Regina George y su squad de «plastics» llegan a Broadway con el tan esperado musical de Mean Girls creado por la mismísima Tina Fey, ¿pero los resultados son tan fetch como para pagar el boleto a Nueva York? Vámonos por partes.
A todos los fans de Mean Girls (la película) allá afuera, ¡Jambo! Muchos de ustedes deben estar considerando romper la alcancía para hacer un viaje a express a Nueva York sólo para poder ver Mean Girls el Musical en el teatro August Wilson ahora que han estrenado temporada en Broadway. Pero antes de que tomen decisiones apresuradas, platiquemos un poco de esta adaptación (que en El Aquelarre ya tuvimos oportunidad de ver) y luego nos endeudamos.
Mean Girls el Musical está escrito por Tina Fey -para los que no lo saben, ella también escribió la película- lo cual habla muy bien del equipo de creativos detrás del show. El esposo de Tina, Jeff Richmond es el compositor de la música, el mismo que hace el score de Unbreakable Kimmy Schmidt, y está dirigida por Casey Nicholaw (Aladdin, The Book of Mormon). ¡Grandes nombres en el Playbill! Puntos para Mean Girls el Musical.
La puesta en escena sigue básicamente las mismas escenas y personajes que ya existen en la película, y sí, ni siquiera dudes que todos tus momentos favoritos fueron incluidos. Está Glenn Coco, hay mucho «so fetch», Danny Devito es acosado por Damian en un baño y el pelo de Gretchen está lleno de secretos. Sólo nos faltó el «boo you whore» para completar la colección, pero esa escena sí fue totalmente cambiada. Ciertamente los fans de Mean Girls van a poder reconocer esos detalles que hacen de la película una de sus favoritas y reír sin parar al momento de verlos actuados frente a ellos. Otro punto para Mean Girls el Musical.
Hay otros detalles, sin embargo, que sí fueron cambiados. Por ejemplo, la película está narrada en primera persona por Cady Heron, lo que nos permite saber todo lo que está pensando y cuándo va a tener vómito verbal…o vómito verdadero; el musical está narrado por Damian y Janis Ian, lo cual cambia un poco las reglas del juego y los obliga a transformar algunas escenas para bien o para mal. Lo que es una realidad es que esto también provoca que Damian (maravillosamente interpretado por Grey Henson) brille como nunca y tenga incluso más momentos de los que ya de por sí tenía en la pantalla.
La otra lista de actores, entre los que se incluyen Erika Henningsen (recién salida de hacer Fantine en Les Mis) como Cady, Ashley Park (que acaba de terminar Sunday In The Park With George apenas el año pasado) como Gretchen, Kate Rockwell (que por supuesto ya hizo Bring it On y Legally Blonde) como Karen y Kyle Selig (que se está estrenando como titular después de hacer varias alternancias en Book of Mormon) como Aaron Samuels están perfectamente casteados y en su lugar. Especialmente Ashley Park en el papel de Gretchen se luce con los diálogos y momentos cantados y nos recuerda el trabajo de Lacey Chabert en la película al mismo tiempo que hace propio el personaje.
Por otro lado, Taylor Louderman, que en Kinky Boots hacía a una divertidísima Lauren, como Regina George se queda un poco corta. Tal vez no es problema de la actriz, probablemente tenga mucho que ver con la dirección, lo cierto es que su Regina George más que sentirse como un demonio quoteable del high school, parece una adolescente eternamente aburrida, y le hace falta ese «oomph» que Rachel McAdams le dio al persona en el cine, que lo convirtieron en el ícono que es hoy en día. Definitivamente puntos menos para Mean Girls el Musical.
En un intento por robarle negatividad a ciertos personajes, el musical le ofrece números a Gretchen, a Regina George y a su mamá para que canten sus sentimientos y se rediman con el público. No sé ustedes, pero eso no es lo que queremos ver de la villana más grande de los 2000. Regina es unapologetic y eso es lo que la hace tan grandiosa.
En conclusión. Mean Girls el Musical es una puesta divertida, con grandes números musicales (y la presencia del bailarín Curtis Holland de So You Think You Can Dance), y momentos hechos y pensados para los fans de la película. En ese sentido, si te gusta el «On Wednesdays we wear pink», compra el boleto, no lo pienses, por pura nostalgia y amor a las plastics te la vas a pasar bien; pero si en realidad no eres belieber de la película, sólo te gusta normalito o ni siquiera la has visto, el musical resulta pobre en intentar atrapar a nuevas audiencias y termina por parecer un poco soso. No es para ti. No gastes.