La desdichada Medea se convierte en una madame en esta adaptación de la clásica tragedia griega al estilo Mauricio García Lozano que mueve a la bruja de Eurípides de Corinto a la Merced para enterrarla en una esquina decadente tan sucia y oscura como su propio crimen.
La Medea en Foro La Gruta no es ni remotamente la que tenemos en la cabeza. El texto es un original de Antonio Zúñiga y aunque sus protagonistas son los mismos de Eurípides, Medea y Jasón, en esta re-interpretación ambos están sumidos en un submundo donde el coro de lamentos son un grupo de prostitutas y su escenario lejos de la exótica Corinto es un desolador tianguis en la Merced.
El dolor de Medea, sin embargo es exactamente el mismo. Ella, una extranjera en tierra del hombre del que está enamorada, abandonó a su familia, asesinando a su hermano en el proceso para poder estar con Jasón, sólo para ver su promesa de lealtad eterna traicionada cuando él encuentra otra «princesa» con la cual compartir su reino.
La Medea de Mauricio García Lozano -que no es ajeno a darle un toque moderno y estilizado a clásicos como Romeo y Julieta o Macbeth- es para este montaje una excelsa Ilse Salas, que desde el principio de la puesta sale con la cara manchada de maquillaje corrido, incapaz de dirigirles a otros la mirada sabiendo de lo que es culpable, sabiendo lo que sacrificó en parte por amor, en parte por ambición, consciente de que es reina sin corona de una desgracia.
Ilse lleva la batuta de una franca orquesta. Escena tras escena es ella el núcleo constante de la acción, a veces incluso de manera literal como un átomo, sentada y encorvada en una silla, permitiendo que el resto de los personajes giren, choquen y estallen alrededor de ella, mientras Medea permanece inamovible, espectadora. Y su talante es excepcional y un gozo para disfrutar en teatro, tomando en cuenta que es una actriz cuya carrera mayoritariamente ha tomado lugar en cine y tele.
Mauricio García Lozano juega con un coro de cuatro, mujeres jóvenes y prostitutas que a veces se lamentan, otras cantan y otras reconfortan y que se mueven como una coreografía de arpías y demonios que dan matices poderosos al montaje y lo vuelven oscuro de una manera magnética.
En ningún momento el baile es tan literal como la única vez que Medea y Jasón se entregan mutuamente, realizando una danza furiosa y apasionada que se vuelve uno de los grandes clímax de la obra, y que Mauricio coloca de manera orgánica al centro de su montaje como un acento inesperado, justo y apantallante.
Y los hombres -el amante, el hermano y el rey- son igualmente precisos, distintos en sus escenas a solas con Medea, pero tan parecidos en su manera de sacar los dientes. García Lozano no tiene eslabón débil.
Y tampoco lo tiene entre su equipo técnico. Todo, desde la escenografía que te transporta a ese pasillo oscuro y gris detrás de la cortina, que prácticamente puedes olfatear, hasta el diseño de audio que a momentos resulta tan tenebroso con una alarma que pudiera anunciar el fin del mundo; el universo que se crea en el pequeño espacio de la Gruta es contundente y miserable, de la mejor manera posible.
Medea se presenta viernes, sábados y domingos en Foro La Gruta.