Platicamos con el escenógrafo Adrián Martínez Frausto sobre la nueva transformación del Insurgentes para recibir Mamma Mia!
Se sabe que la nueva versión de Mamma Mia! que llega al Teatro de los Insurgentes pretende ser toda una fiesta. Claudio Carrera no ha parado de decirlo, y en conferencia de prensa, el elenco, encabezado por Lisset como Donna, tampoco paró de repetirlo. ¿Pero qué tan fiesta es esta fiesta?
De acuerdo al diseñador de escenografía, arquitecto de profesión, Adrián Martínez Frausto, es una que pretende ser de lo más inmersiva, y que para recibirla tirando la casa por la ventana, la butaquería del Teatro de los Insurgentes se transformó como no lo hacía desde aquella Cabaret, para habitar un lugar más cercano a un bar, donde una parte del auditorio es ocupado por barras, mesas y sillones lounge, en lugar de asientos rojos. Un viaje a Grecia en toda la extensión de la palabra que busca arropar al espectador desde que pone un pie en la sala.
Tengo entendido que esta vez no sólo te encargaste de la parte escenográfica sobre el escenario, pero también de la transformación del teatro en butacas.
Sí, efectivamente. Es que no son dos cosas distintas. Lo que pasa es que estamos sacando la escenografía hacia la sala. Estamos expandiendo este mundo de la taberna de Donna. Todo lo que da hacia el VIP del teatro, todo eso está al nivel del escenario.
¿Digamos que todo está planeado para que si yo me siento en VIP lo voy a vivir de manera inmersiva?
Exactamente, pero es todo el teatro. Hasta arriba hay terrazas que abrazan a todo el público, entonces quedó como un área de butacas en medio, que es Prefente 1 y Preferente 2, abajo hay mesas y salas, y arriba hay dos bares con periqueras y barras para que la gente esté de fiesta.
¿Parecido al concepto de Mamma Mia! The Party de Londres? Porque lo que tengo entendido es que ése es menos obra y más show.
Exactamente. No es eso. Aquí es la obra tal cual. La historia de Mamma Mia! con las canciones de Mamma Mia! porque además en Mamma Mia! The Party se integran otras canciones. Estamos trabajando con Mamma Mia! tal cual es y aunque es inmersiva no hay interacción con el público, que eso es súper importante porque en Mamma Mia! The Party sí hay interacción. Aquí solamente hay un par de entradas por sala pero nunca hay interacción directa.
Nada de que Donna & the Dynamos se te suben a bailarte a la mesa.
No, no, no.
Porque hay gente a la que eso le asusta.
Sí, yo soy de esa gente a la que le asusta. Yo soy fan de la cuarta pared.
Pero bueno, más allá de eso, sí existe la idea de que la gente pueda ir a la obra y estar comiendo y bebiendo. Más en ese plan.
¡Exacto! Pero es más cabaretoso el asunto.
¿Es como una obra que está consciente de sí misma?
Los materiales de la escenografía, de hecho, tiene momentos en los que parecieran que quisiéramos hacer cierto grado de realismo, pero siempre está estilizado y siempre desdibujado, nunca es tan específico.
El piso, por ejemplo, es de madera, y vemos la madera, vemos los tablones del teatro tal cual, pero encima está pintando en blanco como el patrón de piedras típico de Grecia, pero nunca dejas de ver la madera. Siempre estamos siendo muy conscientes de la ficción.
Este montaje propone un nuevo concepto, porque el último que tuvimos en México es el que conocemos de la franquicia y por tanto ubicamos muy bien, pero tú estás haciendo algo distinto.
Completamente. Y el trazo de Jason A. Sparks (director) es otro. La obra se siente muy contemporánea. La luz tiene esta cosa espectacular que empieza en realismo absoluto y de repente se torna a colores brutalmente saturados y en combinaciones raras de colores. La estética está padrísima. Yo estoy muy contento.
Un poco como en la película hacen cuando entra el número de I Had A Dream.
Exacto, o incluso en Voulez-Vous en la película también se van a ese colorido.
Que ya es onírico.
Ya es onírico.
¿Y cómo es tu Grecia, cuéntame?
Yo lo que estoy generando es un contenedor que tiene proporciones bastante reales y bastante arquitectónicas grandotas. Y lo que sucede es que todo cambia y se mueve con lo que ves en escena desde el primer momento. No hay cambios de escenografía gigantescos. Todo está activado por los actores y todo son sillas que se mueven por todas partes, o ventanas que se mueven y tienen ruedas, todo en la escenografía es coreografía. No hay mecánica, sólo hay un elevador.
Porque además llegas al teatro y tu primer encuentro con este mundo es que hay una barra al centro del escenario con dos cantineros sirviendo tragos. Estamos jugando todo el tiempo a que estás en la taberna de Donna. Nos reíamos mucho que era como entrar a un antro en Mykonos pero se abre una taberna atrás. Y todo tiene un feel muy contemporáneo.
La idea que todos tenemos en la cabeza cuando nos dicen Mamma Mia! de inmediato nos vamos a puertitas azules, paredes blancas, ¿eso se mantiene o eso cambia?
De hecho la estrella del show es una puerta azul. Todo es blanco y en cada escena solamente hay un elemento que es o una puerta azul o un elemento azul. Pero nunca hay dos.
Y la gente de Londres estuvo muy de acuerdo con todos estos cambios, ¿o cómo fue la conversación con ellos?
Todos los diseños se han mandado a aprobación. Absolutamente todo. Ellos son súper cuidadosos con la franquicia y nada se ha podido construir o hacer hasta recibir aprobación de Londres. Ha sido un ir y venir.
De lo que vamos a ver en escena, ¿tú de qué estás más orgulloso?
Híjole es que soy bien teto, pero me encanta mi piso.
¡Es muy de arquitecto!
Los productores me odian porque creo que me gasté la mitad del presupuesto en piso. Otra cosa que es bien importante. Las bambalinas son celosías. Un poco matan el propósito real de unas bambalinas.
Claro, pero la idea, me imagino, es que para donde voltees no pierdas la fantasía.
Y que tenga ligereza. Porque de pronto hay cosas que en proporciones son más altas que otras, que parecen más de ópera que de teatro musical, y eso necesitaba ligereza. Entonces toda la parte de arriba tiene esta cosa transparente que ves hacia el mar. Siempre ves el cielo y siempre ves el mar.
Desde tu punto de vista, ¿dónde se debería de sentar la gente para disfrutar mejor del panorama?
Son isópticas muy distintas a las que hemos visto en el Teatro de los Insurgentes. Cualquier lugar tiene una magia muy especial. Si quieren verlo a la tradicional, a la italiana y quieren ver todo yo buscaría algún lugar en el centro. Los lugares del beach club, los sillones, son una cosa muy espectacular porque estás literalmente en el splash zone. Sientes que te van a caer gotitas de sudor de Lisset. Porque además el escenario casi no está levantado, entonces estás metido hasta el fondo.
¿Eres de los escenógrafos que los actores dicen ‘éste me puso a sufrir’?
Siempre los pongo a cargar todo a todo el elenco. Aquí hay dos movimientos de telar en toda la obra. Todo está activado y movido por los actores.
Mamma Mia! comienza con previos esta misma semana y hace su estreno oficial en el Teatro de los Insurgentes el 10 de marzo , donde estará de jueves a domingo, incluyendo matiné.