Mucho humor, tanto infantil como adulto, envolviendo un mensaje sobre el verdadero significado de la palabra «familia», que a partir de vampiros, brujas, cuervos, momias y hombres lobos nos recuerda que no existen las familias monstruosas, sólo los monstruos intolerantes a la diversidad y sus discursos de odio. Y ésos sí, ay nanita.
¡Ya viene octubre y Fernanda Tapia y Doctor Misterio lo saben!
Ambos cabareteros han creado un espectáculo para toda la familia con personajes entrañables y un humor bobo pero enormemente divertido perfectamente adecuado para la época de brujas y fantasmas, a la que no llamaremos ni Halloween ni Día de Muertos, porque en Familias Monstruosas se mezclan todo tipo de leyendas y tradiciones. Y eso es lo que menos importa.
Soledad es una niña de verdad sola, no para de repetirlo. Su único amigo es un cuervo, llamado Edgar Alan, y por tanto el único que puede ayudarla a encontrar el pan de muerto que se ha perdido en la escuela y sin el cual, las fiestas de Día de Muertos están canceladas. Los más viejos y conservadores padres de familia del colegio están convencidos de que son las nuevas familias las culpables de haber cometido el robo. Las «raritas» y por tanto seguramente delictivas, de las que, por supuesto, quieren deshacerse para mantener la pulcritud de su espacio.
Así que Soledad y Edgar Alan se deciden a conocerlas a partir de pequeños sketches que nos presentan a: La Llorona, una madre soltera, incapaz de ser demasiado mamá muy a pesar de su hijo que ya quiere ser tratado como adulto; los Vampiros, una pareja homoparental con una hija, Luz Clarita, en la edad más sangrona; Las Momias y su nieto Frankentrans, un niño que ha decidido hacer la transición de femenino a masculino con todo el apoyo de sus viejitos, y los Hombres Lobo, una familia de divorciados, donde madre y padre han juntado a sus manadas de relaciones anteriores ya sus nuevos hijos para crear una jauría enorme de cachorros incontenibles.
Lo que Soledad y Edgar Alan encuentran en ellos, «los distintos», son familias como las de cualquiera. No perfectas, porque eso no existe para nadie, pero sí construidas a partir del amor y una unión inquebrantable. ¿Pero entonces quién robó el pan de muerto? He ahí la verdadera pregunta.
Familias Monstruosas es caótica de una manera tierna. Mezcla el ritmo más narrativo de actores como Iván Zambrano y Montserrat Ángeles, con lo convulso e improvisado de Fernanda Tapia, que le juega más al estar presente que a seguir un texto al pie de la letra, y lo cartoonish de Andrés Carreño. Pero funciona. Los cuatro en el escenario, que además hacen a varios personajes, a pesar de sus muy diferentes escuelas, tienen una característica esencial que los une: la comicidad y la entrega.
No pretenden, al menos no lo creo, entregar un producto pulcro, sino un cabaret para niños donde todo se vale. De ahí que cantan, bailan, improvisan, involucran a la audiencia y se divierten, que es esencial, a partir de una moraleja que resulta ultra relevante para el tiempo que estamos viviendo, y que para un niño es básico aprenderla antes de tener la cabeza llena de prejuicios.
No existe eso que algunos nos quieren vender como «la familia natural». La familia es un concepto que se acomoda al que la experimenta, de la manera en la que la experimenta. Tiene fundamentos basados en el cuidado, el cariño, la compañía, la crianza y el amor, pero es ridícula la insistencia en querer dibujarla bajo parámetros anacrónicas de figuras que con el paso del tiempo han ido cambiando y lo seguirán haciendo más adelante. La familia no es una institución intocable, es hermosa por lo que representa, pero no invariable, ni requiere de la protección de quienes se atacan por verla evolucionar.
Fernanda Tapia y Andrés Carreño jamás se preocupan por ser panfletarios, sobre-expositorios o dolorosamente aleccionadores, cosa que se agradece mucho, porque pese a que su mensaje es el correcto, la manera más simple de hacerlo impactar es normalizarlo sin escándalo. Contar una historia. Un relato lindo con personajes que enamoran y hacen reír. Del que los niños puedan salir hablando y jugando a «yo quiero ser la bruja, yo el cuervo», y los adultos se sientan a gusto con la hora y cacho que pasaron en el teatro divirtiéndose.
Visualmente tiene mucho que la podría ayudar a verse más cuidada, especialmente en la iluminación, que parte del concepto macabro para mantenernos en una oscuridad quizá un poco innecesaria y a veces ilegible; y el vestuario que pareciera no decidirse entre lo literal y lo conceptual, de modo que la brujita es como de party city y los vampiros de capa larga, pero el cuervo está más bien vestido como pachuco que como ave y las momias se forman a partir de retazos. La cohesión es casi nula en el área de dirección creativa, y eso tampoco lo puedo pasar por alto.
Detellas más, detalles menos, lo que más importa en Familias Monstruosas es el show, son las risas, es lo bien que se la están pasando todos y cada uno de los intérpretes sobre el escenario; es el salir de ahí recordando los pronombres de Frankentrans, y que, como el hijo de la Llorona, comprendas que está bien necesitar de vez en cuando a tu mamá y no hay nada de qué avergonzarse con eso. Perfecta para octubre con algo que decir que, con suerte, resuena el resto del año.
Familias Monstruosas se presenta sábados y domingos a la 13:00pm en el Teatro Helénico.