Una saga de aventura completa con toda la mitología que una tierra de fantasía de piratas pudiera necesitar. Vanora Druk, el Volcán del Mar puede presumir de tener uno de los mejores scores del teatro musical original mexicano, y una historia que, si bien no deja de ser retacada y compleja en una primera pasada, está pensada hasta el último detalle.
Vanora Druk no es como ningún otro musical original mexicano. De hecho, se sale mucho de los lugares comunes que solemos pisar y ¡albricias! por eso. De la mente de Alba Messa, Fernando Canek y Gustavo Aguilar, con música de la misma Alba y Andrés Saráchaga (ambos alumnos de Siete Veces Adiós y se nota), Vanora no es de rocola, no le sucede a un grupo de amigos, no está situada en un bar y no gira en torno a las relaciones de pareja. Y eso ya es bastante. La obra nos transporta a una tierra escondida en el mar para crear todo un universo propio tan complejo y expansible que su error termina por ser lo mucho que quiere meter en hora y cuarenta minutos de puesta.
Bienvenidos a Sakravann, una tierra completa con su propia mitología y lore, como lo sería la Tierra Media para Tolkien o Westeros para George R.R. Martin, y los pongo de ejemplos porque lo que Alba Messa y Gustavo Aguilera crearon con su pequeño mundito de fantasía es igualmente ambicioso. Y geek. De la mejor manera posible. Se nota el amor por esas historias de aventura épica. Ahí en el mar hay una isla llamada Druk, de volcanes y tortugas dragón, pero más importante, de piratas, donde los forasteros no son bien recibidos y nadie que no sea nacido y crecido en la isla tiene razón para quedarse ahí.
Nadie, excepto Vanora, una mujer que llegó a Druk cuando era tan solo una bebé empujada por la marea y fue adoptada por los locales, pero no del todo aceptada como una más de ellos. Vanora desconoce su origen, pero se sabe diferente, y la única pista que tiene de sus verdaderos padres es una caracola que llegó con ella a la isla, un token inseparable. Cuando la caracola es robada después de una fuerte tormenta, y Vanora juzgada por romper un sagrado ritual de la isla, sus padres adoptivos la convencen de salir de Druk en busca de su historia, y acompañada por su mejor amigo, que no habla, pero con el que mantiene comunicación telepática, la heroína deja su casa atrás, para encontrar su primer hogar.
Así Vanora y Bernie se enfrentan a una odisea que los lleva a conocer sirenas y su canto, tan similar al de la caracola, a encontrar aliados entre los soldados de la Flota Naval del Aither, a batallar piratas, especialmente el terrible Sobek, el pirata Caimán, y luchar contra leviatanes gigantes. Una aventura digna de historieta serializada y de sus propias figuras coleccionables, pues. Pero para teatro musical, una con la que hay que mantener ojos y oídos abiertos porque la información es tanta y pasa tan a prisa que es fácil caer en total confusión.
La decisión más atinada, bella y poderosa de Vanora Druk es hacer de su elenco músicos y actores a la vez. Alba Messa, Andrés Saráchaga, Jorge Mejía, Óscar Levi y Ulises Aquino se turnan para hacer a una variedad de personajes que completan la tierra de Sakravann al tiempo que tocan los instrumentos en cada canción frente a nuestros ojos, y el resultado es magico. Xavier Villanova (director) los orilla a la creación de personajes peculiares y caricaturescos para complementar el color de esta fantasía, que usan además sus instrumentos como extensiones de cada rol. Un bajo puede ser una espada o el arco del violín una daga. Porque hay mucho minimalismo en el montaje, ellos lo son todo. Y sí, muchos de los foleys ambientales caen también en sus manos. Un ensamble multiusos de talento excepcional.
Y es precisamente la música la que termina por brillar a tope y volverse el arma más potente e increíble de Vanora Druk. Un score que usa el pop y el rock para mezclarlo de pronto con sonidos caribeños y regalarnos número tras número de canciones brutales y totalmente distintas a lo que se escucha allá afuera en el teatro musical mexicano. Con la música de Vanora Druk Alba Messa y Andrés Saráchaga se colocan como los compositores a mantener en el radar en el teatro. Listos para seguir sus propias reglas, conscientes del género pero apartados de lugares comunes, y con franco poderío al momento de crear música no sólo para acompañar, sino para construir momentos.
