Nuevo elenco, nuevos personajes, nuevo diseño de producción, pero el mismo corazón y humor naif de Bule Bule el Show de siempre, los lunes en el Teatro Milán se acaban de volver infinitamente más rockanroleros y nosotros no podríamos estar más agradecidos de tener a los Pillos y a las Bombonettes de vuelta en los escenarios mexicanos.
En 2013 estrenaba un musical original mexicano cuyo concepto parecía más de concierto que de obra narrativa. Su nombre era Bule Bule y básicamente funcionaba como un buen pretexto para que un grupo de teatreros favoritos cantara esas canciones de los 50 y 60, en inglés y en español, que gente como Elvis, Little Richard, los Teen Tops o Julissa hicieron famosas en su momento.
Era el musical menos pretencioso en la cartelera. Lo que vendía era un buen rato, y si bien no se atenía a las reglas del musical de rocola como tal, Joserra Zúñiga en la dramaturgia y Anahí Allué en la dirección le dieron suficiente forma para que más allá de un song cycle, Bule Bule contara una pequeña anécdota: la batalla televisiva entre dos grupos, uno de hombres (los Pillos del Rock) y uno de mujeres (las Bombonettes) que concursarían cada función por ver quién se llevaba el disco de oro ese día de acuerdo a los votos del público.
Los gags que Joserra y el equipo incluyeron para hacer de Bule Bule algo con brillo que pudiera acompañar lo increíblemente bien cantado de medleys de los Four Seasons y hasta la Onda Vaselina se volvieron icónicos. El Guana como Freddy batallando con su micrófono para poder cantar Tu Cabeza En Mi Hombro, Mary Lu haciendo hula hula con el cuello, Johnny perdiendo su zapato en medio de una canción y el grupo entero llorando al ritmo de I Can´t Help Falling In Love With You a pesar de su simpleza sacaban carcajadas en un público que siempre fue un elemento más de la obra.
Años han pasado y Bule Bule el Show se ha ido y ha regresado con una multitud de nuevos elencos, canciones diferentes, gags que van evolucionando (el Guana sigue encontrando formas de hacer del anuncio de Cigarros Cumbia Mentolados la mención más ridícula posible) y hasta un reality show de pandemia, y ahora en 2023 presenta su transformación más grande a la fecha en Teatro Milán, con un diseño de escenografía e iluminación por parte de Félix Arroyo que le da un levantón a lo previamente minimalista, nuevos personajes y ante todo un elenco joven, todos parte de una generación de musicaleros que vienen a comerse la escena mexicana, y lo han demostrado ya en más de un proyecto anterior, que toman la batuta de aquellos que vinieron antes que ellos y hacen nuevamente oro con estos personajes tan sencillos, pero tan adorables al mismo tiempo.
El Rock n Roll está de vuelta en el teatro, long live Bule Bule el Show!
El Guana es el único actor de temporadas anteriores que regresa en esta nueva edición, pero la decisión es irrefutable. Freddy y él son uno mismo y resulta sumamente difícil imaginar que otra persona pudiera hacer lo que él hace. Un timing impecable, comedia física sostenida en el absurdo que jamás se siente sobreexplotada y una voz cantada que se podría escuchar por horas aún si no te tuviera en el suelo de la risa constantemente. Su regreso como la joya de la corona es invaluable, más con un elenco nuevo que aún requiere de esa fuerza de gravedad que cohesione a todos y eso Guana lo logra con los ojos cerrados.
Los nuevos Pillos: Humberto Mont, Jonathan Portillo, Emiliano Ochoa y Esván Lemus tienen un as bajo la manga que les da muchísima vitalidad, y son sus voces. Escuchar a Esván falsetear a Frankie Valli como si nada, como si fuera respirar es sorprendente, pero encima de eso, cuando le toca jugar al absoluto bobo, Esvan se suelta a los brazos del ridículo y con una cara de eterno niño y ojos enormes que no pueden sino dar ternura hace al César más ingenuo y lamentable a la fecha. Uno que quieres abrazar cada canción. Humberto y Jonathan aún tienen que explorar eso que hace a Alberto y a Enrique distintos para no fundirse como uno mismo, y Emiliano se siente un poco restringido en su comedia, una soltura que seguramente se gana con el tiempo y las tablas.
