La nueva comedia romántica teatral, Sí Mi Amor, Lo Que Tú Digas resulta demasiado convulsa y atiborrada como para realmente hacer latir tu corazón.
Sebastián Sánchez Amunátegui se metió en un verdadero problema cuando decidió aceptar dirigir el montaje de Sí Mi Amor, Lo Que Tú Digas con un elenco de diez actores representando únicamente dos papeles entre todos -si nos ponemos técnicos, en realidad son sólo seis por función, pero igual. El detalle creativo resulta más confuso que original, y la puesta sufre de un desequilibrio tremendo que la deja cojeando por 70 minutos de historia.
La trama no es nada del otro mundo (de hecho, es de lo más básica): las vicisitudes y pequeños triunfos de una pareja (Claudia y Miguel) se nos presentan a manera de viñetas sin ningún tipo de cronología ni mucha relación para englobar el tipo de batallas que una relación libra desde el segundo uno y la manera en la que nuestras diferencias se ponen constantemente a prueba cuando decidimos pasar de individuos a parejas, y tratamos de sobrevivir bajo ese convencionalismo.
El guión de Víctor Salinas no hace ni siquiera el intento de búsqueda de algo que se sienta propositivo (más allá de retacar el escenario de actores). Su comedia romántica cae no sólo en lo demasiado conocido, pero sufre de sentirse retacada de conflictos cliché que no llegan a ninguna parte. Son tantos y tan innecesarios, que ninguno realmente llega a tocar algo verdadero. Desde el «no puedo con mi suegra», hasta el «me pusiste el cuerno», pasando por «dejaste tus cosas tiradas por doquier y no fuiste para levantarlas», la pareja de Salinas pretende representar a absolutamente todas las parejas del mundo, en vez de contar una historia que se sienta propia de Claudia y Miguel y que te haga poder conectar con ellos en lo íntimo y no lo genérico.
A pesar de eso, un par de one-liners y momentos inequívocamente espejeables te llegan a sacar una que otra risa honesta, que te deja con ganas de más, pero de lo cual recibes poco. El montaje se olvida de ser una comedia ligera y romántica para pasar el tiempo y se tropieza en el melodrama, y peor aún, en lo francamente cursi y terriblemente meloso cuando muy para el final, baja una pantalla del techo y se nos presenta un videoclip que se siente como un rechinar de dientes para la obra.
Para complicar más la conexión de la audiencia con la pareja, cada Miguel y Claudia están representados por varios actores, a veces conviviendo al mismo tiempo en el escenario, completamente olvidados por su director que jamás se molesta en concentrarlos bajo el mismo personaje, dejando que cada uno interprete a la pareja desde donde ellos la entienden, y cargando sobre muletillas enclenques y colores de vestuario el entero equilibrio del ensamble.
De modo que hay Migueles con dejo de acento argentino, unos afeminados, otros nerviosos, torpes o serios, y Claudias que francamente podrían ser personajes de obras distintas. Entre todos, Adriana Llabrés y Zoraida Gómez cargan con las interpretaciones más orgánicas y bien logradas del elenco (si bien atrapadas en diálogos que no les permiten hacer mucho), y Chris Pascal que logra construir al Miguel más equilibrado de un montaje que sufre enteramente de falta de edición.
Curiosamente uno de los mejores momentos de la puesta no sucede en vivo, pero en video, y Sebastián Sánchez Amunátegui se lo debe a los cinco minutos de cameo que Anahí Allué hace como la gerente del restaurante en el que Miguel pretende darle el anillo a Claudia, y que a pesar de suceder muy al principio de la obra, permanece como la más memorable de Sí Mi Amor, Lo Que Tú Digas hasta el final.
Palomera, sí, pero para comedias románticas ligeras, si somos honestos, hay mejores y más disfrutables.
Sí Mi Amor, Lo Que Tú Digas se presenta viernes, sábados y domingos en el Teatro Rafael Solana.