El musical original mexicano tiene mucho potencial, un increíble elenco, canciones frescas…y todo un guión que corregir para que funcione como debería.
Que curiosidad entrar al Teatro 1 del Centro Cultural para ver un musical totalmente mexicano, de Freddy Ortega (ni más ni menos) con una temática de lo más inesperada (Jack el Destripador) y un elenco que entre sus filas cuenta con parte de la Compañía Ícaro, responsables por la maravillosa Urinetown de 2017, junto con el director que los llevó a posicionarse como el mejor musical del año, Miguel Septién.
Cuando el telón se cae (porque está formado por telas que caen al suelo, no se alzan) esa primera imagen no decepciona. Anuar, nuestro narrador, en un look punk meets Children of the Corn está sentado en un trono al centro, y el ensamble en combinados atuendos gótico-urbanos, comienza a rodearlo, mientras los coros se levantan y la excepcional voz de Anuar (que qué bárbaro) empieza a inundar el teatro.
Durante ese primer número, las coreografías, vestuarios y voces se hacen uno y dejan claro que la visión de Jack Destripador es todo lo rockstar que promete su título, y que varias licencias serán tomadas en nombre de la estética y concepto del producto. Y eso está bien. Pero para la cuarta canción, uno va notando que ha pasado media hora y todavía no te cuentan nada. Todas las canciones, una tras otra parecen parafrasearse mutuamente y básicamente repetir que Jack está sediento de sangre, que hay que tener cuidado, que las calles de Londres son como una morgue, y que así es como le gusta al Destripador y al narrador que lo alienta y lo acompaña.
Para es momento también te das cuenta que entre el ensamble realmente no hay personajes, ellos son tanto testigos como dobles narradores de la historia, y no tienen un sólo momento de descanso. Y junto con ellos, nosotros. Escena tras escena, la compañía entera (de increíbles voces y energéticamente en el lugar más correcto posible, eso sí) regresa al escenario una y otra vez, en los mismos looks que ya les conocemos y la escenografía que permanece eternamente monótona, dando la sensación de estancamiento y de una misma escena repetida en loop.
No hay intimidad, y los números coreográficos y corales, aunque increíbles (especialmente uno con stomp que francamente pone la piel chinita) en algún momento simplemente se vuelven insuficientes.
Los pocos personajes con los que cuenta la historia (Jack, Alice -la mujer de la que se enamora-, y el papá de Alice) se presentan sólo a momentos y son sutilmente delineados, pero ni remotamente profundizados. Para cuando la obra ya está bien entrada en el segundo acto, te das cuenta que no conoces nada sobre ellos, y que has visto al narrador mucho más tiempo en escena que a los personajes cuya historia técnicamente tendría que importarnos.
Memo Sánchez y Lalo Siqueiros otorgan un brillo momentáneo, cuando se nos hace creer que fungirán como comic relief en el montaje, y se les da por breves escenas los personajes de unos inútiles detectives, de los cuales te quedas con ganas de saber más y de que se utilizaran no sólo para pausas de comedia, pero para agilizar una persecución «buenos vs malos», pero la historia los olvida rápidamente y no volvemos a saber de ellos.
El musical cuenta con un twist inesperado, que aplaudo y demustra que Freddy Ortega no pretendía seguir las reglas del juego, sin embargo, para cuando llega ese momento, has conocido tan poco a los personajes en la ruleta, que pese a que te sorprende, no encuentras relevante si la ficha cae en rojo o en negro.
Jack Destripador cuenta con los elementos correctos. Sus cantantes son excelentes, Anuar y Lucía Madariaga incluso sorprendentes, sus bailarines se notan trabajados y parejos (que en México solemos no atender ese pequeño detallito), visualmente logra momentos interesantes, varias canciones tienen momentum, unas resultan insospechadamente alegres y bailabes, y otras permiten a sus intérpretes demostrar lo que saben hacer, y hasta las referencias vienen de un lugar adecuado (no crean que no vimos ese momento Gethsemane), pero al final nada de eso permite al aparato flotar si la narrativa actúa como una ancla intentando hundir el barco.
Si me dijeran que Jack Destripador Rockstar del Horror es un primer boceto, yo diría que va por excelente camino, es una emocionante antesala de lo grande que podría ser Jack, pero como trabajo terminado, mmm…
Jack Destripador El Rockstar del Horror se presenta todos los Miércoles en el CC1.