lo único que desea mantener en foco es la noción de estar viviendo la ficción dentro de un antro. Un lugar donde Puck no tiene cualquier poción de amor, pero una que viene dentro de un vaso de fiesta que se ilumina sin cesar, y la Reina de las hadas se presenta bailando Dancing On My Own de Robyn (nombre al que vuelve a haber guiños en la obra, porque capas).
Shakespeare es desvestido de la solemnidad que a veces acompaña su nombre, para transformarse en espectáculo gogó; y el texto aunque mantiene la línea argumental original se regodea en un lenguaje coloquial, canciones y coreografías para darle un toque pop a la obra que la vuelve una pieza que pareciera pensada por esos artistas que a finales de los 80s y con la muerte de Warhol buscaban seguir haciendo parodia, y a su vez celebrando en homenaje el amor por lo vistoso. Tal vez Tagle es un Club Kid de corazón.
¿Dónde más esperaría uno oír decir a Helena «Estamos chupando tranquilos»? No, no sólo a Helena, a Heleno, porque en esta adaptación, la presencia queer y el mensaje de violencia hacia la comunidad lgbtq están presentes como Shakespeare jamás hubiera podido escribir sobre ellos en su momento. Y eso es parte de lo bello de no tenerle miedo a aterrizar un texto clásico en 2024, no bajo los estatutos de un rigor que mandaba en tiempos isabelinos, pero con lo que hoy resulta primordial y relevante. Donde la orientación y el género fluyen y la expresión no es más que expresión. Y donde Heleno no es sólo una mujer de físico poco agraciado, pero de una sexualidad que lo ha hecho ser percibido por debajo de otros y por tanto eternamente inseguro y acosado.
La historia es la misma de siempre…y no. En vísperas de la boda de Theseo e Hipólita, Hermia es obligada por su padre a desposar a Demetrio y no a su verdadero amor, Lisandro, cosa que lleva a la pareja a huir al bosque, perseguidos no sólo por Demetrio, pero también por Heleno, el eterno enamorado de Demetrio que vive con el corazón roto por un hombre que no lo corresponde, y encima lo sobaja continuamente haciéndolo sentir el ser más monstruoso y horrendo del reino.
A su vez, una tropa de actores comandada por el narciso Bottom, prepara un montaje que pretenden presentar el día de la boda, que resulta a su vez ser la historia del enredo amoroso entre Hermia, Lisandro, Demetrio y Heleno, al que llaman sueño, conscientes de que en el bosque el sueño se sumerge dentro de otro, pero no tan conscientes del sueño al que ellos pertenecen. Ese primer sueño provocado por las hadas, que divididas en lealtades entre Oberon y Tytania, mantienen su propia riña relacionada con un niño indio que la Reina de las hadas ha robado y se niega a devolver, cosa que lleva a Oberon a planear una treta junto a su fiel Puck en la que a través de una pócima mágica termina por enamorar a muchos de los perdidos en ese bosque con sus contrapartes más problemáticas. Creando así la comedia de enredo ideal.
Hay belleza y hedonismo en la visión de tagle. Su elenco hermoso se entrega a cada personaje con absoluta seriedad y al mismo tiempo con la disposición de reírse de la misma creación teatral. Del estereotipo del actor, del dramaturgo, del director, de lo absurdo de la búsqueda de una teatralidad novedosa y lo muchas veces fallido de un concepto demasiado creativo. Y se desvive en la multitud de personajes que le toca interpretar a cada uno con una energía que en ese espacio requiere estar en continua explosión para ser vista por encima de la muchedumbre. Y visualmente nunca dejan de ser una fantasía. Etéreos y aspiracionales. Cuando Echosmith escribió «I wish that I could be like the cool kids» probablemente se refería a ellos.
Alonso Íñiguez como Bottom es la pieza central. Como actor un agasajo con una comedia precisa y seca, y como personaje, el único que permanece inmutable como si el sueño en el que todos los demás cambian de rostro girara en torno a él. Cada instante en el que tiene una aparición, incluso usando una máscara de látex de burro se roba la escena y se gana al auditorio carcajada tras carcajada. Pero no es el único. Leo Bono hace un Heleno precioso. Sensible y tierno pero no necesariamente una víctima. Un hombre con el corazón roto pero no la dignidad, que como Heleno y fuera de él, también arrebata momentos cómicos con absoluta naturalidad; y Quetzali Cortés, que durante la primera mitad de la obra se presenta tan serio, tan entero, para cuando es afectado por la pócima de amor y posteriormente haciendo de pared en la obra de Bottom se avienta a los brazos de la bobería y el ridículo de una manera gozosa.
Pero el protagonista es el concepto mismo. Planeado en 360 mantiene momentos muy triunfales. El diseño de vestuario de Ifigenia Martínez, que tiene mucho de casero hace perfecta remembranza precisamente al estilo de los Club Kids que creaban lo que se ponían con sus propias manos; y en guiños inteligentes, por ejemplo, vuelve a Puck una franca celebración del 4:20 que nuevamente, en una fiesta 2024, no podría quedarse fuera de la acción. Pero como todo concepto arriesgado toma curvas quizá innecesarias también.
Una batalla freestyle entre Oberon y Tytania no termina de encajar del todo con el ambiente disco, ni de mantener un ritmo que pueda elevar la acción y el diálogo sino complicarlo; a diferencia de la batalla de baile entre Demetrio y Lizandro que juega perfecto con la comedia del momento en que se presenta. Y una canción original que vuelve al cuarteto de enamorados una banda popera noventera tampoco termina por entregar mucho significado y aletarga la puesta cuando al final del día, sí, el público está de pie y pedirles la estamina para aguantar el cansancio que eso implica, requiere que el texto sea lo más conciso y directo preciso para no dar más vueltas que sólo consigan fatigar al auditorio. Hay que cuidar las rodillas y espaldas de quienes están dispuestos a jugar el juego.
En fin, da gusto y celebro que un texto montado tantísimas veces que pareciera ya no tener nada más que decirnos porque conocemos de memoria pueda transformarse en algo tan inesperado, tan hoy. El concepto de Juan José Tagle (y su productora María Inés Olmedo) podrá tener sus esquinas rasposas y lugares que pulir, pero en este momento importa más la experiencia, la fantasía. Sueño De Una Noche De Verano en Foro la Paz es inaudito y en su creación de un mundo singular hace homenaje a otro autor también soñador, Calderón de la Barca, cuando nos recuerda que el vivir sólo es soñar.
Sueño De Una Noche De Verano se presenta miércoles y jueves a las 8:00pm en Foro La Paz.