Una compañía de actores y creadores jóvenes de San Luis Potosí se lanzaron a la aventura de montar Sam, el musical original potosino.
No es la primera vez que Tres 60, compañía de teatro potosina, hace teatro, por supuesto, pero con Sam, el musical, seis creativos de la productora decidieron unir fuerzas para crear una puesta de cero, completamente original, con canciones propias y una temática que para ellos era importante poner sobre la mesa y con la que esperan abrir conversaciones sobre un tópico que aún pudiera resultar tabú en algunas partes de México y el mundo.
Haciendo una búsqueda rápida por Google pareciera que Sam, el Musical es, de hecho el primero de su especie. Y Andrés Quiroz, director del montaje, confirma al Aquelarre que él no recuerda otra obra musical original nacida en San Luis Potosí, donde la escena musicalera se ha enfocado más en réplicas de Broadway o francas adaptaciones.
Lo que significa que estamos ante una primicia teatrera y una que nace de la mente de creativos jóvenes con ganas de dejar huella en el mapa. Alejandro Vite, compositor y director musical realizó el score; Laura Blanco se encargó de la dirección vocal y los coros (que junto con dos compañeras presenta al estilo del trío en Little Shop Of Horrors); Andrés Quiroz dirigió al elenco, diseñó escenografía e ideó el concepto original; Natalia Olguín se encargó de la dirección ejecutiva y se sumó como stage manager a la obra; Carla Medina se enfocó en lo visual, diseño de vestuario y asistencia en escenografía, y Misael Aguilar presta su acting y voz a Sam, además de fungir como PR y marketing de la obra. Todos juntos escribieron el libreto y después de conocerlos, es claro que todos hacen de todo, porque el proyecto lo están levantando como familia.
El Aquelarre viajó a San Luis Potosí al estreno de Sam, el Musical en el Teatro del IMSS donde tendrán funciones hasta el 3 de diciembre con un elenco que varía continuamente, dado que son cuatro los actores que dan vida a Sam y tres para Lucía, su madre, y Camila, su hermana. El rol de elencos se va moviendo cada semana.
Mesero de noche y pintor de día, Sam pareciera tener una vida plena, una familia que lo ama y apoya, un mejor amigo descubriendo su expresión queer aún con cierto miedo de presentarla al mundo (y a su familia), una jefa drag queen que dura pero real y honesta es también para él una gran amiga, y un compañero de trabajo del que está enamorado en secreto y al cual aún no está del todo listo para confesarle sus sentimientos y llevar su relación a otro nivel. Sam es como muchos jóvenes de 21 años, idealista y soñador con la cabeza en las nubes y los pies levemente despegados de la tierra.
Su problemática mayor sería quizá conseguir que su crush, Carlos, le correspondiera y ver a dónde los puede llevar eso, pero físicamente su cuerpo no le permite enfocarse ni en el amor, ni en el trabajo, ni en la familia, ni en la pintura. Se ha estado sintiendo mal, con poca hambre, mareos extraños y síntomas que sin tener del todo claro le asustan, aunque los primeros diagnósticos de sus doctores no parecen pasar de meras infecciones que se tendrían que quitar con remedios sencillos.
Conforme el malestar crece y la debilidad aumenta, Sam se enfrenta con una noticia que cambia su vida y la de todos los que le rodean, y la prontitud es lo único que parece ser su nueva y única prioridad.
Con varias baladas pop y uno que otro número más inclinado hacia lo rockero, el drama se va oscureciendo, y lo que pareciera comenzar como un coming of age para el acto dos es una dolorosa historia de solidaridad y compañía frente al miedo. No por eso Sam, el Musical carece de comedia. Mateo (Mateo Bautista) como el personaje gay descubriéndose cada vez más libre y con un estilo queer particular que definitivamente jala miradas mantiene a la audiencia con una constante sonrisa en la cara, junto a Lola Mento (Alex Loreedo) cuya persona drag desparpajada, filosa, pero optimista provoca carcajada tras carcajada cada que aparece en escena.
A pesar de que Tres 60 es conocida por sus producciones cargadas de coreografía, de acuerdo a lo que Misael Aguilar cuenta al Aquelarre, con Sam, el Musical prefirieron tomar una ruta que los sacara de su zona de confort, y los obligara a enfocarse en la interpretación por encima del baile. Un gran giratorio en escena nos transporta del cuarto de Sam, a la sala, al bar gay de Lola y otro par de locaciones dejando poco espacio para mayor movilidad, de ahí que los momentos íntimos se sobreponen por encima de aquellos que pudieran ser ensambláticos.
El coro que Laura Blanco dirige al lado de Daniela Millán y Mariana Gutiérrez es básicamente el único elemento encargado de armonías y backup vocals que es y no es parte de la escena colocado debajo del escenario a una esquina de butacas; mientras la orquesta de cinco músicos, dirigida por Alex Vite en el piano, se posiciona en el otro lateral, siempre visibles ante los espectadores que, conforme se acerca el final, y Camila y Lucía recurren a la balada para enfrentar la desesperanza, sueltan audibles sollozos por todo el teatro.
Sam, el Musical ya tiene algo que nadie le puede quitar: su grantio de arena en los anales de la historia teatrera de San Luis Potosí, y por tanto de México. Un musical original cuya trama LGBTQ+, construida a partir de las vivencias e historias de sus propios autores, propone vocalizar lo muchas veces callado. «Nace de le necesidad de darle voz a las personas que como sociedad hemos silenciado», expone Natalia Olguín, y Carla Medina agrega, «Es la inspiración de la lucha contra lo que muchas personas no nos atrevemos a gritar».
Con un corazón positivamente destruido, Sam, el Musical se presenta viernes, sábados (con dos funciones) y domingos, y dependiendo de los resultados de esta primera temporada, la compañía anhela poder regresar con más para un futuro. Desafiando obstáculos en pos de mandar un mensaje de respeto y empatía, Tres 60 ya hizo lo que para muchos se queda en planes, y poder ser parte del estreno de un proyecto que está resultando pionero en su ciudad para El Aquelarre ha sido una experiencia hermosa. Más teatro por todo México. Más historias que nazcan del corazón y sean necesarias contar.