*Nota: Esta crítica de Superhéroe fue escrita para El Aquelarre por Enrique Saavedra, Periodista cultural especializado en artes escénicas y literatura. Colabora actualmente en el portal Cartelera de Teatro, la revista Tierra Adentro, es miembro de la ACPT y fundador del proyecto periodístico La IndiePedia sobre editoriales y librerías independientes.
Según la tradición impuesta por la literatura clásica y retomada por las más diversas manifestaciones del arte y la cultura, el héroe es aquel personaje central de un relato que ha de enfrentarse a una diversidad de pruebas para lograr una empresa determinada. Y para la tradición de la cultura popular, el superhéroe es aquel personaje dotado de poderes extraordinarios que le permiten defender a las víctimas, combatir a los victimarios y, de paso, lograr la admiración de quienes se enteran de sus proezas. A partir de ello, la literatura contemporánea, el cine y la televisión se han encargado de hacer, rehacer y deshacer dichos mitos y acomodarlos con diverso impacto en la vida cotidiana.
Si bien Superhero, el musical compuesto por Tom Kitt, parte y se guía de la fascinación por el universo de los cómics y los superhéroes que los estelarizan, va más allá y se ocupa de un tema mucho más terrenal y realista: el proceso de duelo que sobrellevan una madre y su hijo adolescente. Si en su musical más celebrado, Next to normal, Tom Kitt aborda los efectos del trastorno bipolar que padece la madre de familia, aquí explora las consecuencias que trae la repentina pérdida del padre de familia y la forma en que su esposa y su hijo lidian con ello mientras se instalan en un nuevo barrio.
Para ello, Kitt recurre a una partitura intimista que cobija a la audiencia y reta a sus cantantes. Y aunque es innegable la calidad y eficacia de la música y la letra de este musical estadounidense, mucho de lo que le permite resultar entrañable es el libreto a cargo de John Logan, notable dramaturgo y guionista, autor de textos exquisitos como Red -que en México estelarizó Víctor Trujillo- y Peter and Alice -que en Inglaterra protagonizó Dame Judi Dench-, además del libreto de la versión teatral de Moulin Rouge!
Logan nos presenta a Simon, un adolescente que se refugia en los cómics, con todo y su mundo de héroes y villanos, para superar la pérdida de su padre, mientras su madre, Charlotte, una maestra de literatura inglesa, hace todo lo posible porque el joven salga del ensimismamiento y enfrente la realidad. Y es precisamente con la realidad y la ilusión que Logan juega. En una obra al más puro estilo de una pieza realista, la irrupción de Jim, un personaje que jamás sabremos si está dotado de superpoderes o padece un trastorno psiquiátrico, resulta un juego delicioso que sutilmente aporta mucho a la estructura del musical como género teatral.
Estrenada por el Second Stage Theatre del circuito Off Broadway en Nueva York en 2019, la obra llega a la Ciudad de México en una temporada en la que se están presentando musicales diferentes a lo que comúnmente puede verse en la cartelera, lo cual es algo ya de principio agradecible y encomiable. Producida por Iván Pasillas, Superhéroe se presenta en un formato íntimo que potencia la riqueza de un texto y una partitura ricas en referentes literarios y populares, melancolía y ternura. No hay números extravagantes ni efectos asombrosos, más bien hay reflexión sobre las ironías, las oportunidades, los intentos y las relaciones que ofrecen la vida, el tiempo y el destino.
Para ésta, su primera producción teatral, Pasillas echa mano de un equipo espléndido cuyo punto más alto es el elenco. La partitura es retadora desde la primera hasta la última canción y eso lo aprovechan Emilio Treviño y Georgina Levin, los protagonistas, para ir construyendo y moldeando la voz de sus personajes hasta llegar a momentos plenos de riqueza vocal en los que, por fortuna, jamás se pierde ni una palabra de la traducción del propio Pasillas y David Federico Suzawa. Y aunque Treviño y Levin cantan por sus vidas y salen victoriosos, la actuación y calidad vocal de Héctor Berzunza en el personaje de Jim es lo que aporta el trazo más fino a los dibujos propuestos por el director escénico Chema Verduzco y el director musical David Federico Suzawa, haciendo justicia al personaje y a la obra misma. Números como “Superman se fue” a cargo de Treviño, “Cómo encontrar qué decir” cantada por Levin y “No es como en el cine” interpretada por Berzunza constatan la feliz fusión entre la propuesta temática expresada en la partitura de Kitt y el texto de Logan, la puntual traducción y las notables voces de los protagonistas -y ojalá al final se le otorgara a Berzunza un crédito más justo en el agradecimiento-.
El resto del elenco -Vanessa Bravo, Mario Alberto Monroy, Fer Terán, Nacho Ugarte, Carmen Sarahí, Alain Peñaloza, Sofía Ochoa y Carlos Rodea- cumple con fuerza y eficacia.
Al contrario de la grandilocuencia que se anuncia en su breve título, Superhéroe encuentra sus mayores aciertos en su sencillez y en la apuesta por nutrir un musical con temáticas complejas que se exponen en una delicada mezcla entre el realismo y la fantasía -nada lejano al mundo que habitamos en estos tiempos- que al final se abrazan y nos abrazan para salir a enfrentar al mundo cotidiano. Vaya, tras ver la obra podemos tener la seguridad de que hay alguien -o algo- que, aunque no lo veamos ni sintamos, protege nuestros pasos. Ojalá.
Superhéroe se presenta los lunes y algunos martes de diciembre a las 8pm en Teatro Milán.