La anti-competencia de Netflix en la que reposteros amateurs se enfrentan para tratar de recrear complicadísimos postres sólo para terminar fallando, es la mejor comedia que tiene el servicio de streaming y ya tiene 2da temporada.
Realitys de cocina hemos visto decenas, siempre con concursantes expertos que son capaces de cocinar un perfecto pez globo en un parpadear de ojos; pero lo que hizo Netflix con Nailed It! (dolorsamente traducido como La Intención Es Lo Que Cuenta) se siente novedoso, fresco y ante todo hilarante, al enfrentar reposteros amateurs en retos imposibles, que de entrada sabemos que no van a lograr, en una competencia creada para el disfrute de un fracaso.
Estas son las razones por las cuales ya lo deberías de estar viendo, más ahora que Netflix acaba de estrenar una segunda temporada de otros 7 episodios:
1. EL AMOR AL FAIL
Hay videos en YouTube enteramente dedicados a ver a gente fracasar. Compilaciones enteras de «fails» que se han vuelto virales porque como seres humanos no podemos evitar divertirnos con la desgracia ajena (al menos esa clase de desgracia ingenua). Nailed It! tiene este momento genial en el que los concursantes develan sus creaciones levantando una tapa para darnos un primer vistazo de sus anti-obras de arte que se convierte en el chiste visual perfecto. Lo quieres dejar grabado en tu memoria para siempre.
2. NICOLE BYER
La comediante toma el rol de host y juez del reality. Es latosa, ruidosa, exagerada, opacadora y la mejor conductora que ha tenido un reality show en la vida. Nicole no sólo le ofrece toda la ligereza al programa, pero también encuentra las maneras más divertidas de burlarse de los concursantes al mismo tiempo que los hace sentir como que están en compañía de su mejor amiga. Ver sus reacciones complementa la mitad del chiste. Su personalidad es tal que los concursantes que van en último lugar pueden apretar un botón para que Nicole use sus poderes estridentes para distraer a sus compañeros. Es un home run.
3. LOS MAGNÍFICOS POSTRES
No me refiero a las monstruosidades que crean los concursantes, ésas ya las aplaudimos en el primer párrafo, sino a los verdaderos postres que los reposteros amateurs deben recrear. Una torre de fondant con una perfecta Rapunzel esperando a su príncipe, un tiburón saliendo de entre las olas de merengue, animales tomando un día de spa en ganash de chocolate; creaciones espectaculares y creativas que te dejan con los ojos cuadrados y la boca salivante.
4. LOS JUECES INVITADOS
Acompañando a Nicole Byer está el chocolatero Jacques Torres, el juez de acento francés que se dedica a reírse de lo que diga su compañera y a ser la boya de racionalidad del programa (la única, de hecho), y es gracias a él que sabemos cómo es que se logran esos postres imposibles; pero la verdadera joya del reality son los jueces invitados -usualmente expertos y profesionales en repostería- como Silvia Weinstock (creadora del pastel de bodas de Kim y Kanye) que se dedican a hacer comentarios ácidos y a responder con risas lo que ven en los platos de los concursantes. Ellos son el punch line.
5. EL CASTING
De nada serviría toda esta parafernalia si los concursantes no se prestaran a reírse de sí mismos, pero Netflix casteó para cada capítulo a la terna perfecta. Hombres y mujeres muy conscientes de sus debilidades, extrovertidos y carismáticos para la cámara, que están felices de luchar por un premio de $10,000 dólares, pero también abiertos a ser parte de un chiste. No se pierdan en específico a la señora sureña del tercer capítulo a la que le toca recrear una dona pirata. Ella solita se lleva el capítulo.