La obra musical que se presenta a sí misma como «la radionovela de México» nos regresa a una década en la que la radio reinaba entre los melodramas, el noir de Sunset Boulevard fascinaba a los amantes del misterio y los anuncios (hasta de Viana) se cantaban en vivo y en directo desde un estudio. Y qué bonito recordarla acompañada por boleros clásicos.
En un estudio de la XEB una compañía de actores y actrices de la radio se preparan para contarnos el capítulo final de la radionovela: «¿Quién mató a Ignacio Lara?», un thriller noir en el que más de uno pasa por sospechoso y es labor del Detective Olvera descubrir al verdadero asesino… o asesina.
El concepto de Crimen, Pasión y Boleros, un proyecto que Mario Cassán (dramaturgo y director musical) tardó tres años en montar, resulta de lo más interesante y hasta cierto punto novedoso. Lo que se desarrolla ante nuestros ojos no es precisamente la historia de Ignacio Lara, pero la narración de la radionovela desde el estudio de la XEB. De modo que más que vernos transportados hacia la anécdota, acompañamos a los actores y músicos en su trabajo de locución como si de una audiencia en vivo se tratara.
Los vemos grabar anuncios de época (cosa que resulta de lo más divertida y es definitivamente uno de los grandes highlights de la obra), e interactuar en distintos planos, desde los momentos en los que se paran a actuar -o cantar- frente al micrófono, hasta cuando están sentados simplemente viviendo lo que sería para ellos un día más de trabajo: algunos de ellos cosen, otros escriben, otros ponen atención a sus compañeros o pierden sus partituras.
De modo que la XEB cobra vida. Y mientras los personajes de este noir a la Blue Dahlia intentan resolver el crimen y nos van mostrando un poco de sus motivos a través de boleros, son a los actores detrás del micrófono a los que acabamos conociendo.
Pero no lo suficiente. Precisamente porque la obra se vive en planos, es inevitable la sensación de no haber vislumbrado lo necesario del «detrás del telón». ¿Por qué parece que dos de los actores están peleados?, ¿qué pasó con esa partitura perdida?, ¿por qué uno de los coristas insiste en alburear al de los efectos especiales? son preguntas que el musical jamás se molesta en contestar, pero que Luz María Meza (directora) sí pone sobre la mesa. Como accesorio, como adorno, un espolvoreado que fácilmente se podría convertir en entremesa -al estilo de Bule Bule- pero que al final termina flotando sin aterrizar en ningún lado.
Crimen, Pasión y Boleros nunca realmente especifíca a qué década del pasado te tiene viajando. Es claro que es una historia de época, ¿pero podría ser en los 40? La era del auge de las radionovelas en México con seriales como Ave sin Nido, ¿o tal vez los 60? Cuando hizo su estreno Kalimán. La vestimenta parece venir de los 50 con vestidos pin up de polka dots, y los boleros que se cantan van desde el clásico Bésame Mucho de 1940 hasta Esta Tarde Vi Llover de Armando Manzanero de 1967, pasando por Reloj de Cantoral que Los Tres Caballeros estrenaron en el 57.
Es decir, sí, el musical se pierde entre detalles, y a veces, de plano los descuida por completo. Los micrófonos son absolutamente modernos y te expulsan de la ficción temporal, y la «X» en XEB al fondo parece haber sido recortada con los ojos cerrados. Son detalles que pudieran resultar nimios, pero no dejan de ser distractores y le roban al musical ese lugar de perfección que un concepto llamativo e interesante como éste merecería.
Más cuando presume a actores y cantantes que definitivamente son merecedores de un musical al cien. Gustavo Robles como el intérprete de Ignacio Lara, Tzaitel Santini como su amante Consuelo Grever, la misma Luz María (que también actúa dentro de la obra) como la viuda Eugenia Velázquez o Rebeca Castillejos como la enemorada Eydie Manzanero resultan enormemente disfrutables en sus papeles.
Los momentos corales y sus respectivos arreglos son una franca belleza, y ese número de Esperaré (de Armanzo Manzanero) en voz de Rebeca Castillejos está como para ponerse de pie para aplaudir en medio de la función con la piel chinita.
Crimen, Pasión y Boleros tiene mucho jugando a su favor, pero también batalla con lo desprolijo del Foro Cultural Coyoacanense. Un espacio que les juega sucio con una una consola y micrófonos en fallo constante, especialmente triste para una obra cuyo motivo principal es el audio, pero termina por salir airosa, usando a su favor las cartas fuertes que provocan que al final lo que resulte memorable sea la música, las voces, el carisma de su elenco y los momentos especiales.
Crimen, Pasión y Boleros se presenta los domingos a las 17 y a las 19:30 en el Foro Cultural Coyoacanense.