El multipremiado monólogo de Suzie Miller, Prima Facie, cobra poderosa vida gracias a una magistral Regina Blandón que se sube al escenario del Teatro Milán como si fuera un coliseo en un montaje limpio sobre los muchísimos huecos legales que mantienen a las mujeres no sólo desprotegidas en torno al tema de abuso sexual, pero en tantas ocasiones re-victimizadas por el mismo sistema que ha jurado protegerlas.
Prima Facie es de esas obras que da orgullo poder decir que tienen su versión mexicana. La obra, originalmente australiana, ha pasado por Londres y Nueva York con apabullante éxito y ceremonia, y no es para menos. El texto de Suzie Miller, confrontativo, doloroso y explosivo no sólo cuestiona el manejo del abuso en el sistema legal como una historia de antaño contada mil veces, pero lo hace a partir de un presente que es francamente bochornoso y aberrante descubrir que en nuestra actualidad siga fallándole a las víctimas, a las que podría parecer que voluntariosamente humilla y desprestigia.

Tessa es una excelente abogada litigante que a diferencia de muchos otros en la Corte y en las escuelas de prestigio no viene del privilegio, pero luchó para conseguir su lugar en una profesión elitista. Su trabajo le implica no cuestionar a sus clientes, como ella misma dice, no está interesada en saberlos culpables o inocentes, pero en narrar los hechos del caso, encontrando baches y huecos en las historias del contrario, para poder plantear un relato conveniente que finalmente siembre la semilla del veredicto en un jurado que -ellos sí- decidan para el acusado libertad o castigo.
Tessa lleva una racha ganadora que la ha colocado como una de las mejores de su firma, y los humos los tiene subidos a la cabeza. Desde su postura el acusado que le toque defender no recibe ningún tipo de juicio, pues la Ley está ahí para enjuiciar por ella, de modo que no tiene conflicto alguno con ser solicitada para casos de abuso sexual donde le toca ser la que encuentre la manera de hacer ver a las presuntas víctimas frente al jurado como testigos poco confiables de sus propias historias dada la falta de evidencia en casos sin violencia. Lo hace con tacto, a diferencia de algunos otros abogados hombres, pero igualmente con frialdad. Ella cree en el sistema hasta que un buen día el sistema le falla a ella… y la moneda se voltea.

Prima Facie es un monólogo cargado de texto y Regina Blandón una ametralladora. La verborrea de Tessa está completamente alineada a su inicial arrogancia. Ella quiere presumir su historia, o eso pareciera en un comienzo. Camilla Brett (directora) aborda el primer acto con franca euforia y sube los decibeles de una Regina que escupe su relato como si no pudiera esperar por decir lo que sigue, y lo que sigue, y lo que sigue. Como una niña chiquita que te quiere contar cómo ganó el cuadro de honor en la escuela. Le permite enfermarse de sí misma, atascarse con las palabras, los momentos, los recuerdos, los personajes. Ser convulsa y altiva. Soberbia, pero simpática. Ganarse a un público que, por supuesto que la está juzgando, pero ella no se da cuenta. No quiere darse cuenta.

Y entonces su clímax es poderoso porque pareciera que el tiempo se acaba de detener. Regina Blandón va diluyendo el ritmo, pasando de la Tessa invencible a la Tessa vencida, agarrando a la audiencia en curva, como sucede en estos casos en la vida, para entregarnos un acto dos soberbio que se siente como caminar en lodo. El frenesí que nos tenía cargados de una cierta energía se vuelve un ancla que se arrastra, y Regina sucumbe a una fatiga que pesa sobre el teatro, pero lo hace desde un lugar contenido y lleno de tracción. Ésta es la corona de Regina Blandón, la obra que la coloca en la cima. Después de Prima Facie ya no hay vuelta atrás para ella.

Ni Suzie Miller, ni Camilla Brett están interesadas en hacer de la historia de Tessa un melodrama simplista. El toque de Prima Facie no nace de la condescendencia, su meta es una más directa que apunta directamente a un sistema legal (propiamente inglés, pero se replica prácticamente igual en todos lados) que no ha encontrado la forma de manejar las denuncias de abuso bajo un esquema que proteja a las víctimas, entendiendo que estos casos no pueden ser tratados como otros muchos crímenes y delitos cuyos juicios se sostienen en la evidencia concreta, y que termina por re-victimizar a las denunciantes que se atreven a levantar la voz, sin nada que ganar (como bien lo expone la obra), sabiendo que tienen las de perder en un proceso que encima de todo las estigmatiza.

Prima Facie es cruda y Camilla Brett la baña en un entorno limpio y fino, un escenario minimalista, luminoso y cuidado, para recordarnos que éstas no son historias de submundo que le pasan «a otros», ahí donde la cosa se ve oscura y tasciturna, y el peligro es inminente, no, estos casos son los que nos rodean, que no necesitan de esquinas de dudosa procedencia para suceder, que se dan a la luz del día, en entornos laborales, en entornos familiares, en eventos casuales, que ni siquiera tienen el suficiente miedo como para esconderse.

De manera bellísima, el trabajo de Emilio Zurita y Mariana González en iluminación acompaña como un relojito, preciso y puntual, la interpretación de Regina Blandón para darnos emoción y espacio, y una absoluta personalidad a toda la obra, mientras Estela Fagoaga hace lo suyo en un vestuario que pinta dinamismo desde un lugar aparentemente sencillo, pero es definitivamente la creación de Miguel Jiménez en el diseño de audio la que termina de ponerle la cereza a un pastel tan elegante, tan pulcro, que hace retumbar las palabras de Suzie Miller en los recovecos del cuerpo donde tiene que hacer eco.
Prima Facie es todo lo que en otros tantos países se había gritado sobre ella. Es así de poderosa, es así de magistral. Es de ésas que te dejan en silencio en tu butaca al terminar con ganas de pedir unos minutitos extra para recuperar la respiración. Es teatro del que vocifera con un Regina Blandón que te pasa por encima como un tanque, que te encanta en un inicio para después darte la sacudida de la vida. Y es clara y rotunda. Un pedazo de teatro que no tiene que pasar por jurado alguno para que el veredicto sea inminente: es la imperdible.
Prima Facie se presenta viernes, sábados y domingos en Teatro Milán.