¿Qué es el privilegio y quién es su mayor benefactor? Kenneth Lonergan, dramaturgo de Héroe de Lobby, reúne a un grupo de cuatro personas, tres de las cuales no se deleitan de las mieles del privilegio en distintos niveles, y uno de ellos que se regodea en él sin pudor alguno, para experimentar con los principios morales y en qué momento estamos dispuestos a perderlos cuando el instinto de supervivencia es mayor que el compás ético.
En el lobby de un edificio de la clase alta newyorkina, Max (Adrián Makala), un guardia de seguridad de moral intachable le suelta una bomba conflictiva al novato verborréico del turno nocturno, Bruno (Miguel Jiménez): su hermano es sospechoso del brutal asesinato de una enfermera. Su coartada es débil y ha tenido que mentir para salvarse el pellejo, y la mentira involucra al mismo Max. ¿Qué hacer cuando sabe que por su color de piel negra su hermano es fácilmente perfilado por la policía y pudiera ser usado como chivo expiatorio a pesar de ser inocente? ¿Pero qué pasa si no lo es?
Por otro lado, Alex (Horacio Pancheri), un policía adónico de reputación invaluable, a punto de ser ascendido a Detective, se pasea por el edificio para visitar a su amante, pese a estar casado y haber convencido a su compañera Ana (Regina Pavón) de estar enamorado de ella. Cosa que no pasa desapercibida ante Bruno que rompe el encanto diciendo la verdad, y provocando la debacle entre Alex y Ana, y finalmente un enfrentamiento entre los cuatro representates de la autoridad en el lobby del edificio que pone a prueba los principios y lealtades de cada uno.
Lonergan pone demasiados temas sobre la mesa, y lo hizo desde la primera vez que este texto estrenó Off-Broadway en 2021 (aunque quizá la versión con Chris Evans y Michael Cera de 2018 sea más conocida): el racismo, el perfilamiento policiaco, la misoginía, el machismo, el abuso sexual, el abuso de poder, la masculinidad tóxica que despide violencia de muchas formas, finalmente todo enlazado a través del cuestionamiento de los distintos escalones del privilegio.
Los personajes vulnerables en Héroe de Lobby actúan desde el miedo y el resentimiento. Max rompe su impecable código ético por el terror al abuso policiaco gringo contra la comunidad negra; Ana busca que la verdad salga a la luz quizá un poco desde la venganza; Bruno ondea la bandera de la honestidad sólo cuando de por medio puede pisotear al que siempre lo ha pisoteado, pero cuando las cosas se voltean se esconde en la mentira, y Alex, él se sabe por encima de todos los anteriores.
A Ana le repite constantemente que es mujer y eso en la fuerza policiaca es una muleta, y por tanto su futuro está en sus manos si ella permanece bien portadita; a Bruno lo amenaza sonriendo, pavoneando su estatus de macho alfa por encima del más débil beta, sabiendo que Bruno no puede levantarle ni medio dedo; y a Max lo tiene convencido de que está de su lado, sabiendo que la palabra de un héroe blanco vale mucho más que la de un hombre negro promedio, buscando una anhelada promoción con lo que el caso de la enfermera asesinada puede hacer por él y status. Caso que en realidad, no tiene nada que ver con él.
El texto de Lonergan está lleno de sutilezas y ahí es donde la cosa se pone complicada para el montaje de Christian Díaz en el Rafael Solana. Por un lado es claro que no todo su elenco comprende del todo lo que mueve a sus personajes. Parecen reaccionar más a lo momentáneo que a lo histórico, cuando Héroe de Lobby nos habla entre líneas de siglos de abuso y una educación social mal encaminada. Bruno, el más tierno de los papeles, está repleto de micro machismos, Ana equilibra con violencia lo que siempre le han dicho que es su más grande debilidad: su género, y Alex, él ni siquiera entiende lo sumido que está en la reprobable porque toda la vida, todos, le han celebrado su mero existir. Cuesta trabajo leer todo eso en el trabajo del ensamble.
Por otra parte, a pesar de que el texto original es genial de muchas formas, su adaptación a México se siente irresoluta. Una historia profundamente gringa cuyo contexto histórico y actual es fundamental para entenderla por completo, que no se molesta por explicarle a la audiencia los matices y el tejemaneje de una cultura que nos es ajena, y que para su desarrollo correcto en nuestro país se tendría que reescribir primeramente desde un lugar más sólido y claro. Razón por la cual tal vez los actores sean los primeros en perder de vista el mensaje debajo de la telaraña de aparentes mentiras comunes.
Cosa que me hace cuestionar si es la obra correcta para montar en México.
Hay una verdad irrefutable, Miguel Jiménez como Bruno es excepcional. De rápidos monólogos y lleno de ansiedades, Miguel otorga comedia, corazón y empatía a un montaje necesitado de un ritmo muy preciso para no caer en el letargo. Con un pequeño número de baile hilarante, y habiendo construido un personaje encantador repleto de detallitos para examinar, él es la razón principal para ver Héroe de Lobby. Un gozo absoluto.
Mientras Pancheri, estrenándose en teatro, logra su cometido. Es perfecto para el papel. Un Alex a toda medida. Soberbio, alzado y amenazante, podría recurrir a matices más pronunciados, pero cumple; y Christian Díaz y él toman la grata decisión de no pedirle neutralizar acento, cosa que en una historia que sucede en Nueva York es perfectamente innecesario, y que tantas veces provoca que los actores extranjeros se distraigan de lo realmente importante. Tengo que aceptar que me deja alegremente sorprendido y con ganas de ver más de él.
Héroe de Lobby es un receptáculo de reflexión, y es cierto que de origen Kennet Lonergan pudo haber recortado en ciertas cosas para enfocar más el mensaje; a pesar de eso, la obra cae como anillo al dedo a la era de cuestionamiento en la que estamos viviendo. A un público cada vez de ojos más abiertos, dispuestos a dejar creencias arcáicas que venimos arrastrando desde tiempos del reinado del patriarcado (es decir, desde siempre) y a cuestionarnos qué pedazo del pastel recibe cada quién y qué estereotipos podemos ya dejar de impulsar como sociedad.
Y que mejor que sean personas en placa y uniforme las que provoquen el razonamiento, porque si no se empieza desde la ley, desde el supuesto lugar seguro, ¿entonces en dónde?
Héroe de Lobby se presenta viernes, sábados y domingos en el Teatro Rafael Solana.