La clásica crisis pre-boda, tan explorada del lado femenino, en Fuimos Héroes se vuelve tema de contratiempo para tres hombres de la forma más divertida que lleva a cuestionarnos lo absurdo de los estándares de la masculinidad.
Mucho hemos visto a novias ya vestidas de blanco con el rímel corrido en los ojos porque las dejaron plantadas en el altar; o peor aún, en crisis con sus damas considerando ellas abandonar la boda a la runaway bride de Julia Roberts.
Pero lo que Alfonso Cárcamo (director y dramaturgo) hace con su Fuimos Héroes es poner la mira sobre tres hombres, dos heterosexuales y uno gay, mejores amigos de toda la vida, que en el día de la boda de uno de ellos, se cuestionan la entera necesidad del matrimonio, la importancia de la lealtad, la fragilidad de la fidelidad y hasta la solidez de la amistad en un momento de duda repleto de whiskey y hasta listerine que pone en duda varios paradigmas…especialmente de género.
Leonardo Ortizgris es un desdichado prometido que a horas de casarse comienza a preguntarse si está haciendo lo correcto. Y sus dos confidentes resultan los peores para aliviar su confusión: Mauricio Isaac, el clásico especimen de manchild alfa, es uno de sus padrinos -y un absoluto anti-Pepe Grillo- que pasó por un momento de duda parecido años atrás cuando a él le tocó recorrer el altar, y Tizoc Arroyo, es su otro «damo de honor», un hombre gay que no es precisamente el más confiado en el amor, tomando en cuenta que la sociedad heteronormativa lo ha llevado a terminar su propia relación.
Entre los tres pasan horas encerrados en el departamento del novio, sin poder terminar de ponerse el smokin, recordando sus relaciones pasadas, confesándose secretos que hacen tambalear su amistad, y descubriendo revelaciones sobre sus respectivas parejas que se sienten como un balde de agua fría.
Y es divertidísimo.
El guión es suficientemente ligero como para que el rato con este trío se pase en un abrir y cerrar de ojos, y los insights tan atinados que a pesar de lo sencilla de la anécdota uno sale de ahí preguntándose la posición del hombre moderno en las relaciones, e incluso recordando de manera enternecedoras amistades que son fácilmente espejeables con el texto.
Y resulta especialmente aplaudible de la dramaturgia la manera en la que no pretende batallar estereotipos con más estereotipos, que es el error en el que tantas puestas que buscan cuestionar el rol del hombre o el homosexual en sociedad cometen. Fuimos Héroes lleva a sus personajes a momentos poco predecibles y acaba aplastando clichés desde lugares mucho menos ordinarios; aunque sí, dado que el lugar común nace de una realidad innegable, también hay uno que otro instante de fútbol como sinónimo de machismo y blazers rosas para establecer feminidad.
A pesar de que el trío en conjunto forma la obra en su entereza, es Mauricio Isaac como un franco niño atrapado en el cuerpo de un hombre adulto, repleto de defectos hilarantes, citas a Paulo Coehlo y sin límites al beber el que se lleva enterito el montaje.
Las escenas entre Ortizgris y Arroyo son entretenidas por sí solas, pero es cada que aparece Mauricio Isaac en el escenario (o mínimo su voz gritada dsesde algún lugar) que la obra levanta, el público se enciende y Fuimos Héroes cobra vida a carcajadas.
Fuimos Héroes no estará ganando un premio en psicología de pareja y relaciones interpersonales, pero para reír de lo inmaduros que somos (todos) al momento de ligar nuestra vida con la de alguien más, es un perfecto ejemplar del que sin duda Coehlo estaría orgulloso. Y si se ve con amigos cercanos para soltar de esas miraditas que dicen «ése eres tú», se disfruta el triple.
Fuimos Héroes se presenta viernes, sábados y domingos hasta el 24 de marzo en el Foro la Gruta del Helénico.