Ya pudimos ver Jagged Little Pill en Broadway y acá te contamos por qué vale la pena que inviertas en tu boleto para ir a verla.
Sabíamos que Jagged Little Pill no sería una completa pérdida de tiempo desde que consiguió 14 nominaciones a los Premios Tony de este año, y extendió sus try outs en Cambridge en 2018 debido al éxito del musical. Eso claro sin contar el enorme pedigree con el que cuenta, inicialmente con la autoría de las canciones de Alanis Morissette, un libreto por parte de Diablo Cody (Juno) y una orquestación por el maravilloso Tom Kitt (Next To Normal).
Pero los musicales de rocola siempre tienen esa posibilidad de sentirse un poco forzados e irreverentes. Jagged Little Pill no lo es en absoluto, y creo fielmente que la razón por la que funciona es por las increíbles letras de Alanis Morissette que son profundamente narrativas y adelantadas a su tiempo, que tocan temas y meten el dedo a la herida en cuestiones que apenas en 2020, 2021 nos empezamos a cuestionar como sociedad.
La familia son los Healy. Una mamá adicta a las pastillas (sí, muy Next To Normal), un papá adicto al trabajo, un hijo pródigo en cuyos hombros recaen todas las expectativas de la familia, por ser el perfecto, por ser el hombre blanco cis hetero atleta que no puede cometer errores, y una hija adoptiva negra que no encuentra del todo su lugar entre los Healys, que tiene une novie no binarie, pero comienza a sentirse atraída por otro compañero de clase, y que está en esa edad en la que no se ha encontrado del todo y carga con esa frustración.
La historia de una familia disfuncional ha sido contada cientos de veces, pero se agradece que un musical de rocola se salga de la superficialidad que los caracteriza para tratar de hacer un comentario social que profundice en problemáticas muy actuales y represente a distintas comunidades de la población, como se viven hoy en día, desde los Gen Z y hasta el adulto que ha perdido total conexión con el despertar de los jóvenes.
Jagged Little Pill encuentra su verdadera trama en el momento en el que una compañera de la escuela de Frankie y Nick Healy es violada durante una fiesta por uno de los atletas más populares y respetados del colegio, cosa que impacta a los Healy de distintas maneras. Nick, el niño perfecto, se ve enfrentado entre la espada y la pared cuando le toca tomar partido entre su mejor amigo o su víctima; Frankie y su novie Jo encuentran en el caso la razón de lucha que estaban buscando, Mary Jane, la madre, se ve enfrentada con sus propios fantasmas del pasado y Steve, el padre, reacciona desde su privilegio preocupado porque su hijo pudiera perder su beca para la Universidad si levanta la voz sobre lo que ha acontecido.
Es una obra poderosa que no se molesta por ser cómoda, y la trama se vuelve potente con la dirección de Diane Paulus y la coreografía de Sidi Larbi Cherkaoui que continuamente crean imágenes que parecen nacer de la rabia y la impotencia, y usan a su ensamble como sombras y testigos sin cara que simplemente parecieran representar al mundo que gira sin parar alrededor de los Healy.
Quizá uno de los números más espectaculares es el de «Smiling», en el que Heidi Blickenstaff (Mary Jane Healy) recuenta su día de atrás para adelante, completamente en reversa, no sólo como perdida en el tiempo, pero también como un pequeño guiño al video de Thank U de la misma Alanis. Y visualmente es un momento fabuloso que te deja boquiabierto.
Se sabe, sin embargo que el momento climático cae en manos de la ganadora al Tony, Lauren Patten como Jo cuando rompe su relación con Frankie y le dedica la ardidísima You Oughta Know con un poder incendiario y una energía tan emocional que para el final del número el teatro entero está de pie aplaudiéndole sin parar.
Pero podríamos hablar de otros muchísimos números que pegan justo donde tienen que hacerlo: All I Really Want, So Unsexy, That I Would Be Good, Hand In My Pocket, No y Thank You, entre muchos otros. Cada uno con su personalidad y precisión.
La única área de oportunidad, quizá del musical, es que ahí donde tiene a actorazos del tamaño de Lauren Patten, Derek Klena, Heidi Blickenstaff y Sean Allan Krill, los jóvenes Morgan Dudley y Adi Roy como Phoenix, el nuevo interés amoroso de Frankie, se quedan atrás en un elenco que les puso la bara muy alta, y en el que les es inevitable demostrar que aún están muy verdes para sacar la garra que Jagged Little Pill les pide sacar. Cosa que no es el caso de Kathryn Gallagher como Bella, la víctima de abuso, que francamente devasta con su actuación y momentos musicales como Predator.
Sí, Jagged Little Pill no es un showtunes para salir sonriente y coreando las canciones, al estilo de Dear Evan Hansen o Next To Normal, Jagged te pide permitirle al género musical rascar más profundo, quizá herir, cuestionar, doler donde tiene que doler y volverse reflexivo. Y lo logra de manera magnífica. Si la pregunta es «¿ver o no ver Jagged Little Pill?», la respuesta es: por supuesto. Y prepárate para ser provocado.
Jagged Little Pill se presenta en el Broadhurst Theatre en Broadway y puedes conseguir tus boletos aquí.