Todo es risas y diversión hasta que Jeff nos recuerda por qué se hace teatro, por qué el show debe continuar.
Escrita por el actor canadiense Jeff Leard, basada en experiencias personales, Marcos Radosh y su director, Eduardo Soto, hacen un estupendo trabajo de regionalizar El Show Debe Continuar para hacer de este road trip de locura uno muy mexicano, pero el mensaje sobre el poder del teatro, uno enteramente universal.
Jeff es un actor que busca la fama y la fortuna, pero para su mala suerte, termina en una compañía itinerante, al lado de un actor maduro, barbón y gruñón con mucha pasión por lo que hace, y una actriz de sangre ligera pero enormemente desubicada, cuya meta, como compañía, es conseguir «un año perfecto» de funciones del espectáculo infantil Rumpelstiltskin de gira por escuelas en toda la República. Es decir, dar el cien por ciento de las funciones, no importando obstáculos y retrasos. Cosa que nunca antes de ha conseguido.
Jeff odia la idea de hacer teatro infantil, pero por el momento es todo lo que tiene, y la gira comienza a resultarle fatigante y pesada, entre niños que se orinan durante la función, moteles llenos de cucarachas, restaurantes donde no hay ni luz y Alcaldes que los tratan con las patas. Lo que lo lleva a cuestionarse, ¿habiendo gente en el mundo haciendo un verdadero cambio a partir de sus profesiones, qué tiene él para ofrecer que no sea vanal y bobo?
La respuesta vendrá sola, conforme la gira los lleve a lugares inesperados y le recuerde a Jeff que el actor es un creador de fantasías, un muy necesitado alivio para los pesares de la realidad, de la que tanta gente quisiera escaparse, aunque sea por una hora, para reír y vivir lejos de aquello que los aqueja y rompe todos los días.
Y empecemos por lo básico: Marcos Radosh es estúpendo. Un monstruo de comedia en escena, que se come el texto a puños y se entrega al ridículo y a las diferentes personificaciones de los distintos personajes que van apareciendo en su relato, todos hilarantes de distintas formas, ultra memorables, y creados básicamente a partir de voces y gestos, porque los props que usa para transformarse de uno en otro son mínimos y meramente guiños.
Con una energía francamente envidiable, Marcos no para. Eduardo Soto lo tiene bailando, saltando, rodando en el piso, cambiándose de ropa, iluminándose con una linterna, manejando una camioneta de cartón, todo sin segundos para respirar, a excepción de los pocos momentos en los que sale de escena sólo para regresar con algo nuevo de utilería cargando o empujando. Un unipersonal en todo el sentido de la palabra. Es la narración de Jeff, pero es el show de Marcos Radosh, y es uno que encandila y conmueve, y te enamora de su actor.
Son actores como él los que nos recuerdan lo que es la entrega, pero sobre todo, lo que es el disfrute del escenario. Algo que al mismo Jeff le costó trabajo entender.
Más allá de la brillante interpretación, La Capilla se viste con telas que caen del techo creando una profundidad que hace ver el foro enorme, cuando sabemos que no lo es tanto, y recuerda la estética nómada y artesanal del teatro de carpa. Tiene algo de renacentista y la bondad de ser un recordatorio constante de que el teatro es fantasía, es magia, y es cuento.
El Show Debe Continuar, fue irónicamente parada en seco en su primer intento de temporada en 2020 con la llegada de la pandemia, y sólo pudo dar dos funciones. Ahora está de regreso para en efecto continuar, y como el mismo Rumpelstiltskin haría, Marcos Radosh y Eduardo Soto están creando oro de lo que alguna vez fue frustración y lamento, metal precioso para los que necesitamos de la risa, de lo fantástico, de la aventura, del teatro vivo y poderoso. De la cartelera un esencial, y para Marcos Radosh, Jeff, un digno heredero de la encantadora Janet.
El Show Debe Continuar se presenta los sábados a las 18:00pm en el Teatro La Capilla.