El thriller sesentero a la Hitchcock de Frederick Knott, Wait Until Dark, regresa a México bajo el nombre «Sola en la Oscuridad» y un elenco que acaba sorprendiendo más de lo que la marquesina deja ver en primera instancia.
Con toques de películas como Rear Window, Knott utiliza un sencillo departamento en Nueva York para hilar una trama de suspenso que funciona de algún modo como una comedia de enredos, versión thriller, en la que una mujer ciega, luego de quedarse a solas en su casa, es visitada por un grupo de criminales, que se hacen pasar por una variedad de personajes que ella desconoce, para tratar de encontrar una muñeca repleta de heroína que ha caído en sus manos de manera fortuita.
Con una visión cien por ciento sesentera, tomando en cuenta que la obra original estrenó en 1966 (y la famosa película con Audrey Hepbrun, un año después en el 67), la historia carga una irremediable malla de inocencia e ingenuidad, que el director Enrique Singer permite muy a propósito que permeé su montaje, incluso en la manera de vieja escuela de actuar de sus actores.
Cosa que funciona transportándote a una década donde quizá el crimen organizado no se manejaba con tantísima violencia como hoy en día, y el engaño de los tres rufianes que estelarizan la obra resulta creíble como una especie de estafa maestra e inteligente, que además permite a actores como Lenny Zundel, Marco de la O (alternando con Luis Gatica) y Marcial Casale jugar con una variedad de personificaciones que resulta muy entretenida y ante todo aplaudible en términos histriónicos.
Itatí Cantoral como Susy Hendrix carga la obra entera sobre sus hombros, y tiene la suficiente carisma para lograrlo. Claro, hay detalles que no dejan de ser cuestionables, probablemente propuestos por ella y su director, que visualmente levantan más preguntas que respuestas, como, ¿por qué una mujer ciega en su propio departamento habría de moverse de manera tan torpe tocando absolutamente todos los muebles? o ¿por qué su cojera va y viene, y si de entrada, era necesario tenerla en primera instancia? Porque Susy Hendrix es una mujer audaz y astuta, con mucha más pericia de la que Cantoral y Singer parecen estar dispuestos a otorgarle.
Insisto, la historia se cuenta y la obra funciona, pero es en los detalles donde uno verdaderamente construye a un personaje, y a Susy parecen faltarle un par de partes, mismo rol que le mereció una nominación al Oscar a Hepburn, lo que habla mucho de lo que se puede hacer con el papel. Al contrario sucede con Gloria, interpretada de manera encantadora, hilarante y honesta por Nina Rubín Legarreta (alternando con María Perroni) que no deja de robarse momento tras momento, y Harry Roat, villanazo de cuento clásico que también le permite a Marco de la O demostrar gran rango y consumarse como absolutamente memorable.
Pero más allá de cualquier cosa, la otra gran protagonista de esta historia es la perfecta escenografía de Adrián Martínez Frausto que verdaderamente nos transporta al lower east side de Manhattan y resulta bellísimo de una manera sencilla la forma en la que utiliza las ventanas del departamento para dar momentum a ciertas instancias del suspenso. Ayudado, claro, por la súper precisa y estética iluminación de Víctor Zapatero, que termina de hacer de este de esta locación en Nueva York una pieza esencial dentro del thriller, demostrando además, que dentro del espectro del naturalismo, se pueden seguir haciendo cosas con mucha personalidad.
Los amantes del suspenso a la antigua, de historias como Extraños En Un Tren o Charade, nuevamente con Audrey Hepburn, definitivamente van a pasar un gran momento en Sola En La Oscuridad. Una obra que, no por nada, carga con el sello de Mejor Teatro y Morris Gilbert, quienes pese a estar perdidamente enamorados de los clásicos e insistir en el éxito taquillero de los revivals, no dejan de tener el colmillo del mundo para presentar obras de calidad innegable.
Sola En La Oscuridad no pretende ser un pendiente de oro, quizá ni siquiera la siguiente gran atracción del Teatro México, aquél en el que por años se presentó Mentiras, pero cumple su promesa de entretener, de intrigar y de contar una historia con personajes entrañables que, a pesar de que pueda sentirse cien por ciento de otra época, no deja de ser ingeniosa y divertida de una manera simple, y de contar con escenas, que para el final, para cuando Susy Hendrix se queda… quizá no tan sola, pero definitivamente sí en la oscuridad, te mantienen al filo del asiento preguntándote cómo saldrá de ésta.