Las Bombonettes tienen muy claro quién es cada una y desde dónde nace aquello que las hace divertidas. Ana Rivero como Mary Jane se va a la fresa y coqueta de la época, y ahí donde otras antes que ella han hecho a una Mary Jane más sobria pero el pilar de su grupo, Ana la reinventa a partir de lo infantil, su Mary Jane está jugando a pretender y no siempre le sale y es ahí donde es más graciosa. Pero le sigue abriendo la puerta a sus contrapartes, Mary Lu y Mary Rose para ser ellas las más desquiciadas.
Carolina Heredia como Mary Lu es hipnotizante. En todo momento es imposible quitarle la vista de encima, y está comprometida con su personaje de pies a cabeza, llevando la voz estridentey nasal de Mary Lu a sus momentos hablados y cantados, bailando de forma espectacular, y haciendo de los «bops» en Lollipop un detalle tan pequeño, pero tan bien logrado que saca carcajadas con sólo llevarse la mano al pecho. Es una actriz que trabaja con sutilezas y no hay una sola que no caiga en su lugar.
En absoluta oposición, Miranda Labardini crea a una Mary Rose grandota, igual que actrices como Paola Mingüer lo hiciera antes que ella. Tiene su arma secreta en la enorme cantidad de gestos irreverentes con los que reacciona a todo, y decide thethear para hacer de su personaje verdaderamente «la ñoña» de la que hablarían en canciones de la época. Ah, pero cuando se decide a cantar, rifeando quizá un poco fuera de era si nos ponemos técnicos, entrega vocales más del soul que del rock, preciosos de escuchar que demuestran que incluso cantando la muy básica I Say A Little Prayer, Miranda es todo menos olvidable.
Y ahora hay dos jugadores en el tablero a los que se les regala un momento previamente inexistente. Federico, el de los letreros de «Aplausos», que en temporadas pasadas era más un asistente que un elemento, ahora interpretado por Chema Ortega, se guarda su momento para sorprender, pasando por una figura de ensamble backstage hasta que llega su momento de abrir la boca y cantar y dejar mandíbulas en el suelo. Entrenado en canto lírico, con una voz muy distinta a la del resto, llena el teatro con una novedosa y perfectamente apreciada vuelta de tuerca vocal y el Milán tiembla cuando el toma el micrófono. Acompañado, además por Begoña Ibarreche, que estrena nuevo personaje como Kika, la maquillista del show, que incluso en el caminado y la forma de polvearle la cara a sus compañeros, no hay movimiento que haga que no resulte hilarante y tan perfectamente encajado en el mundo de Bule Bule.
El escenario es definitivamente más vistoso que el anterior telón de polka dots, pero lo suficientemente atenuado y funcional como para no robar foco de lo principal, que sigue siendo el elenco y la enorme cantidad de boberías que suceden en ese set, tanto al centro, como a los lados, donde supuestamente alcanzamos a ver el detrás de cámaras en el que, todo el tiempo, algo está pasando. Suficientemente llamativo para ser un espolvoreado en el musical, pero generoso como para no robar foco. El único prop conflictivo, que quizá con tiempo se maneje más fluido, es el enorme cable del micrófono de Freddy que parece atorarse con todo y amenaza con tirar a alguien en cualquier momento.
No es novedad. Bule Bule el Show lleva siendo de los mejores musicales originales mexicanos desde que estrenó hace diez años con sólo cuatro funciones. En ese entonces probó que no necesitaba de mucho para ser genial, y que un grupo de buenos actores, cantantes, comediantes, podían sacar brillo de una anécdota que en manos de otros pudiera haber acabado grisácea. Bule Bule era un riesgo, llegó con su propio libro de reglas, y de algún modo muy relacionado con entrega y talento grabó su huella en la historia del teatro mexicano. Bule Bule sigue siendo magnífico, sigue siendo ese lugar que se siente como casa. Ese lugarcito después de un día cansado para ir a reír, a pasar un buen tiempo, a cantar, a aplaudir, a soltarse el pelo como -probablemente- lo haría la Chica Yeye, Popotitos y la Consentida del Profesor. Los que hoy toman en sus manos esa joyita intermitente de nuestra cartelera lo están haciendo con el mismo espíritu que todos sus antecesores. Él de recordarnos que la vida es un reventón.
Oh what a night!
Bule Bule el Show se presenta los Lunes a las 20:45 en el Teatro Milán.