Aludiendo a un universo de melodrama sesentero y tomando inspiración en la figura de Yves Saint Laurent, su legado y su filosofía, Abraszarte indaga en el origen de la inspiración del arte y la moda, su poder transformador y curativo, a través de un hijo y una madre que tienen más para encenderse que para contenerse.

Alonso Íñiguez regresa a la silla de director con un texto del canadiense, Michel Marc Bouchard, Abraszarte (Embrasse), recargándolo de estilo, preponderando la estética y la moda, y proponiendo un formato que se siente como un pequeño viaje en el tiempo, retro, confuso de pronto para una historia que no sucede en el pasado, a momentos permitiendo que la farsa melodramática tome el volante del conductor, por encima de un texto que tiene mucho que decir sobre el origen de la creación artística.

Abraszarte
Fotos: Luis Quiroz

Hugo (Pablo Marines) vive en un mundo de telas preciosas y sueños de convertirse en diseñador. Él y su madre, Beatriz (Natalia Traven) son dueños de una tienda de telas en un centro comercial y tienen una relación complicada, ambos de carácter fuerte, Hugo choca continuamente con la frialdad y susceptible amargura de su madre. A pesar de eso, una vez que Beatriz es acusada de golpear a otra mujer en el centro comercial, y denunciada ante la ley, Hugo se decide a confeccionarle el traje perfecto para su aparición en el tribunal, con la ayuda del mismo Yves Saint Laurent, su modelo a seguir, a quien invoca como asistente imaginario.

El texto de Michel Marc Bouchard es definitivamente una pequeña fantasía, situado en este centro comercial en medio de lo que imaginamos como un lugar de poca finura, que transforma la tienda de telas de Hugo y Beatriz en una especie de burbuja de posibilidades. De pronto de cuento. Y es de ahí que Alonso Íñiguez se agarra para despegar a Abraszarte de la realidad y transportarla a un espacio que no es de aquí ni de allá.

Abraszarte

De actuación grandilocuente y bárbara, Natalia Traven canaliza el desdén de las divas de antaño, de María Félix, quizá de Betty Davis en un impulso de pronto rayado en la caricatura de hacer de Beatriz una villana de melodrama a la Mommie Dearest. Que pudiera tener sentido tomando en cuenta que la era dorada de Yves Saint Laurent en Dior sucedió en los 50, misma década en la que una Joan Crawford viviera sus años de gloria, nominada al Oscar por Sudden Fear. Las referencias parecieran ser las correctas, y sin embargo algo en este estilo vintage no termina de clavar sus garras enteramente en Abraszarte.

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Tal vez es el hecho de que más allá del diseño de vestuario de Luis Roberto Orozco (a veces también sobrepasado en personajes que no requieren mangas con brillantes rojos porque son mucho más mundanos) y el acting de Natalia Traven, el throwback a los 50-60’s pareciera no continuar con el resto de los involucrados y quedarse a medias. Pablo Marines sin duda tampoco esta intentando ningún tipo de realismo, su Hugo es ansioso y tenso al punto de la comedia, crecido, pero no desde el mismo lugar que Beatriz. Y Paloma Arredondo, como la mujer golpeada, también construye hacia la farsa desde la dulzura y le ingenuidad, apartada igualmente de las referencias a la era magnífica de la moda Saint Laurent.

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O tal vez es el hecho de que Íñiguez nos regala una escena de época, pero no hace lo mismo con la adaptación del texto, de modo que hay una absoluta desconexión entre la era en la que se sitúa la historia, una en la que se habla de hashtags, y el mundo de Hugo donde aún se utilizan teléfonos de disco. Las referencias, aún viniendo de un lugar correcto y visualmente el más llamativo posible, terminan por convulsionar la escena hacia el caos narrativo.

El texto, sin embargo, se levanta por encima del recargado estilo escénico para atravesarnos con personajes incapaces de conectar de formas orgánicas, en busca de anhelos que parecieran eludirlos como suspiros, heridos donde la simple vista no alcanza a ver, pero la creación artística sí es capaz de revelar. De ahí que resulta bellísimo el mensaje que nos deja Abraszarte sobre el diseño de una pieza de moda, que más allá de lo que pudiera juzgarse como vanalidad superficial, viniendo desde el desahogo del impulso creativo acaba convirtiéndose en el reflejo de cicatrizces internas tratando de suturarse. ¿Y no es eso el arte? Un lienzo como respuesta a lo que el ser es incapaz de digerir.

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Pablo Marines encuentra ternura en un personaje maniaco, pero son quizá Alejandro Morales como el policía a cargo del caso y Paloma Arredondo los que se encargan de cobijar esa nobleza casi infantil para hacernos entender a Hugo como una llamada de auxilio susurrada que nadie más está escuchando. Y es curioso que sean los personajes a los que se les permite acercarse más a su humanidad, por encima de la teatralidad, los que terminan de asestar ese Abraszo con «s» y con «z» que promete el título de la obra, que contiene entre brazos calientes, pero incendia en emociones incontrolables.

Abraszarte

Abraszarte es una inteligente colección de referencias para aquellos amantes de la moda y la historia de la moda, sin duda de un estilismo pensado en todas las áreas creativas, que a pesar de distanciarse quizá del corazón menos sobreactuado de la obra, propone desde lo estudiado, lo pensado y re-pensado, y eso no puede más que aplaudirse. Hay una intención clara de referir a una época, de traer al presente hasta los lentes y corbata negra de Yves Saint Laurent, nada en el montaje pareciera suceder sólo porque sí, y a pesar de que de pronto la forma se abalanza sobre el fondo, las palabras de Michel Marc Bouchard tienen una manera airosa de salir adelante para recordarnos que el arte es curativo, es a veces la enfermedad y también la cura, y sin duda, finalmente, el abrazo.

Abraszarte se presentó en Foro la Gruta del Helénico y se encuentra actualmente fuera de temporada.