Hablamos con Natalia Seligson, diseñadora de vestuario de Hamlet, para que nos contara cómo se modernizó esta tragedia shakespeareana.
Hay algo que llama mucho la atención de la versión, o debería decir, de la visión de Angélica Rogel de Hamlet en el Milán. Y no sólo tiene que ver con lo más obvio que es la transformación del personaje protagónico de Shakespeare de hombre a mujer (Irene Azuela), y las implicaciones en cuanto a orientación sexual que eso conlleva; pero también a la modernización del relato en el que Dinamarca y Noruega son puestas a un lado para movilizar la tragedia hacia un lugar corporativo que recuerda más la guerra familiar de una serie como Succession de HBO, que un relato medieval.
Para lograr este viaje en el tiempo, Angélica hace uso de muchísimos elementos teatrales (de los cuáles hablaré en el review, aún no publicado), siendo definitivamente uno de los más vistosos de ellos, el vestuario.
Limpio, sofisticado y minimalista sin caer nunca en lo aburrido o redundante, Natalia Seligson fue la encargada de vestir a actores como Irene Azuela, Mauricio García Lozano, David Gaitán, Poncho Borbolla, Naian y Assira Abbate en looks que si viéramos en la calle pasarían por gran street style. Con un styling de pies a cabeza pertinente y tendencioso, quise platicar con Natalia para conocer el detrás de este diseño creativo que tiene mucho de formidable dentro de su sencillez.
Me enamoré perdidamente del vestuario de Hamlet. Quería que me contaras un poquito de estas pláticas iniciales que seguramente tuviste con Angélica Rogel cuando se habló de mover la historia a una empresa familiar y que forzosamente te lleva a ti a modernizar el vestuario.
Angélica quería situar la historia en un entorno más contemporáneo. No nos queríamos ir a lo shakespeareano, ni a esa época, y se habló mucho de que lo importante aquí era lo teatral de lo que puede ser una obra shakespeareana. Y aterrizándolo en lo contemporáneo, en su traducción están en una empresa en vez de un reino, una familia poderosa, adinerada, entonces llegamos a esa visión y a partir de ahí llegamos a la paleta de colores monocromática, que también está relacionada con el diseño de escenografía. Un poco también el punto fuera que las actuaciones fueran lo que más resaltara.
Creo que dentro de la paleta monocromática de la que hablas el color que más destaca es el gris, ¿hay una razón detrás de esto?
Se nos hizo que planteando este mundo en esa monocromía se podía resaltar más la historia en sí, los personajes en sí, las actuaciones. También visualmente tiene una cosa estética. Dentro de esa monocromía jugamos con algunas cosas que quizá no son tan obvias; pero, por ejemplo, pusimos a Hamlet en colores más oscuros, dentro de la gama, al igual que los más cercanos a Hamlet: Horacio y Ofelia. Y luego a Claudio, Gertrudis, Polonio en tonos más claros.
No sé si ya es imaginación mía, pero tal vez también hubo una intención de elegir un color que pudiera contrastar con las naranjas que se usan como prop durante toda la obra.
Claro. La naranja es un símbolo súper importante en toda la obra. Es el único toque de naturaleza y de color y sí queríamos que resaltara por encima de este mundo gris en el que viven.
Hablando en específico del personaje de Hamlet, es claro que una de las bases de la propuesta de Angélica es que fuera mujer en vez de la tradicional versión masculina, y en vestuario hay una clara intención andrógina.
A mí me encantó esa interpretación de Angélica, de que el personaje en vez de ser hombre sea mujer. Sigue siendo Hamlet, sigue siendo el mismo personaje, sigue teniendo las mismas problemáticas existenciales y se mantienen sus relaciones con los otros personajes tal cual. Pero es mujer. Y no quisimos clavarnos mucho en si se vestía como mujer u hombre porque a estas alturas ya es un poco irrelevante.
Llegamos a este Hamlet un poco andrógino en su vestir y nos funcionó. Y hay un pequeño gesto. Como tiene esta obsesión con la muerte de su padre, no logra soltar ese duelo, también hay un momento en el que se pone un saco que podemos tal vez pensar que es el saco del papá. Me inspiré en esa idea. Así llegamos a esa vestimenta.
Y el personaje de Claudio que al principio sale como con este abrigo con peluche en el cuello, no sé si la idea era que se viera como un Rey, un Rey moderno.
Sí. Usa un traje. Nos gustó ese guiño, como dices, ese toque de realeza, que lo diferencia de los demás y le da un poco más de status dentro de este mundo.
A mí mucho de lo que me gustó de este vestuario es que se siente elevado, sofisticado de algún modo. De pronto hay piezas que se sienten de pasarela. Para un concepto así, ¿dónde se consigue el vestuario? ¿Es cosa de salir a comprarlo, de construirlo, de pedírselo a los actores directamente de sus clósets?
En este caso fue una combinación de comprar piezas, otras cosas eran personales de los actores, y otras cosas que sí se compraron pero también se alteraron. También hay un par de cosas que yo ya tenía en mi bodega de vestuario y que se me hizo que podían funcionar. Hicimos pruebas con los actores y así se fueron armando los looks de cada personaje.
De hecho hay un momento en la obra en el que Poncho Borbolla hace el chiste de que la chamarra que trae, una de brillos, es de él realmente.
Sí, de hecho esa chamarra la trajo Poncho, le encantó a Angélica, se nos hizo que funcionaba bien para su personaje y se quedó. Tal cual.
Por último, ¿hay algún diseñador, diseñadora, diseñadore en el que te hayas inspirado?
Uff, es que hay tantos. En particular ahorita no se me ocurre uno, pero me inspira mucho, especialmente en las interpretaciones de Shakespeare, las películas de Peter Greenaway, y esa estética que de pronto combina diferentes épocas, eso podría decir que me ha inspirado mucho.