Acompañados por una dirección y un libreto que son absolutamente narraturgia -Vanora lo cuenta todo en primera persona y directo a público como una narradora- muchos instantes musicales se sienten de concierto, tienen ese estruendo del rock que eriza la piel y energiza a su público, pero son las baladas en la preciosa voz de Alba Messa las que ponen la piel chinita y finalmente nos involucran en la historia de una mujer que está en búsqueda de quién es realmente, dispuesta a sacrificarlo todo en el intento de encontrarse. La música hace su parte de manera vital y es la razón número uno para que Vanora Druk pase a la historia de nuestra industria teatrera.
No tanto así el texto y acting, que ahí donde el score pasa por muchas emociones, sonidos, colores, la narración del relato permanece en una sola nota: aventura. Alba juega a ser esta relatora emocionada, como si su audiencia fueran niños cautivos, que hace mucho sentido dependiendo del pasaje que está contando de la historia de Vanora, pero no permite realmente la entrada de sutilezas, matices y cambios de ánimo. Los momentos que pudieran ser emocionales o conmovedores pasan tan velozmente o se centran en personajes que apenas si conocemos que terminan por suceder en un parpadeo con el que no es fácil conectar.
Todo resultado de una emoción que no se supo editar a sí misma de integrar todo lo posible a un musical que no tiene el espacio de una serie, de una colección de libros o películas. Vanora Druk toma demasiado tiempo en un prólogo que busca establecer las claves de su propio juego, pero que para cuando suelta a Vanora al océano en busca de su propia épica saga, ya ha pasado muchísimo tiempo y nos ha atiborrado la cabeza de conceptos, nombres, reglas, ideas que inevitablmente te tienen perdiéndote de un momento u otro por tratar de recordar lo que se ha dicho anteriormente.
Esta creación magnánima viene muy notoriamente de dos escritores con mucha imaginación y un mundo en sus cabezas que ellos entienden perfectamente, pero no termina de cuadrar para el público. Pero más allá de eso, cuestiono si es necesario. Entiendo la intención de hacer de Sakravann una tierra 360, dado que nos estamos enfrentando por primera vez a ella, pero la hsitoria es de Vanora, y su viaje por nuevos parajes para descubrir quiénes son sus padres y de dónde vino, y no requiere de maximalismo porque la búsqueda de la identidad es universal. Y la música ya está haciendo un trabajo excepcional de darle cuerpo a la aventura.
Lo complejo recuerda a las reglas de juegos de estrategia como Katan, cuyo tablero se siente como mucho de la inspiración del diseño escenográfico de Félix Cuevas. Nuestros aventureros están eternamente parados en este tablero de piezas hexagonales, cuyos bloques de pronto movilizan con poca recompensa. Un tablero pintado por Alex Villalobos que pareciera tener un mensaje escrito para nosotros, quizá un mapa -muy de piratas- que eventualemente se va a develar cuando Vanora termine de armarlo, pero que de forma un poco frustrante nunca llega a ser más que apilable para la creación de nuevos espacios sin mayor mensaje. Una provocación traviesa que deja con ganas de más.
Vanora Druk está empezando con una primera temporada y como todo buen musical original aún tiene muchos océanos que visitar, fuertes oleajes que evitar remando. Épico es, sin duda. Mitológico y emocionante. Y se agradece que se le notan a leguas las ganas de sus músicos y dramaturgos por crear algo nuevo. Literalmente una nueva brisa para nuestros escenarios de teatro. De score espectacular, que desde ya puede llamarse de lo mejor en su especie, un concepto atípico donde la música está viva y se respira en cada escena, y una aventura clásica de una heroína en busca de su elixir, es cosa de terminar de afilar espadas para que cada vez que Vanora ice las velas y su bandera pirata allá afuera estemos conscientes de que nos espera algo magnífico.
Vanora Druk, El Volcán del Mar se presenta los martes a las 8:45 en el Teatro Milán.