Voces lindísimas y canciones que abrazan el corazoncito enmarcan Si Tú Fueras Él, un musical que hace su estreno en CDMX, originario de Monterrey, que se recarga en las tablas de sus actores protagónicos para entregar una historia que, si la piensas demasiado, se empieza a llenar de huecos y contradicciones.
Primero lo primero, cosa que siempre será importante decir. Cualquier autor, productor, creativo que tenga el ímpetu y franco valor de escribir y armar un musical original mexicano, teniendo tanto en contra y sin una infraestructura ya trabajada para el formato en el país, merece un saludo con reverencia sólo por intentarlo, sólo por atreverse. Que es un paso enorme.
Si Tú Fueras Él ha tenido una vida como pocos en México. En 2006 hizo su estreno oficial en teatro en Monterrey con el título de Nastenka, para después convertirse en Estar O No Estar, una película con Aislinn Derbez, antes de llegar a tierras chilangas nuevamente como puesta teatral, ahora llamada Si Tú Fueras Él, al teatro Xola, con Víctor Ochoa (del elenco original), Caro Vélez (Nación Primordial) y Felipe Álvarez, que estuvo ausente en la función que me tocó ver a mí, y en su lugar subió Adrián Álvarez (también del elenco original regio), que es del que voy a poder escribir.
La historia original es de Marcelo González, también a cargo de la dirección y producción, junto a Guillermo Palacios en la música y letras. La historia busca el romance de antaño. Ése de pronto demasiado rosa, ingenuo, pero lindo en su visión mucho más sencilla y ausente de las complicaciones de un presente que ya no permite vivir el cortejo como todo un ritual de cuento, donde la caballerosidad y dulzura eran ingredientes principales y esenciales de cualquier intento de vínculo.
Así se conocen en un parque Nastenka y Augusto, en una década que se movía más lento y permitía que dos personas se acercaran a conocerse desde lo idílico. Él, un hombre tímido que no sabe cómo hablarle a las mujeres, poco experimentado y tal vez demasiado cordial, incluso para su propio bien; y ella, una mujer enamorada… pero de otro. Con el corazón roto después de haber sido abandonada por el hombre que aún tiene esperanzas regresará por ella. En una banca ambos comienzan una amistad con la advertencia de Nastenka flotando en el aire: «No te enamores de mí».
Cuando inevitablemente su relación empieza a fortalecerse para acercarse hacia el prohibido romance, el amor pasado de Nastenka regresa con su propio cargamente de dudas y confusiones para poner en peligro lo que Augusto y Nastenka han construido noche tras noche en la misma banca del mismo parque.
La historia es sencilla y pasa por romántica, pero pierde de vista un detalle importante: sus tres personajes no son los buenos en su propio relato, los tres tienen mucho para ser villanos, cosa que los haría muchísimo más complejos e interesantes si se abordaran desde lo que los tiene rotos, pero Marcelo González pareciera no saber que en sus manos tiene oscuridad por descubrir, e insiste en trabajar el musical desde la luminosidad de los personajes, buscando empatía con el público, que en muchos momentos es imposible otorgar porque los tres caen en actos de completo egoísmo y crueldad que no tienen forma de pasar por inspiracionales y seductores.
Nastenka se mueve desde el egoísmo. Advierte no poder entregar reciprocidad al corazón de Augusto, pero tampoco tiene mucho problema con usarlo y desecharlo una vez que ya no lo necesita. Cuando canta «Si Tú Fueras Él», que es todo menos una canción de amor, de una manera muy literal le dice a Augusto, eres un placebo que nunca llenará los zapatos del hombre que realmente amo. Pero por alguna razón, Marcelo González dirige a Caro Vélez a interpretar desde este lugar de Cenicienta vocalizando palabras de cariño a un Príncipe, cuando en realidad le está rompiendo el corazón de forma consciente.
Augusto no es mejor. De hecho, aún siendo el tierno protagonista, sus acciones terminan por ser imperdonables. Le tiene cariño a Nastenka más por lo que le otorga a él en términos de ser visto por primera vez por una mujer, que por ella misma. De modo que ni siquiera se molesta en aprenderse su nombre, pero pide al público otro mote para poderle llamar. Como una posesión que decide guardar en una cajita de su pertenencia donde sus reglas son las que aplican. Pero cuando se le pide entregar una importante carta, que él prefiere romper y tirar, para después mentir y asegurar que sí la entregó, aún sabiendo que su mentira tiene todo para derrumbar la vida de Nastenka, muestra sus verdaderos colores. Es un hombre sin escrúpulos, dispuesto a llegar con engaños al corazón de otra persona, aún sabiendo que está forzando ese sentimiento.
