La comedia shakespeareana de Alonso Íñiguez es probablemente la versión más creativa que se ha montado de Romeo y Julieta, un disparate a dos voces que te saca risas de carcajada y del que Shakespeare no sabría ni qué pensar.
El Romeo y Julieta de ‘Romeo y Julieta de Bolsillo’ no es sólo un Shakespeare for dummies, es francamente un Shakespeare para poco cuerdos y definitivamente no para los dogmáticos -ya cuando Romeo está dispuesto a cambiarse el apellido Montesco por García, sabes que esta obra se toma todas las licencias que quiere. Y cómo le queremos aplaudir eso.
En la puesta -que no es precisamente un texto clásico, lo clásico es sólo el pretexto- dos maestros se encuentran erróneamente en el mismo salón para dar una clase del famoso William Shakespeare (el público son sus estudiantes) y en un intento por demostrar que saben más del escritor que el otro, su rivalidad los lleva a improvisar un montaje de Romeo y Julieta -una adaptación muuuuuuy libre- en la que ambos se intercalan absolutamente todos los personajes de la obra, y los van representando con distintos acentos, manierismos y props que van robando del carrito de limpieza que el joven de intendencia dejó olvidado en la habitación.
De ese modo, Teobaldo se convierte en un franco mirrey, Benvolio en un tetazo que thethea, el Conde Paris en una inventada, Lady Capuleto en una señora copetuda de las Lomas, el Fraile John en un inmigrante brasileño y los amantes de Verona, Romeo y Julieta, en inocentes pubertos que a la ositos cariñositos portan una playera con un corazón rojo al centro (porque eso sí, el vestuario de Mauricio Ascencio podrá ser sencillísimo e hilarante, pero estéticamente es de lo más bonito y te hace sentir en un cuento para niños).
La farsa de Romeo y Julieta no sólo señala lo paródica que puede ser la obra de Shakespeare (porque sí, eso de que los protagonistas tienen 14 años y se casan a un día de conocerse no tiene toda la lógica del mundo), pero además pone a sus actores en la perfecta posición de hacer franco alarde de su gama de comedia y de las herramientas con las que cuentan para pasearse por el escenario con un franco abanico de propuestas, dignas de cola de pavo real.
De ahí que Santiago Zenteno se luzca en su creación de acentos, Adriana Montes de Oca en su catálogo de gestos, Brenda de Arrigunaga en lo puntual de su comedy timing, y Pablo Chemor se divierta tanto con esos pujiditos con los que adorna al personaje de La Nana. Y en el proceso se ve que Alonso Íñiguez se la pasó como en crucero montando esta obra con este grupo de actores que simplemente contagian lo bien que se la están pasando. (OJO, los cuatro no actúan juntos, se van alternando funciones siempre un hombre con una mujer).
Y si creías que un pequeño pizarrón verde resultaba escueto como escenografía, espera a ver todo lo que pueden hacer con tantita creatividad, dos frentes y un gis.
Jamás te imaginaste poder reír tantísimo con una historia tan trágica.
Romeo y Julieta de Bolsillo se presenta todos los sábados a la 13:00 en La Gruta del Centro Cultural Helénico.