Mel Fuentes y Miguel Jiménez dan voz a niños abusados con Tierra Firme, y les enseñan a no callar lo que están sintiendo.
Tierra Firme no pretende ser una obra infantil como muchas otras: llena de eufemismos y metáforas, de pronto más simbólicas que otra cosa. La obra, escrita por Mel Fuentes y Jessica Lunet, y dirigida por Miguel Jiménez, busca vocalizar de manera directa y sin maquillaje temas como el abuso y la violencia, y llegarle a una audiencia familiar con un montaje con mensaje, sí, pero también mucha aventura.
Cuatro niños de distintos bagajes se pierden en el bosque incapaces de regresar a su campamento, y juntos tendrán que descubrir que sólo enfrentando a «La sombra», que representa sus miedos, y atacándola con el poder de la voz podrán regresar a su lugar seguro, unidos por sus diferencias y ligados por temores, complejos y heridas que cargan de pronto sin siquiera saberlo.
Tierra Firme, un montaje sencillo pero lúdico en el Teatro María Tereza Montoya representa la primera vez detrás de escena para todes sus creadores, entre ellos, Mel Fuentes y Jessica Lunet que se estrenan como dramaturgas, y Miguel Jiménez que salta del escenario a la batuta de director, todos cobijados por la amistad y el cariño que han ido formando en los últimos años como compañeros cuenta cuentos.
Aquí nuestro review de Tierra Firme
Terminando la función de estreno platicamos con Miguel y Mel para que nos contaran cómo nació esta colaboración, y la complejidad de hablarle a un público infantil de temas con complejidad adulta.
¿Entonces los dos están debutando, tanto como director, como dramaturga, cierto?
Mel: Sí, junto con Jessica Lunet.
¿Por qué era importante para ustedes contar esta historia?
Mel: Primero porque quiero empezar a formar una poética personal. Quiero poner mis palabras en la escena, y quiero que lo que a mí me importa pueda suceder en el teatro. Desde chiquita yo sabía que quería hacer teatro porque quería ser escuchada, porque habían cosas que quería decir y la gente no estaba oyendo. Esa es mi razón de hacer teatro, el discurso que tengo que compartir.
Miguel: Ellas estaban en proceso de búsqueda de quién iba a dirigir esto y ahí ya estábamos siendo cercanos por Junio en el 93, entonces le dije a Mel… “Oye…¿y qué te parecería si lo intento?”, y me dijo, venga, va. Originalmente me estaban invitando solo a hacer la musicalización de la obra y estaban buscando quién dirigiera, entonces terminé con las dos canastas y me pareció un gran combo porque yo desde la música ya estoy detonando una buena parte de las sensaciones que se establecen en la obra y así me siento más tranquilo. Yo. La música es un lenguaje que conozco más. Y el de la dirección creo que por el hecho de ser tan curioso de los procesos teatrales les he podido ver las costuras a quienes me han dirigido, entonces comprendo cosas, comprendo desde dónde las han abordado.
Lo que me pareció increíble es que todo surge un poco del amor que iba generando ya por Mel porque nos estábamos empezando a volver personajes muy cercanas, y creo que ella me ha compartido mucho de su proceso personal, y de pronto que me dijera, quiero hacer una obra donde eso esté puesto en escena, de entrada me emocionó porque creo que es de mucha valentía, no es cualquier cosa.
Hay algo en el discurso de la obra que inevitablemente nos toca a todas las personas. Cuando yo pienso en las cositas que se me han acallado porque no sé cómo decirlas, porque están ahí porque me duelen y sé que existen, sólo no sé cómo se llaman, digo, qué bonito ver un viaje en el que cuatro personas encuentran la manera de decir esto me duele. Y una vez que lo sacas ya no está dentro de ti y todo puede trascender un poco más.
Ahorita usaste una palabra que me parece muy valiosa que es “valiente”, porque es una realidad que es de valientes atreverse a rascar en las emociones y recuerdos dolorosos de la infancia, y tengo entendido que ahí empieza la obra, a partir de un ejercicio de buscar en la memoria esos lugares.
Mel: Estuvo bueno. Fue a principios de pandemia, además. Nosotras egresamos durante pandemia y no nos quisimos quedar quietas, y empezamos a través de Zoom a hacer un laboratorio. Tratábamos de ir mucho hacia lo sensorial, hacíamos exploraciones sobre cuál era la música de mi infancia, cuáles eran los sabores de mi infancia, mucho escribir, compartir, experimentar con la cámara. Nos la aventamos ahí la primera vez, hicimos un work in progress a través de Zoom.
Cuando finalmente pudimos hacerlo presencial le dimos otro tratamiento a la obra, le dimos otra retocada al texto, e invitamos a Miguel a unirse.
Lo que decía Miguel de poder vocalizar emociones, siento que es algo que como niñes no sabemos hacerlo. Es un proceso que toma tiempo y madurez, a veces hasta terapia, poder lograrlo y entenderlo, y ponerle nombre a lo que nos duele. Mi pregunta es, ¿cómo llegaron al lenguaje para poderle hablar a los niños de estos temas?
Miguel: Esa fue la pregunta que lo detonó. De las obras que denominamos infantiles, que hemos visto, ¿qué sí nos gusta y qué no nos gusta? Nos dimos cuenta que había un terreno muy grande que compartíamos todo el equipo en el que decíamos, ¿por qué siempre se hacen de cierta manera las cosas? ¿Por qué hablarles a los niños como si necesitaran más esfuerzo para entender? Cuando la verdad es que entienden a veces por muchas más vías que nosotros que nos empezamos a quedar bloqueados con la adultez.
