El musical, perdón, miusikul infantil de Distroller es una explosión de música y color llena de efectos neón, personajes radiantes y una producción que hasta los musicales de gran formato envidiarían en su atención al detalle.
Si Hasbro puede hacer películas de Transformers y Mattel musicales de su heroína Barbie, ¿quién dice que la marca mexicana Distroller no puede tener el mismo tipo de imperio?
Amparín Serrano está expandiendo el universo de sus neonatos y casimeritos con un musical que lleva a la vida a sus muñecas con nombres de antojitos, fruta y chatarra como Chamoy, Mole, Tinga, Chimichanga, Birria, Mango y Chico Zapote, con una producción tan colorida como cada una de sus boutiques y empaques.
Distroller el Miusikul en el Foro Chapultepec no tiene una historia que rompa con todo lugar común, al contrario, se apega a la fórmula y estereotipo para crear a su propia Dorothy en el mágico mundo de Oz, en forma de una niña llamada Tarta (acompañada de su «Toto», Chicken Pops) que se ve sumergida en Distrópolis, un mundo donde el color representa alegría y donde cada habitante es acompañado de un neonato al que cuidan y proveen de un amor paternal.
Rápidamente Tarta se consigue un grupo de amigos (como aquél que nunca tuvo en la vida real por ser demasiado «teta» para encajar) y juntos se enfrentan a los villanos de este mundo: la directora de la escuela de la Vela Perpetua -Lisset, para los amantes de los musicales- obsesionada con sus propios mocos, y una especie de hombre-lechuga (Lenny Zundel muy a la Poison Ivy) y su secuaz Shuga que pretenden hacer de los neonatos puré para helados.
La historia y diálogos no consiguen ser ni remotamente tan ingeniosos y atinados como los nombres de sus propios protagonistas (¿Berinaiz? alguien dele un premio a eso), permaneciendo en un lugar más bien simple que no termina de explotar al cien los arquetipos de sus héroes, a excepción del de sus villanos, permitiendo que sea Lenny Zundel el que se robe el show por completo, por encima del elenco juvenil, y que las risas sean más bien contadas.
Pero ahí donde la dramaturgia no termina de pintarse con todos los matices que Distroller tiene en su paleta, la producción excede todo tipo de expectativas con un diseño de imagen que llena la mirada de alegría y una atención máxima a los detalles, que incluso tiene a los papelitos que bañan al público como en confetti recortados en forma de neonatos. Y que belleza que así sea.
Desde el diseño de maquillaje para los villanos, hasta cada uno de los vestuarios y pelucas que usan todos los que pisan ese escenario, todo te transporta efectivamente a una Distrópolis donde todo puede suceder como en un caleidoscopio que además hace parodias a marcas como Uber y Starbucks para que este mundo no resulte completamente ajeno, sino una versión mejorada y brillante de la que conocemos y habitamos.
Encima de eso, Distroller el Miusikul se siente cuidado en cada aspecto. La iluminación, el diseño de audio, incluso el montaje fuera del Foro Chapultepec fluyen sin errores como en los mejores montajes de Broadway; y las canciones, si bien nuevamente no buscan el hilo negro, suman a la noción de una tierra donde la felicidad es absoluta, y son definitivamente perfectas para volverse himnos que los niños repitan una y otra vez y memoricen en cada palabra.
Sí, Distroller el Miusikul es en toda la extensión de la palabra un musical para niños… chiquitos, incluso, e ir como adulto sin acompañamiento infantil podría no tener mucho sentido, pero para los padres de familia y los pequeños es un festival luminoso de lo más espectacular que da orgullo poder decir que está hecho cien por ciento por mexicanos.
Distroller el Miusikul se presenta sábados y domingos a la 13:30 y 17:00 pm en el Foro Chapultepec.