Un padre, una madre y dos hijos… los cuatro horribles personas se arrebatan el protagónico en la Refinada Estética De Los Hijos De Puta, una historia surrealista sobre la pretención, las apariencias y las máscaras que se dejan de usar dentro del núcleo familiar durante las Navidades de una familia ultra disfuncional noventera donde se respira todo menos vísperas de amor y paz.
«Esta historia es sobre mí», se apresuran a asegurar todos y cada uno de los integrantes de la familia al centro de La Refinada Estética De Los Hijos De Puta, mientras dejan congelados a los demás y sueltan soliloquios sobre cómo -claro- ellos son los protagonistas merecedores del foco en la puesta. Cuando Jhovardy Vences (dramaturgo) expone en su título que la puesta va de unos «hijos de puta», no está mintiendo ni tantito.
Pero primero van las apariencias.
En plena tarde de Nochebuena, Nelson, Sandra, Rafael y Nedra se preparan para salir a pasar las fiestas con la familia extendida, pero luego de que el pastel imposible se rompa en la cocina, Sandra, la madre decide que no pueden ir a pasar vergüenzas y terminan por quedarse en casa, donde Nelson, el padre, un auto-nombrado bromista profesional, regala a cada uno una papa dentro de una caja provocando la ira de su hijo mayor y eventual hecatombe del núcleo, porque luego de sentirse humillado y fuera de la ecuación bromista, de la que solía ser cómplice, Rafael decide encerrarse en su cuarto para no volver a salir. Jamás. Por años.
Las Navidades siguen pasando para los cuatro, mientras el encierro de Rafael comienza a prender llamas a lo que ya de por sí eran brasas calientes, y la familia, que de algún modo podía sostener las insoportables personalidades de cada uno de sus miembros, va perdiendo el quicio definitivamente conforme el choque de sus refinados estilos se va volviendo cada vez más cataclísmico y la pretención de perfección hacia afuera se va perdiendo junto con el control de las bromas y la aparente estabilidad hogareña.
La obra es una comedia negra de defectos. Una especie de montaje espejo a lo que en televisión fue «Married With Children» hace años, donde una familia de cuatro era usada para parodiar las comedias de situación gringas previas a la época, en las que papá, mamá e hijos destazaban el «american dream» desde la burla al ideal familiar Coca Cola que el país presumía tener masterizado casi como fórmula aspiracional. No es de a gratis, entonces, que La Refinada Estética De Los Hijos De Puta esté situada en los 90s, que hoy recordamos como una década de transición, que navegaba con bandera de modernidad, sin haber dejado del todo atrás el conservadurismo plástico que se llevaba arrastrando desde los 50s.
Y en esta mofa, que quede claro, nadie es redimible. Nelson es un clásico bueno para nada. Ese arquetipo lidereado por Homero Simpson del hombre que todos pueden ver que es bruto, menos él. Soberbio y egoísta, resulta fascinante ver a Bodnar Sierra interpretarlo con tantísimo carisma y transformarlo en una caricatura que conocemos, odiable, y al mismo tiempo enormemente entrañable. Sandra vive en absoluta neurosis, como si no pudiera zafarse de una crisis constante, pero ahí donde por dentro ella se puede estar cayendo a pedazos, y a su familia no para de gritarle, jamás va a permitir que un externo, así sea la hermana de su marido, la vea flaquear. Ambos aceptan cándidamente que no tienen amor alguno por sus hijos. Y ya si lo piensan bien tampoco entre ellos.
Rafael es la representación ideal del ego. Un hombre vengativo incapaz de soltar un rencor, planeando en silencio cómo destruir al que lo ha ofendido por el puro placer de verlo sufrir, sin necesidad de tomar el crédito, sólo saborear la ruina. Y Nedra, interpretada con absoluto estoicismo por Amanacer Alama, que pareciera ser el cerebro de la familia, y en gran medida lo es, más que impulsada por una inteligencia que le permitiría sortear a su propia familia, se vuelca a la arrogancia, y en ese impulso auto-segregativo de entenderse mejor que los demás prefiere hacerse pasar por neurodivergente para no tener que tener conversaciones reales o contacto físico de ningún tipo con la gente que detesta.
Descrito así pareciera que La Refinada Estética De Los Hijos De Puta es una puesta amarga, pero todo lo contrario. En este experimento de reunir a la gente de peor calaña en un mismo núcleo familiar, Jhovardy Vences encuentra comedia muy divertida, y Jimena Márquez (directora) permite a su elenco regodearse en personalidades grandotas que le dan parodia y sensación de sketch a la obra, todo acompañado por un diseño de producción que -nuevamente- vestido del hogar modelo de familia ejemplar de una época más conservadora, amplifica un mensaje que jamás ha dejado de ser cierto: no existe la familia perfecta por más que así nos la quieran vender. Entre menos grietas se dejen ver en la máscara, más posible es que la cara debajo esté llena de llagas.