Entonces hicimos una apuesta por no hacer caricaturitas. Si de lo que se trata en cierto punto de la obra, del conflicto, es del abuso, lo vamos a poner con palabras explícitas. No lo vamos a poner en un símil. De que aquí entra un animal y eso es el abusador. No. Tiene una voz, una voz de hombre, acosa a la niña en sus pesadillas. Y fue una apuesta que hasta ahorita, que en el público había poquitas niñas, pero sí había, terminé de comprobar que la hipótesis estaba bien lograda. Fue un riesgo que quisimos tomar porque no queríamos edulcorar el conflicto, no queríamos diluir para no espantar, porque el conflicto es muy grave en términos de lo que se calla en las voces infantiles, y también en el que se suele cerrar el escucha, los papás, las mamás, quienes guían.
Ayer me contaban de casos de niñas que sufrieron abuso y fueron develados hasta mucho tiempo después, luego los papás hacen esta retrospectiva y se dan cuenta que todo el tiempo se los dijeron, pero ellos no fueron capaces de escuchar. Y claro que no te lo van a decir como es porque están aterrados, pero te dan todas las señales para decir, estoy viviendo algo que no quisiera estar viviendo.
También queríamos que fuera un experimento divertido y lúdico. Y muy rico en todos los sentidos. Con el punto de partida de producción que tenemos, que ahora no estamos estimulados literal por nada, ni estamos apoyados por nada, con los pocos recursos que había, y lo que ya había también en este teatro echamos a andar todo lo que pudimos para que fuera una obra estimulante, que generara cosas a nivel vida, y pudiéramos contar esta historia que no es suavecita, que no es un problemita, y eso es lo que queríamos dejar bien plasmado.
El abuso es en definitiva un tema que universalmente es muy grave, pero de pronto esta obra también habla de otros temas que tenemos mucho más normalizados como la violencia estética, el machismo, el bullying, que a un niño no siempre le dicen que está mal.
Miguel: Totalmente. Y se refuerza todo el tiempo. A las niñas les dicen que son feas, mil cosas, mecanismos súper normalizados en las casas. En algún punto se tomó la decisión de volver una de las cuatro historias como la punta de lanza. Porque claro que las cuatro historias tienen su peso, pero llegamos a esa decisión porque también de pronto es imposible hacer un viaje completo y complejo de cuatro historias en la misma obra. Entonces se eligió la historia de Eli, que además poético ya estaba todo puesto porque es una niña que no habla, estaba muy puesto, y que las otras tres historias estuvieran acompañando y empujando paralelamente, pero que el viaje finalmente de encontrarse con la sombra, y encontrarse con el miedo van y lo enfrentan los cuatro niños.
¿De dónde nace la idea de llevar al público al escenario y salirse de las butacas?
Miguel: Básicamente el diseño sonoro y el diseño del espacio escénico fueron bastante de la mano, dados mis gustos y capacidades. Construí la dirección escénica desde ciertos estímulos sonoros y demás. Como pudiste darte cuenta hay un sistema cuadrafónico, es decir, una bocina en cada esquina, y cada bocina tiene la posibilidad de ser independiente, cosa que no sucede en los sistemas convencionales estéreo. De ahí se empezó a desarrollar la posibilidad de que fuera un espacio lo más inmersivo posible, que los actores tuvieran mucha cercanía con el público, que el público pudiera tener la mayor intimidad con los performers, y se construyó desde ahí
Les voy a confesar que a mí de niño claro que me tocó ir a campamentos, y siempre me representaron un miedo. Era este momento donde te soltaban lejos de tu familia, con poca supervisión adulta, y niños de pronto violentos contra los cuales podías hacer muy poco. Y a mí novio le pasó idéntico, lo hemos platicado. Entonces, ¿de dónde nace la idea de armar esta historia precisamente en un campamento?
Mel: Yo también fui a campamentos y coincido. Te ponen en el lugar más vulnerable. Tus primeras veces aislada de tu círculo seguro, que es muy interesante, porque lo que vemos en la obra es que ni es tan seguro. Estos niños tuvieron que alejarse, viajar a un universo fantástico que se transforma para poder darse cuenta que también en la casa hay algo que duele. Pero sí, coincido. Te ponen expuesta a todo. Y tú te sientes como que estás solita en el universo, o al menos así me sentía yo. Y así mi personaje.
Ésta es una de esas historias en las que tienes que viajar para encontrarte y volver con un nuevo conocimiento.
Y justo sí es un viaje muy lúdico, muy imaginativo, te lleva a espacios. Y a mí me hizo pensar un poquito como en las clásicas películas de Amblin. En Stand By Me, en Goonies, ¿ya saben?
Mel: Sí, sí, sí, sí, sí. Nuestras referencias eran Goonies, era Narnia, era Stranger Things.
Miguel: Ésa está muy clarita, ¿no?
Mel: Por supuesto. Todas ésas son historias de niños que necesitan decir algo, que necesitan verse a los ojos, y solamente yéndose a otro tiempo y espacio fantástico pueden hacerlo.
Tierra Firme se presenta sábados y domingos a la 13:00pm hasta el 3 de julio en el Teatro María Tereza Montoya.