¿Cuánto cuestan 7 años de tu vida?
No de forma metafórica, literalmente en signo de dólares. Esa pregunta se le hace literalmente a uno de los personajes de 7 Años justo cuando está por perderlo todo, y con sólo dinero que recibir a cambio.
Ésta no es la primera vez que el director y dramaturgo Reynolds Robledo le otorga ese preciso dilema moral a personajes en una ficción. Una vida vs una gran cantidad de dinero. En Lobos Por Corderos, la obra que lo puso en el mapa, el dineral se le ofrecía a unos padres de familia a cambio de que no demandaran a la escuela culpable de la muerte de sus hijos. En 7 Años, cuatro empresarios deben decidir quién de ellos se echará la culpable de un fraude fiscal que cometieron entre todos e irá a prisión para salvar al resto y a la empresa. Otro gran dilema sin respuesta.
A diferencia de «Lobos», 7 Años inicia como película de 2016 escrita por José Cabeza y dirigida por Roger Gual, pero es fácil ver por qué llamó la atención de Reynolds. Tiene todos los elementos que le resultan carnada. La decisión imposible, la confrontación diálogada entre personajes, un final que se perfila para infeliz, cuestionamientos éticos y morales, la posibilidad del espectador de ponerse en los zapatos de los personajes, duda, angustia, nervios. Podrá no ser en génesis de él, pero 7 Años es sin duda un Reynolds Robledo.
Un mediador (Alejandro Morales) es llamado en sábado y con urgencia a una compañía millonaria de tecnología de softwares por lo que entendemos. Los cuatro socios de la empresa, el CEO (Pablo Perroni), la CFO (Jeannine Derbez), el Directivo de Ventas (José Ramón Berganza) y el genio en sistemas que los llevó a la gloria (Christian Magaloni) le piden ayudarlos a decidir quién de ellos debe ir a la cárcel con tan sólo horas de por medio para salvaguardar a los demás.
Todos tienen puntos a favor y en contra. Todos tienen mucho que perder y no tanto que ganar. Entre ellos pareciera haber una relación de compadrazgo, pero cuando llega el momento de los golpes duro y a la cabeza, los guantes se tiran al suelo, las amistades salen volando por la ventana y las verdades son usadas como armas de caza.
El mediador hace una comparación que pareciera muy ajena, ¿qué pasaría si se tiene una naranja, la más perfecta de las naranjas, y dos personas que la quieren? La cuestión no es partirla a la mitad, porque entonces ambas partes se quedan sin su naranja completa, ¿entonces cómo solucionas un dilema que de entrada parece perdido? ¿Con lógica? ¿Con dinero? ¿Con chantaje? ¿Con golpes bajos o con dignidad intacta?
¿Cuánto cuestan 7 años de tu vida? Que es lo que sabemos que es la duración de la sentencia por el crimen cometido.
De una manera frontal y poco sútil, el montaje usa un tablero de ajedrez para representar las distintas partes. Dos torres, un álfil y un caballo. Muy «en tu cara» para mi gusto. Es claro que durante el transcurso de la obra los personajes tendrán que jugar sus fichas, sacrificar peones y guardarse a la Reina para el final, pero ese toquecillo del ajedrez presencial para mí lo vuelve un poco expositorio.
Pero por otra parte utiliza con mayor inteligencia elementos mucho más imperceptibles. Carlos mostrando dominancia sobre Luis con pequeños gestos como pasarle una botella de agua para callarlo; Verónica usando pantalones siendo que viene de una boda, lo que fácilmente implicaría que podría estar en vestido, pero no… no es ese tipo de mujer; la playera de Nirvana de Luis, un hombre atrapado en la nostalgia del pasado; la forma en la que Marcel rara vez cacha la mirada de otro de sus compañeros, pero elude viendo hacia abajo, como reflexionando, pero en realidad tratando de camuflajearse sin forzosamente confrontar; las llamadas telefónicas que reciben cada uno durante el tiempo que pasan encerrado, que hablan mucho de quiénes son y dónde están parados, etc.
El elenco que nos tocó ver en el estreno fue brillante. Gran ensamble. Grandes actores, todos muy distintos, todos entendiendo qué papel les toca jugar, igual que a sus personajes, pero en el tablero de la obra. Alejandro Morales otorga los respiros. Con una sonrisita bobalicona, él que no es parte de la difícil decisión, pero un externo a ella, entrega cierta comedia como «de papá». Desde ese lugar bonachón, de señor. Joserra deja a un lado su característica nobleza para volverse un cabroncito, y le sale idealmente odiable; Pablo Perroni se para con la presencia de un líder nato; pero para mí hay dos piezas claves con las que Reynolds juega de maravilla: Christian Magaloni, chiquito e indefenso, un personaje que duele de buenas a primeras, cosa que se requiere durante la siguiente hora y media para estar verdaderamente enganchado, y Jeannine Derbez que se para como la única mujer del ensamble para comerse vivos a todos, y en un sólo monólogo sobre el sistema penal mexicano machista tiene para ganarse la obra.
Claro que éste es sólo uno de varios elencos que alternan, actores como Rocío Verdejo o Pedro de Tavira también son parte de 7 Años, pero por ahora resulta difícil hablar de quien no vimos en escena.
Hilvanado por una sensible tensión, Reynolds y su equipo creativo toman decisiones pequeñas pero importantes que no puedo sino aplaudir. Momentos de silencio que aumentan la angustia y que en otras manos se hubieran visto rápidamente interrumpidos por un diálogo o una acción, funcionan para escuchar el arañar del público en los asientos, la música y el diseño sonoro que es prácticamente un zumbido (por parte de David Federico Suzawa y Fernando Sisniega) y la luz blanca y potente (de Víctor Zapatero) como de interrogatorio, que sólo se vuelve cálida cuando recuerdan mejores momentos, y una mirada, oscura y tenue a lo que sucede cuando los personajes abandonan la sala de juntas, sólo una mirilla, casi un vistazo inconsciente a la acción fuera de la acción, todo forma parte de esa liga que ha sido estirada y en cualquier momento se rompe.
¿Cuánto cuestan 7 años de tu vida? Para cada uno de estos cinco la respuesta es distinta, pero al final no es el resultado lo que 7 Años está urgido por evidenciar, es el sucio camino que uno está dispuesto a recorrer a rastras para llegar a esa solución en la que la obra se regocija. Y vaya que es entretenido y emocionante de presenciar.
7 Años se presenta martes y miércoles a las 20:30 de la noche en Foro Lucerna.