Un viaje al estilo Alicia en el País de las Maravillas, y maravilloso sí que es. El Pozo De Los Mil Demonios encuentra visuales lúdicos muy propios dentro de un cuento que ha sido contado múltiples veces, para crear un universo que se siente novedoso y mágico, y personajes sui géneris que vienen a recordarnos que lo más preciado que tenemos es el cántaro que contiene la fuente de nuestra propia vida.
De producción española (Karlik Danza Teatro), creación de Maribel Carrasco, El Pozo De Los Mil Demonios es un sueño surrealista que no imagino cómo tanto niños como adultos podrían no disfrutar. Desde el momento en el que Jacinta salta adentro de un pozo para ser llevada a una tierra fantástica, la sensación de ser parte de una odisea impredescible donde cada máscara, cada vestuario, cada proyección aparece para sorprender y emocionar, te tiene pataleando en tu propio asiento.
Jacinta es una niña de pueblo. Antes de irse a dormir su abuela la previene para que cuide su cántaro con agua del demonio de la sequía, un cántaro que toda persona tiene, lo más preciado que toda persona tiene, que criaturas malignas allá afuera buscan obtener con fines malévolos. Aterrada por la posibilidad se ser urtada mientras duerme, Jacinta se va a la cama sin poder pegar ojo sólo para toparse frente a frente con un primer demonio, una especie de felino travieso que, en efecto, roba su cántaro de agua y, como el conejo blanco de Alicia, desaparece por un pozo de fondo infinito.
Decidida a no permitir que su cántaro acabe en las manos equivocadas, Jacinta se arma de valor para lanzarse por el pozo y acabar en una tierra donde uno a uno conoce a personajes fabulosos que la ayudan y la confunden para llegar a su objetivo, y enfrentarse finalmente con el demonio de la sequía, entidad malvada detrás del robo de cántaros de agua que dejan a las personas sin poder beber lo que les permite continuar.
Ahí donde Lewis Carroll soñó con un mundo donde reina el sinsentido casi como acertijo, Maribel Carrasco se inspira en el folclor y entrega una fantasía, igualmente irreverente, pero llena de un saborsito inevitablemente hispano de barro, máscaras de papel maché que recuerdan a las de danzas rituales en Latinoamérica, madera, telas y turbantes quizá de tierras arábicas, fibras de escoba y búhos, tan contradictorios en sus distintos significados a lo largo de varias mitologías, pero sin duda asociados con la protección y sabiduría, especialmente de la diosa Atena, que en El Pozo De Los Mil Demonios se presenta como guardián.
Pero lo que hace bella a esta clásica historia del «viaje del héroe» son los visuales. Una gasa al fondo permite vislumbrar una parte de este mundo que habita más en la oscuridad, al tiempo que proyecciones complementan el escenario para dar la sensación de estar viendo una película; mientras una coreografía de mucha acrobacia, inspirada sin duda en la danza interpretativa, hace del trayecto de Jacinta uno que habla mucho más con el cuerpo que con las palabras.
Los vestuarios son gozosos, celebratorios de la cultura, coloridos y llamativos, y la iluminación, que en tierra humana es meramente la de un cálido atardecer que da bienvenida a la noche, dejando la luz de la calle entrar por una ventana que cuelga; en el pozo de los demonios se permite adoptar la estética de un cuento, de fantasía oscura como la de relatos épicos donde el héroe deja de pisar en suelo ordinario para acceder a un espacio extraordinario que permite a la imaginación volar e idear la infinidad de posibilidades que se encuentran adelante.
El Pozo De Los Mil Demonios es eso, primeramente, hermosa. Pero no se duerme en sus laureles en un lugar donde la forma conquista el fondo. No. Actores comprometidos y un mensaje claro nos hablan de la importancia de cuidar de nuestra agua, desde dos aristas diferentes. Una, el agua del mundo amenazada por la sequía, y dos, la fuente vital que habita en nosotros, eso que nos mueve, nos levanta, nos da voz y poder, que no podemos dejar en manos de otros, muchos menos descuidarla para que los demonios que nos rodean se la roben, nos dejen secos. El relato es bello, para niños y adultos impactantes, para niños y adultos expresivo y con mucho para reflexionar.
El Pozo De Los Mil Demonios se presenta sábados y domingos a la 13:00pm en el Teatro Helénico.