Una aventura al estilo Goonies con cuatro campistas que se ven enfrentados a sus peores miedos y más oscuras pesadillas para aprender que para poder tener los pies parados en Tierra Firme hay que luchar por tener una voz que no pueda ser silenciada.
Mel Fuentes y Jessica Lunet (dramaturgas) toman la decisión de indagar en aquellas dolencias que de niños solemos guardarnos, tal vez incluso porque no las entendemos del todo o no sabemos cómo manejarlas en ese momento vulnearable de la vida, y armar con ellas una aventura repleta de bicicletas iluminadas, radios vintage que hablan con una voz omnipresente, un bosque que parece cambiar a medida que ellos avanzan, digna de estudios Amblin.
Y lo mejor, escrita a partir de sus propios miedos y recuerdos de infancia.
Debutando como director, Miguel Jiménez entra a Tierra Firme poniendo la caja de cabeza, subiendo a la audiencia al escenario para armar dos frentes de butacas que estén a centímetros de la acción, y dejando el resto del auditorio vacío. Una decisión que reduce mucho el número de asistentes por función, pero que permite al espectador sentirse atrapado por el mismo bosque que nuestros protagonistas.
Cuatro niñes, dos mujeres, un hombre y otre que aún batalla con su identidad viajan al clásico campamento de niños vestidos de boy scouts. Ése que muchos vivimos en nuestras infancias, que para algunos era el momento soñado lejos de sus padres y cerca de niños de su edad, y para otros era un instante de mucha soledad y sensación de peligro con los bullies sin supervisión adulta.
Uno de ellos es hiperactivo y necio, el típico niño que no ha entendido que sus palabras hieren y sus bromas pueden ser violentas; otra está enamorada pero siempre le han hecho creer que es demasiado fea; Mel se retrae hacia su cámara fotógrafica y prefiere ver el mundo a partir de su lente para no tener que enfrentar el hecho de que es un niño femenino que otros muchos agreden desde el machismo normalizado; y la última, la muda, es una niña ultra introvertida que no suelta palabra, y de la que nos enteramos poco a poco, carga con ella el abuso sexual de su papá.
Perdidos en el bosque sin realmente conocerse los unos con los otros, cuando tratan de regresar a las instalaciones de su campamento, se dan cuenta que han sido tragados por sus alrededores que ahora funcionan como un laberinto y la única salida es enfrentarse contra algo llamado «La sombra», que los viene persiguiendo para restregarles de manera constante aquello que más temen a través de un radio de mano cuya voz Orwelliana no los deja en paz… pero al mismo tiempo los guía, de forma que es imprescindible.
Creando una alianza que comienza frágil pero se establece como amistad verdadera, les niñes descubren el valor de apoyarse los unos en los otros, y de hablar las cosas que se callan por miedo, vergüenza o culpa.
Un relato sin duda tierno y honesto que partir de juegos de iluminación y cuatro mamparas de escenografía nos transporta a distintos escenarios imaginativos que son fáciles de visualizar como una película de aventura.
Cierto que, quizá por tiempos, el texto no termina de indagar del todo en las personalidades e historias de cada uno, de modo que sus miedos cobren un peso más importante. Los oímos y entedemos lo suficiente como para seguir la historia, pero rayan en lo superficial, cuando los temas que se tocan como el abuso o la identidad de género dan para profundizar mucho más, y crear personajes enteramente sólidos.
Al final estos niños viven un instante juntos, y es el mismo que nosotros, espectadores, vivimos con ellos; pero cargan con pasados, memorias, historias, que se vislumbran en la narración, pero nunca se alumbran por completo.
Para ser el debut de Mel Fuentes, Jessica Lunet y Miguel Jiménez en puestos creativos detrás de escena, Tierra Firme es sin duda un buen primer paso hacia la creación teatral familiar. Pero teniendo allá afuera historias más complejas dirigidas a niños, con personajes más grandilocuentes, aventuras llenas de acción, y momentos de verdadera sorpresa, el trío se queda un pequeño paso por detrás en términos de riesgo y claridad.
Tierra Firme permanece como un concepto interesante de experimentar, con personajes relacionables, y un mundo onírico que basta con cerrar los ojos para alcanzar a escuchar el ruido de aves sobre los árboles y la luz de la luna en el pasto.
Tierra Firme se presenta sábados y domingos a la 13:00pm hasta el 3 de julio en el Teatro María Tereza Montoya.