Augusto se ha engañado a sí mismo haciéndose creer que es el bueno de la historia, sí, pero eso no signfica que la obra tenga que engañar al público haciendo pasar la narrativa por un relato de persistencia. Augusto es un hombre terrible y las consecuencias de sus actos nunca realmente son suficientes. Su castigo no es consecuencia de sus actos, más un destello de mala fortuna, de modo que nunca llega a aprender que el mentir y engañar a la persona que supuestamente se ama no es un camino aplaudible. Cuando decide romper la carta al público se le alienta a aplaudir su decisión en un rompimiento de la cuarta pared. Es como Si Tú Fueras Él quisiera realmente celebrar que este catrín es un fraude.
Y el tercero en discordia no es mejor que los dos anteriores. Desaparecido un año habiendo hecho creer a su antiguo amor que regresaría por ella, acepta que huyó por miedo al compromiso y aprovechó su tiempo fuera para probar las mieles de cuantas mujeres pudo. No ama a Nastenka, eso es clarísimo desde que tiene que ser convencido de volver a encontrarse con ella. Le parece oportuna y tal vez una buena esposa para su idea de un futuro y una familia, pero ese romance de novela que la obra pareciera querer vender es en realidad más un contrato de beneficios.
De modo que no, Si Tú Fueras Él no es el romance que cree que es. Y en no entender lo complejo de los personajes que ellos mismos crearon pierden la oportunidad de trabajar con emociones y decisiones mucho más intrincadas que un simple suspirar por amores que se sienten casi adolescentes en su ingenuidad. La obra se descompone por llamarle «amor» a lo que debería de ser, «¿Amor?».
La música, sin embargo, otorga momentos bellísimos, nuevamente desde esta visión chueca del romance, pero que al oído complace y enternece. Un score compuesto mayoritariamente por baladas en la voz de Caro Vélez, Adrián Álvarez y especialmente Víctor Ochoa vibra y brilla hasta enchinar la piel en muchos momentos y llevar a un aplauso con miras a volverse ovación de pie instantánea. Y aquí es donde me detengo a hablar específicamente de Víctor, una revelación quizá para Ciudad de México con un talento desbordante que no sólo entrega piezas vocales que dejan boquiabierto y con lágrimas en los ojos, pero que además trabaja a un Augusto que es un personaje enterito en todos sus elementos. Redondo y notoriamente estudiado, pensado y perfeccionado. Víctor Ochoa es una maravilla que pudiera conquistar la industria musicalera si quisiera, eso es claro.
Si Tú Fueras Él sufre el espacio del Xola. Marcelo González se apabulla por el tamaño del espacio para una montaje con tres actores y reduce el trazo a lo más básico, un eterno sentarse en la banca del fondo, para luego caminar a proscenio y repetir la movida una y otra vez, decisión que carga de monotonía a una obra que pareciera no saber cómo ocupar el movimiento, el cuerpo y el escenario. Trasiciones innecesarias a negros tienen a los actores saliendo entre piernas por meros diez, veinte segundos, sólo para volver a entrar a su misma posición de siempre sin haber hecho ningún tipo de cambio, sólo marcado una pausa en el ritmo que podría beneficiarse de saltos más bruscos y veloces.
Un escenario más chico y un auditorio de menor capacidad serían ideales para este cuento que invita a lo íntimo, tanto así que Augusto, como narrador, continuamente se atreve a incluir al público en su historia y hacernos sentir parte de su círculo. Pero para que eso funcione, el círculo tendría que ser un grupito, un teamback donde pocos fueron invitados a ser partícipes de una memoria finalmente vulnerable y nostálgica. Una caja negra donde actualmente hay un reiterativo telón que dibuja el moñito del vestuario de Augusto como parte de una escenografía que sobra, también pintaría el montaje de esa sensación contenida, compacta, que nos haría sentir para del álbum de recuerdos de personajes que no pueden estar rodeados de una multitud ni un demasiado de nada.
Si Tú Fueras Él es un intento valioso a la creación de un musical de chico formato de autoría mexicana, y sin duda tiene elementos fuertes jugando a su favor que podrían explotarse de manera puntual y dedicada para sacarle jugo a una historia que ya de por sí conmueve, pero que podría mover muchos más tipos de fibras, y levantar preguntas sobre lo equivocados que estamos al no prestar atención a las micro violencias de una seducción que es en realidad un despliegue de banderas rojas que por dopamina decidimos ignorar en nuestras ganas de estar enamorados. Un elenco valiosísimo y un score que se podría memorizar y cantar con gusto, tienen que venir acompañados de un libreto que les permita indagar pasando lo superficial para entonces sí volverse memorable y muy relacionable.
Si Tú Fueras Él se presenta los miércoles a las 8:30pm en el Teatro Julio Prieto Xola.