Las discusiones entre lo que es bueno y lo que es malo, resultan -a lo largo de los años- tan épicas y legendarias como lo son ahora las discusiones sobre lo común y lo normativo, o bien, entre lo socialmente aceptado, lo normativo y hasta lo natural.
Panda Malo, la nueva obra a cargo de la producción de Pablo Perroni (Happy, Puras Cosas Maravillosas, Solo Quiero Hacerte Feliz) es un tratado precisamente sobre esto:
Gwo Gwo y Marion, los dos únicos pandas de la tierra, entienden que “tienen que” reproducirse en época de apareamiento para la preservación de su especie, pero sus esfuerzos por hacerlo son inútiles. No logran compenetrarse. Y es justo ahí que el colmillo de Chester, un cocodrilo súper predador, interfiere en la labor de Gwo Gwo para seducirlo hasta hacerlo creer que puede llegar a ser como él, de su especie.
Es así como estos machos comienzan a tener un amorío, excluyendo a Marion de la dinámica, quien persiguiendo el sueño de ser mamá logra -como por arte de magia- tener una cría sola. El pequeño factor “bebé” provoca que las cosas se pongan interesantes y confusas para Maríon, Gwo Gwo y Chester que comienzan a cuestionarse no sólo si realmente han logrado conseguir lo que siempre habían querido, pero también a indagar en quiénes son realmente y lo que quieren llegar a lograr.
Escrita por la comediante y dramaturga Megan Gogerty, este nuevo texto americano resulta fascinante por su verdadera inteligencia y genuino sentido del humor. Y aunque la puesta en escena, dirigida por Miguel Santa Rita y actuada por José Ramón Berganza, Paola Arrioja y el mismo Pablo Perroni es abordada a partir de tres lindos animalitos de laboratiro, resulta delirante y sumamente interesante, la justa mezcla entre conflicto de identidad y absurdo humano.
Panda Malo navega en ese tránsito de géneros en el que la escritora logra plantear con perspicacia una variedad de temas que por su complejidad y actualidad social, podrían resultar polémicos, pero que, en esta forma de aterrizarlos, se vuelven sumamente normativos, comunes y tan naturales como las elecciones de pareja fuera de lo establecido, sin importar raza, especie, sexo o creencias, asumiendo desde ese punto de partida que todos pueden ser lo que quieran y quienes quieren, libres de formar sus sociedades y familias dónde y cómo mejor les parezca.
Las actuaciones son niveladas, sobresaliendo Pablo en papel de Chester el cocodrilo, y la producción es muy cuidada, pero la verdadera valía de este montaje radica, primero, en la elección del texto, en lo valiente que resulta, pero sobre todo en lo muy pertinente que puede llegar a ser.
Panda Malo goza de una sencillez y cero pretensión que hace disfrutable tu estancia en el teatro del primer al último minuto. Sin duda, entretenimiento puro con una buena carga de inteligencia.
Panda Malo se presenta los lunes a las 20:30 en el Foro Lucerna.
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