Los muchos significados de ser mujer se desmenuzan simpáticamente en Desmedidas, una puesta con la que Anahí Allué, Flor Lima y Valeria Lorduguín comparten sus sentires y visiones en pequeñas viñetas, algunas muy personales, con las que buscan pintar un escenario representativo para muchas.
¿Existe una manera de ser mujer? ¿De ser hombre? Seguramente hay aspectos que congenian con mucha gente que se identifica dentro del género, como otras tantas pueden ser abismalmente distintas de acuerdo a la experiencia individual. Sin embargo el ser mamá, el ser actriz, el ser extranjera en un nuevo país son detalles que de una u otra manera tienen sin duda universalidades que varias personas pueden compartir.
Flor Lima y Valeria Lorduguín (actrices y dramaturgas de Desmedidas) lo dejan claro desde el principio. Su plan con la obra es rascar un poquito en la experiencia de ser mujer, e inspirarse en lo propio para pintar un retrato que puede ser muy único de ellas… o muy comunal quizá.
Dirigidas por Anahí Allué, con la que también se escribió el texto, las dos actrices van pintando el mosaico a través de viñetas que representan ciertas situaciones ordinarias, y otras más bien irreverentes, comedia inspirada en lo más absurdo de la percepción de una mujer en la sociedad. De esa manera, de pronto Desmedidas puede tratar de dos conocidas de la prepa que se topan luego de 20 años para que una de ellas ponga en su lugar a la otra cuando se le acerca feliz a preguntar sobre su vida, vomitándole absoluta honestidad y confronándola con un: no te interesa realmente, ¿para qué jugamos este juego?
O se puede ir a un game show televisivo donde nadie nunca gana porque están buscando a la mamá perfecta -y a la perdedora le sueltan descargas eléctricas-; a una lucha grecoromana por ver qué actriz se queda con el protagónico de la telenovela más repleta de clichés posible: a un soliloquio sobre lo que es vivir una noche en las pantuflas de una madre solucionando una crisis tras otra en el hogar; a la batalla de perspectivas en un cine por lo que aparenta ser posesividad y esa competencia entre mujeres que urge que enterremos como estereotipo, o ponerse muy seria, nostálgica, con hijas que le dedican monólogos a dos madres que no pudieron haber sido más distintas.
La realidad es que Desmedidas es una mezcla de cien ingredientes en una licuadora. Se presta a la risa, a la reflexión, a la proyección, al coraje, al llanto. Y en esa ensalda de ingredientes de todo sabor y origen por supuesto que hay viñetas mucho más cumplidoras que otras. Hay algo muy poderoso cuando cada una toma el micrófono para hablar desde lo íntimo, y lo que claramente está inspirado en vivencias que se sienten reales y personales, y algo un poco ajeno en lo que pretende jugarle más al sketch. El ingenio está presente, pero al momento de combinarlo con lo emotivo, forzosamente el subibaja queda más cargado de un sólo lado.
La gran ventaja con la que cuenta la puesta es con dos actrices que necesitan de muy poco para capturar a la audiencia. Son naturalmente magnéticas, simpáticas, de sangre amistosa que te llama a querer conocerlas, a querer oír sus historias. Y no tienen que esforzarse mucho para hacer reír con comentarios simples, porque tienen ese encanto. Una argentina, la otra uruguaya ambas presumen de ligereza y facilidad escénica. El escenario las complementa, cierto, pero podrían estar sentadas en una silla en un rincón contando las mismas historias, y el resultado sería igualmente agradable.
Desmedidas no está descubriendo el hilo negro, y honestamente no creo tampoco que esa sea la pretención. Es un espacio que tres mujeres se han regalado para desahogar, compartir, hacer catársis, reír, celebrar, y sin duda alguna volverse cómplices de una puesta que es un poquito como un buffet donde cada quien toma lo que más le gusta y saborea de la barra.
Desmedidas se presenta los viernes a las 21:00pm en el Círculo Teatral.