Ícaro Teatro y Miguel Septién lo volvieron a hacer. Tomaron un texto y música de Greg Kotis y Mark Hollmann y montaron una fantasía gloriosa de mediano formato en el Milán con comedia, concepto y vocalistas impresionantes. ¿Nación Primordial alcanzó a ser la nueva Urinetown? No nos atreveríamos a decirlo, pero va en camino, eso es seguro.
La cosa con Nación Primordial, así como con Urinetown, es que las premisas sin mucho contexto suenan raras y ajenas. ¿Un musical de levaduras? ¿LEVADURAS en serio? Ey, si hay uno de gatos, ¿por qué no? Lo importante es recordar que Greg Kotis habla en alegorías. No escribe realmente de levaduras o de pipí, es lo que logra decir a partir de estos conceptos cargados de originalidad lo que realmente importa.
Las levaduras al centro del musical son los primeros organismos unicelulares organizados y formalizados como sociedad. O al menos eso expone la Que No Tiene Nombre, o al menos su historia era la única que «valía la pena musicalizar», dice a sus discípulos. Su relato es una comedia oscura que representa en su centro la ceguera insostenible de la entera humanidad.
Habiendo comido y reproducido sin preocupación por lo sustentable de su estilo de vida, el reino de las levaduras está al borde de poder dejar de sostenerse y colapsar. Su Rey, el primigenio, el primer organismo vivo que se dividió en soledad para crear al resto, y su séquito, en especial su Consejero, el Sabio, se rigen por las Estricturas que les dicen que no deben nadar hacia la superficie, seguirse reproduciendo o buscar comida fuera de los lugares aprobados. Todo aquél que contradiga las Estricturas es inmediatamente tachado de traidor y desmembrenado.
Pero después del asesinato, por mandato real, del padre de Jan la Dulce (todos se llaman Jan porque todos parten de un mismo origen), Jan El Segundo Más Viejo comienza a cuestionarse el valor de las Estricturas, y a reflexionar en la posibilidad de un nuevo estilo de vida, uno que no incluya sólo sal como único alimento permitido, y que lo lleve a la superficie en busca de comida innagotable.
Antagonizado por su propia hermana, Astuta, que busca la corona del reino para ella, y hará lo posible por ver a su hermano muerto por traición, y apoyado por la Dulce de la que comienza a enamorarse, en un tiempo prehistórico donde el amor como concepto «está fuera de su referente» y por tanto no entiende del todo, sólo sabe que le quema, Jan pondrá su mundo en peligro de extinción cuando en un acto de rebeldía procrea a un nuevo tipo de célula que no es como todas las demas. Es una Bestia.
Tal como hizo con Urinetown, Kotis utiliza el humor y lo aparentemente inverosímil para poner sobre la mesa temas que pegan más duro en casa de lo que parece. Desde la preocupación ambiental, el necesario cambio en la industria alimenticia, la ambición, el poder autodestructivo de la humanidad, y más importante aún, el amor como motor, no sólo de lo que encontramos loable, pero también de actos aberrantes impulsados desde el instinto sin filtros o el amor propio convertido en ego sin restricciones.
Nación Primordial es poderosa sin forzosamente tener la comedia ostentosa de su hermana Urinetown. En una búsqueda por lo shakeapeariano al estilo Lear, y lo bíblico en tonos de Caín y Abel, la comedia sacrifica más lo irreverente para preponderar lo conspiracional. Pero en términos musicales, Nación Primordial es una joya cuyo sonido inspirado en la ópera rock de los 80, el disco de los 70, el jazz, el gospel y hasta lo coral se lo debemos a Mark Hollmann.
La obra abre con Hear The Song en tono de himno, cuyo motive se hace presente en los momentos más álgidos del musical, incluyendo el final del primer acto y el final de Nación Primordial; pero de ahí se mueve hacia lo retro con números como Liar o Little Sister, en los que se puede escuchar el beat veloz de referentes como Jesus Christ Superstar y el rock ochentero, y pasa por otros géneros como el disco (con coreografía a la Saturday Night Fever para acompañar) con Don’t Be A Traitor To Love, y gospel con Stasis Is The Membrane, donde Astuta, Muerta de Hambre y Sabio nos llevan a una iglesia evangelical.
La cosa con estas canciones es que son pocas las que se mantienen en rangos cómodos para el intérprete, cualquier intérprete. Kotis y Hollmann estiran la liga de modo que Nación Primordial requiere de vocalistas sumamente preparados y privilegiados para poder sacar adelante la partitura, especialmente para el elenco femenino que con canciones como Alone y Let Us Rise, más pensadas en rango masculino, tienen que sacar todas sus armas para subir y mantenerse, cosa que llega a provocar un par de notas gritadas en las actrices que sin duda tienen lo que se necesita para interpretarlas, pero comprensiblemente batallan por modular.
Miguel Septién ofrece oportunidad a miembros de Ícaro Teatro de brillar como nunca, y eso se agradece. José Grillet que ya se había probado en Urinetown esta vez tiene un protagónico con Sabio, y es simplemente fabuloso. No sólo su personaje es polarmente distinto a lo que le conocíamos, pero tiene momentos vocales dignos de Ted Neely. Y aunque trabaja desde la seriedad de su rol, que es mucho más aterrizado que otros, tiene pequeños brillantes de esa comedia que nos hizo voltear a verlo por primera vez como el Señor McQueen.
