Platicamos con Melissa Barrera, el elenco y el director de Dos Veces Tú para que nos contaran todo sobre ese choque y la cinta que nos recordó a David Lynch.
Hoy hace su estreno oficial en cines Dos Veces Tú, una película de Salomón Askenazi, que luego de triunfar en festivales de cine como el de Yucatán, Santa Bárbara o Portugal con mención honorífica llega a salas comerciales en México con un elenco inesperadamente teatrero, entre ellos: Melissa Barrera, Mariano Palacios, Anahí Dávila y Daniel Adissi.
La cinta cuenta de manera no lineal y con ciertos detalles de misticismo las historias paralelas de dos primas, Daniela y Tania, ambas muertas en un accidente automovilístico y al mismo tiempo, ambas sobrevivientes del mismo. ¿Les empieza a sonar Lyncheano? Es porque lo está.
«Cuando la gente nos compara con Memento, con Abre Los Ojos, con Mullholand Drive me encanta. Se me hace que sí le queda y a lo mejor sí fue mi referencia inconsciente», confiesa Salomón cuando la icónica película de David Lynch sale al tema.
A pesar de que los cuatro proagonistas de la cinta se mantienen en duelo prácticamente dos tercios de la película, Melissa Barrera acepta que en realidad la filmación no fue pesada o dolorosa, pero todo lo contrario. «Fue una película muy divertida a pesar de los high stakes porque todo el tiempo estábamos contra reloj, pero a la vez nunca se nos olvidó disfrutar, y nos tomábamos el tiempo de explorar, de ver cuál era la mejor manera de contar cada momento. A lo mejor tú piensas que el duelo es estar llorando todo el tiempo, o estar en depresión, o estar en la cama, pero no, cada ser humano lo lidia de manera diferente».
Por supuesto que una de las escenas -¿o debería de decir dos?- clave de Dos Veces Tú es la que involucra el accidente automovilístico. Tania, Daniela y sus respectivos esposos salen intoxicados de una boda y deciden aventarse unas carreritas a sus casas en la calle casi vacía, cosa que por supuesto termina de manera trágica en dos distintos aparatosos choques que son los que dan pie a la trama de la historia.
«De hecho el que hizo los efectos especiales del choque, Alejandro Vázquez, hizo también Amores Perros», expone Salomón. «De noche hicimos una semana completa de nocturnos para sacar todas las escenas de las carreritas y todo lo que pasa en esas secuencias, y sí fue súper pesado. Casi fueron 10 días, se compraron coches para destruirse, quedaron muchos pedazos, cerramos calles, fue todo un show a tres cámaras».
«Tomamos clases de stunt driving, nos enseñaron todo, y luego no usamos nada», agrega Melissa Barrera, «Yo estaba súper triste. Digo, con buena razón, igual y acababa matando al director y al fotógrafo (ríe), y sí, no nos dejaron manejar por nuestra seguridad, obviamente».
Por su parte, Anahí Dávila tiene un momento para brillar que curiosamente involucra una escena inesperada de baile (no les voy a spoilear nada, pero sí les puedo decir que es uno de los momentos más llamativos de la película). «Nuestra coreógrafa es una maestra de hip hop y tuve clases con ella, como dos sesiones, tratamos de armar una coreografía en la que ya después pudiera meterle un poquito de mi cosecha. Hacerla mía», explica Anahí al tiempo que recuerda que sólo les tomó dos horas filmarla, aunque pareciera mucho más, y para Salomón Askenazi fue todo un sueño cumplido: «Siempre he sido muy fan de las escenas de baile en películas que de pronto se salen un poquito de lo normal, entonces quería tener una así y Tania se me hacía el personaje ideal para alocarse y bailar».
Como dato curioso, son varias las escenas en las que más de un personaje fuma marihuana de una pipa, y Salomón junto con su equipo de arte decidió que se usara marihuana real porque la opción de hacerlo con papel simplemente no se veía real. La del baile es una de ésas.
Cuando les pregunto por una anécdota del detrás de cámaras es Mariano Palacios el que toma la palabra y narra lo siguiente:
Mariano Palacios: Mi última audición la hice con Daniel Adissi, pero la verdad es que la relación que hay entre nuestros personajes no es tan buena, no tienen nada que ver el uno con el otro, como que chocan mucho, y hay un momento en el que improvisando le dije: “Me cagan los judíos”, mi personaje es el no judío, es el goy, entonces este wey, no sé si se sacó un poquito de pedo, o yo, o los dos.
Daniel Adissi: Es que yo sí sabía que el productor y el director eran judíos, y yo soy judío, entonces nada más le hice una cara como de “Are you sure, man?”
Mariano: Yo lo estaba diciendo según yo un poco como lo haría mi personaje, pero después este wey me contestó, “¿Cómo que no te gustan los judíos?”, que no sé si lo dijo en serio o de broma…
Daniel: No, no, te la estaba siguiendo en personaje.
Mariano: Y entonces me saqué de onda y volteo con el productor a preguntarle, “¿Tú eres judío?” y me dice sí, le digo lo mismo a Salomón y me dice, “Sí, claro, pendejo”.
Daniel: Estuvo raro-incómodo así (ríe).
Mariano: Y me eligió después de eso.
Salomón: Tu oferta de sueldo bajó a la mitad.
En fin. Más allá de los choques, los bailes y las audiciones incómodas, Dos Veces Tú resulta una película diferente que reta al espectador a entrarle al juego de su inusual narrativa, y disfrutar de un drama que no vemos de manera típica en salas de cine mexicanas. Cosa que es francamente refrescante. Y el diseño de arte de los dos departamentos donde sucede prácticamente toda la trama es francamente una obra de arte. De mí se acordarán cuando lo vean.