Vamos a dejar una cosa clara, Las Meninas con Los Días de Díaz acaban de hacer de Diego Llamazares una superestrella.
Las Meninas abren su temporada, o bien ya deberíamos decir, residencia 2023 en el Teatro Milán con un episodio dedicado a Porfirio Díaz, una temática que si bien ya habían probado alguna vez en sus muchos años de historia, no pertenecía a su repertorio habitual y construyen este año básicamente de cero.
Haciendo uso del que definitivamente es uno de sus elementos más fuertes, Diego Llamazares (Apenino, el cochero), Las Meninas le dan el rol de Porfirio Díaz para toda crestomenina y número musical; primero haciendo, claro, referencia a su color blanco de piel que la Tía Cecilia propone que se pinte de café y Alma María detiene recordándole que no se hace «brown face», pero luego decide ir por un técnico que sí sea moreno para que se mantenga la fidelidad del personaje original que viene de Oaxaca y por tanto, blanco no es, aunque las monografías de pronto nos lo white whaseen.
Sí, esta vez y más que nunca se agarran del tema del racismo, tan álgido en nuestro sistema teatrero, para crear desde ahí gag tras gag, uno más políticamente incorrecto que el que sigue. Pero volviendo a nuestro Porfirio Díaz…
Qué decisión más brillante. Llamazares toma al toro por los cuernos y se transforma con garra y potencia en un Porfirio Díaz que es todo lo que un show como el de Las Meninas requiere: enormemente gracioso en los pocos momentos en los que se le permite al personaje serlo, gran cantante y bailarín para los varios números musicales de los que es figura central, pero más importante, imponente y soberano en más de un soliloquio que deja a cualquiera que lo escuche izando la bandera mexicana con el corazón lleno de patria o, dependiendo el caso, arrinconado y temblando de las rodillas para abajo.
Y así la cosa, Diego Llamazares no es nuevo al elenco de Las Meninas, ni mucho menos al tianguis teatrero. Con obras como Sor-presas, Ghost y Homomelodramaticus ya ha demostrado de sobra que su capacidad para adueñarse de escenas cómicas es uno de sus fuertes. Pero Hugo Isaac Serrano (director y dramaturgo), junto a Luis Huitrón (además de Bárbara, también director) sacan fuego de él y lo prenden en el escenario para que cada que abra la boca el cuarto se quede en silencio y simplemente escuche. Y que suertudos aquellos a los que les toca.
Se nos olvida, de pronto, que las Damas de Ibarguenguer están ahí sí para parodiar la sociedad actual desde la historia que nos viene persiguiendo desde tiempos antiguos y poco se ha visto realmente cambiada, para hacernos reír y ponernos a cantar, pero cuando quieren, salen con espadas afiladas en las manos y se dedican a dar estocadas donde lo serio y reflexivo también merece un lugar dentro del discurso. Lo hicieron poderosamente con Sor Juana, con Maximiliano y repiten esos momentitos de impacto emocional, quizá más contundente que nunca, ahora con Porfirio Díaz, un personaje que les permite navegar la gama de grises de un hombre que no puede ser simplemente llamado villano o héroe.
Ahora, claro, Llamazares se está llevando las palmas en este capítulo no porque se coma a nadie, pero porque María Bárbara (Luis Huitrón), Alma María (Gina GranB) y la Tía Cecilia (Christian Escorcia) son eternamente geniales. No quisiera decir que es lo esperado de ellas, porque la genialidad se trabaja para mantenerse, crecerse y encontrar el lugar preciso para brillar cada función, pero sí aplaudirles que sabiendo de lo que son capaces, de pronto den un pasito para atrás y permitan que alguien más de su siempre creciente elenco tome de pronto el estandarte del episodio.
Los Días de Díaz busca entre musicales favoritos del público inspiración para sus canciones, y en esta ocasión hacen libre uso de The Room Where It Happens de Hamilton, Popular de Wicked y All That Jazz de Chicago, con coreografía Fosse incluida (bravo al coreógrafo Gerry Pérez por eso) para retratar el viaje de Porfirio de subordinado de Juárez, a militar estratégico, a esposo necesitado de un makeover y, claro, a dictador destructivo y finalmente exiliado, con una que otra canción de los Backstreet Boys y Yuri para aderezar, que terminan por recordarnos que, siendo muy honestos, con otros Presidentes más recientes la hemos pasado peor.
Y aprovechando que muchos en el público del Milán ya tienen una relación cercana con los personajes, se sueltan a jugar más que nunca con los rencores de la Tía, haciendo de Benito Juárez un franco demonio de cuernos enormes (porque «gamborimbo ateo») que, Marvín Ortega (Pompeyo, el paje) entrega de forma graciosísima, como absolutamente todo lo que hace desde que abre el espectáculo solito sobre el escenario todos los jueves. Otro más de la compañía que episodio tras episodio encuentra la forma de quedarse grabado en la memoria.
Momentos Martha Debayle, Franciso I. Madero siendo confundido por tres personas (Francisco, Ignacio y Madero), Delfina, ex esposa de Porfirio Díaz, viviendo un ridiculísimo y bobo, pero perfecto instante Flipper en sus últimos momentos de vida, completan un capítulo que sin duda pasa a la historia como otro más de los home runs de Las Meninas. Uno hilarante, de coreografías más complejas que cualquier anterior en el repertorio, y retumbante. Los Días de Díaz es un espectáculo que deja al Teatro Milán vibrando.
Lo emocionante de todo esto es que apenas es enero y Las Meninas tienen un acuerdo para permanecer todos los jueves de manera ininterrumpida en el mismo teatro, lo que significa que además del esperado regreso de capítulos que nos han enamorado en el pasado (precisamente como el de Maximiliano y Carlota que ya anunciaron), vienen otros completamente nuevos, por ejemplo, uno dedicado a Leona Vicario, de la que en general sabemos tan poco y que no podemos esperar porque Las Meninas iluminen su historia de esa manera tan ácida e irreverente que tienen para hacer absolutamente todo.
Las Meninas: Los Días de Díaz se presenta todos los jueves a las 8:45pm en el Teatro Milán.