Propuestas de ley por todo Estados Unidos están buscando censurar el drag que en teatro ha sido elemental desde tiempos de Shakespeare.
¿Qué está pasando en Estados Unidos que, para nuestra mala suerte, ha empezado a cascadear hacia México?
Estados conservadores como Arizona, Arkansas, Missouri, Nebraska, Carolina del Sur, Tennessee, Texas, Virginia, Montana, Idaho y más recientemente Florida están empujando propuestas de ley (en el caso de Tennesse, de hecho ya es oficial) buscando censurar el arte drag para restringirlo de la cercanía a menores de edad, alegando que es un performance inherentemente sexualizado.
De hacerse válidas estas nuevas leyes prohibirían todo espectáculo drag de presentarse en cualquier sitio de licitación familiar (lo que acabaría con los drag brunches o el drag reading hour), pero más allá de lo que pueda competer a performers meramente drag, la censura acabaría golpeando toda actividad escénica y sí, eso incluye el teatro.
De acuerdo a la iniciativa de ley: «Drag se define como un intérprete que se presenta ante una audiencia usando vestimenta, maquillaje y manierismos asociados con un género que no sea aquél que se le fue asignado al nacer».
Más allá del problemático tema reduccionista en cuanto a definción de género, si leyeron correctamente, cualquier persona haciendo cross-dressing frente a una audiencia forma parte de lo que sería inaceptable en un venio familiar, que los teatros normalmente lo son, y ni hablar de las escuelas preparatorias con talleres de teatro y teatro musical que antes, sin problema alguno, podían montar obras como Rent (donde existe Angel) o Peter Pan (en la que, se sabe, históricamente el personaje de Peter es interpretado por una mujer).
¿Qué sucedería entonces con obras como Kinky Boots, Priscilla, La Cage Aux Folles, Some Like It Hot, Tootsie, Rocky Horror, Matilda o Mrs. Doubtfire, cuyo National Tour tiene programada una parada en Broward, Florida en primavera? Similar al show musical de Jinkxs Monsoon (intérprete drag, actualmente Mama Morton en Chicago) «Everything at Stake» la leyenda «Este show es sólo para mayores de 18 años» tendría que exhibirse prohibiendo la entrada a menores de edad a muchas obras que están pensadas para todo público.
El gender bending ha sido parte innata del teatro desde tiempos isabelinos, originalmente porque las mujeres tenían prohibido presentarse actuando, lo que obligaba a que los personajes femeninos fueran interpretados por hombres en drag; pero eventualmente se acabó usando como parte intrínseca de la búsqueda creativa del teatro, el juego de la convención escénica y por qué no, también la manifestación política ante discursos misóginos, homofóbicos y retrógradas.
En escuelas, donde muchas veces se elige montar obras con un mayor número de personajes, ya sea femeninos o masculinos, normalmente se les permite a los estudiantes hacer todo tipo de papeles, para darles una oportunidad en el escenario. Newsies, por ejemplo, donde hay muy pocos roles femeninos, el ensamble suele estar integrado por hombres y mujeres en drag por igual. O qué decir de una Hairspray, muy usada en escuelas, que requiere de un hombre en drag para el personaje de Edna, o Annie donde Miss Hannigan siempre ha podido ser interpretada por quién sea. Todas ésas obras enteramente familiares y ninguno de esos personajes de acepción sexual.
¿Van entendiendo el panorama?
En Florida, donde el gobernador Ron DeSantis ha hecho pública su declaración de guerra ante lo que él llama «la ideología woke», la escuela Douglas Anderson School of the Arts se vio obligada a cancelar el montaje de «Indecente», una obra que, irónicamente, trata el tema de la censura en el teatro. Y agárrense porque DeSantis tiene toda la intención de postularse para la Presidencia de Estados Unidos.
Por suerte, teatreros como Michel Haussman, Director Creativo de Miami New Drama no pretenden caer en el juego de auto-censura provocado por la cultura del miedo promovida por grupos conservadores, y desde sus trincheras seguirán montando teatro de todo tipo, incluyendo textos de temática LGBTQ+ y obras de conceptos drag como La Jaula de las Locas con la que pretende hacerle frente a las absurdas propuestas de ley en su estado:
«Quiero enfentarlos», dijo Haussman al Miami Herald, «En general las artes y el teatro en Estados Unidos no nos hemos tenido que enfrentar a algo como esto. No tenemos el músculo para hacerlo porque siempre hemos tenido una estabilidad democrática. Pero yo, viniendo de Venezuela, un país dictatorial, yo sí estoy listo para dar pelea».
Lamentablemente en México no estamos libres de personas poco informadas que buscan censurar las artes escénicas. La diputada del PAN América Rangel, famosa por empujar leyes anti trans en nuestro país, ha hecho pública su batalla contra el drag al que llama «baile erótico»; mientras que el reconocido por la Secretaría Juvenil Cuauhtémoc (también del PAN), Héctor Mujica, usa imágenes de una niña cisgénero vogueando en la tradición del ballroom para desinformar, nombrarla equivocadamente hombre y drag queen, y asegurar que el suceso es «enfermo».
En México se presentan actualmente obras para todo público de temática queer o drag como Todo El Mundo Habla de Jamie, Mentidrags o La Leyenda de Georgia McBride; o montajes gender bend como el de Emilia en el Helénico con una compañía enteramente femenina haciendo todos los roles masculinos. Desde El Aquelarre les decimos, vayan a esas obras, lleven a sus familias, lxs niñxs son los primeros que lo van a disfrutar en grande. Construyamos públicos capaces de entender el drag desde el arte y no la malinterpretación alarmista que grupos pro familia promueven.
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