Majo Bernal como Astuta es una antagonista genial. Disfruta de haber creado toda una personalidad para su levadura que se vive desde la voz y hasta la postura. Una villana memorable. Caro Vélez y Caro Reyes, alternando a Dulce a la Bestia tienen sin duda los momentos musicales más complejos, no sólo vocalmente, pero emocionalmente, como demuestran a los pocos minutos de empezada la obra con Burnin’ Soul, y consiguen que el personaje sea precisamente eso… dulce, tierno, amoroso, verdadero. Son las nuevas estrellas de Ícaro Teatro y no nos cansamos de verlas.
Pero hay dos personas que se roban cada escena, cada momento en el que aparecen y que previo a Nación Primordial habían tenido poca oportunidad de explorar y explotar sus capacidades histriónicas a este nivel: Nayeli López como Muerta de Hambre y Jorge Garza como El Más Nuevo. Que hermosa capacidad de soltarse al ridículo, de entregarse a la comedia y no mirar para atrás. Como los comic relieves más grandes del montaje, pesan sobre sus hombros los momentos de carcajada en voz alta, y Nayeli y Jorge lo saben, lo saborean y lo entregan a manos llenas. Sin duda dos intérpretes que se han ganado derecho de piso a pulso, y que urge ver en papeles cada vez más protagónicos.
No todo es miel sobre hojuelas, sin embargo, en el encantador multiverso de Ícaro. Septién repite perfil y arquetipo con un par de sus actores, cuya jugada estratégica queda clara, pero le da poca oportunidad a ellos de moverse hacia lugares novedosos. Lalo Siqueiros como el Rey se siente un poco repetido. Su corporalidad es fantástica, es un anciano que parece literal estar en costante flote, y su comedia incuestionable, pero en términos de construcción de personaje, uno podría argumentar que este Rey tiene mucho de Lockstock, de su Rey Eetes para Argonáutika y de su MC en Pedro Melenas. Y pudiera tener que ver con que siempre se le entregan los más grandilocuentes, los ensimismados, los grotescos, de cierto modo, y a estas alturas podría sentirse encasillado.
Lo mismo le sucede a Memo Sánchez como Segundo. Nuevamente es el héroe bondadoso y enamorado que en un acto de rebeldía termina por arruinarlo todo. Segundo y Bobby Strong no son forzosamente idénticos, pero sí nacen de la misma psicología, y aunque escucharlo cantar canciones como I’ll Change The World Around Her es un gozo, no deja de sentirse como que Memo puede dar más de lo que ofrece.
Visualmente, Nación Primordial es un festín que muy a la Septién juega con lo básico para transformarlo en magia. Félix Arroyo no usa más que cuatro bancas para crear un mundo debajo del océano, pero se suelta de manera bella en la única escena en la que las levaduras suben a la superficie, pintándolo todo de naranja con un sol abrasivo y basando su estética en la textura orgánica de madera y fiambre, creando un mundo rudimentario, completamente como sería aquel primer mundo, pero útil para que Miguel Septién se pueda volar y armar visuales geométricos y llamativos.
La heroína del montaje bien pudiera ser Giselle Sandiel cuyo diseño de vestuario es un lujo lejos de lo predecible. Sus levaduras son al mismo tiempo guerreros y atletas, y hay una belleza incomparable en el uso de retazos de tela y cinturones anchos para representar las jaleas adentro de las membranas.
Cualquiera que haya visto fotos de montajes pasados de Yeast Nation en otras partes del mundo, sabe que el peligro de caer en lo literal es mucho, pero Sandiel entiende que este mundo de organismos unicelulares es enteramente humano, y por tanto sus prendas no son disfraces. Un abrigo largo para el Rey, una chamarra plástica verde neón para la Bestia que contrasta con el tinto del resto y golpea el ojo como a ellos los impacta su mera presencia, y maquillaje a la roller derby para complementar esta trama de traiciones y ambiciones a la Titus y su batalla contra guerreros godos, que al mismo tiempo recuerda la pintura facial de sociedades primarias, como la vikinga o la indio americana.
Y todo para cerrar en trajes nude. Distanciados de toda referencia, simple y sencillamente cuerpos humanos. Trabajazo. Giselle Sandiel es, sin duda, uno de los pilares más fuertes y cimentados que Septién tiene a su lado.
Nos merecemos más Nación Primordial. Urinetown ha ido y venido de la cartelera ya varias veces, cada vez más solida, cada vez más graciosa, con cada vez más seguidores que esperan con ansias la siguiente temporada. Nación Primordial no tendría por qué vivir algo diferente. Apenas rascando lo que ya se puede considerar un montaje al cien de sus capacidades, estamos en presencia del mero principio de lo que eventualmente seguro será una de las puestas de culto más increíbles de nuestro país. Pero tiene que volver. Miguel Septién tiene que rearmarse, reagruparse y darnos otra probada más, porque no tuvimos suficiente, porque se fue muy rápido, porque aún falta digerirla. Nación Primordial se merece más fechas y un tiempo a fuego medio para terminarse de cocinar. Y no podemos esperar por ver hasta dónde nadan estas levaduras.
Nación Primordial está fuera de cartelera por el momento, pero les tendremos noticias próximas, eso es seguro.